Otra tarde de balas y sangre en la ciudad de Rosario. Otro día de furia en el cual asesinos en motos surcan las calles burlándose de los operativos de saturación policial que se anuncian y se ponen en marcha con pompa desde el Ministerio de Seguridad provincial. Otra vez familias destruidas por el crimen. Ayer, en menos de cinco horas, se registraron dos nuevos homicidios. Uno de ellos se cobró la vida de un hombre de 34 años que compartía bebidas con un grupo de compañeros con los que había jugado un picado de fútbol en el barrio Villa Urquiza. El otro ocurrió en el noroeste rosarino, en la denominada Zona Cero, y se llevó la vida de un pibe de 22 años que llegaba a su casa (ver abajo).
Luis Leones y un grupo de compañeros habían llegado poco después de las 18.30 de ayer a un quiosco ubicado sobre Cullen al 3200, entre pasaje Lejarza y la avenida Presidente Perón. Estaban cansados. Venían de jugar un fulbito en una canchita de la zona y decidieron juntar los pocos pesos que tenían para compar cerveza y gaseosas para aplacar la sed provocada por el deporte. Así estuvieron un rato entre charlas y chanzas por lo ocurrido en la cancha.
Ese momento de distensión se interrumpió cuando en el lugar apareció una moto con dos ocupantes que no llevaban cascos pero cubrían sus rostros con barbijos. Según los testigos el rodado pasó una vez y sus ocupantes miraron fijamente al grupo. Dieron una vuelta manzana y al reaparecer, quien iba como acompañante la emprendió a los tiros contra el grupo que empezó a desbandarse para tratar de buscar protección ante los proyectiles sin destino cierto.
Leones no pudo escapar y cayó malherido al ser alcanzado por varios disparos en su cuerpo que le causaron la muerte en el acto. La fiscal Georgina Pairola dijo que el primer informe médico asegura que presentaba ocho orificios, aunque la autopsia determinará cuáles eran de ingreso y egreso de las balas.
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En la vereda quedaron como testimonio del encuentro un envase de cerveza y otro de gaseosa a medio tomar, una caja de jugo aplastada y la mochila de alguna de las víctimas.
En tanto, al Hospital de Emergencias fueron llevados Nicolás C., de 29 años, con un disparo en el glúteo derecho; Nicolás Emanuel T., de 28, con heridas en ambas piernas y el glúteo izquierdo; y David Nicolás P., de 22, alcanzado por una bala en el cráneo, quien al cierre de esta edición estaba muy grave mientras sus compañeros permanecían bajo observación y en estado reservado.
En la escena, los agentes de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) levantaron 11 vainas servidas y la fiscal Georgina Pairola se hizo presente para ordenar las primeras medidas de la investigación. Ante la prensa confirmó que los disparos partieron de una moto, que hubo varios vecinos que observaron lo ocurrido y que se comprometieron a aportar sus testimonios y que habló con la hermana de la víctima fatal aunque por el shock en el que estaba sumida no pudo ahondar demasiado en qué o por qué pasó lo que pasó.
A pesar de que la fiscal no quiso aventurar hipótesis, tomó en cuenta el testimonio de un vecino que dijo ante los medios de comunicación que “los de la moto venían persiguiendo a un muchacho que se escondió en un negocio para que no lo balearan” y, de esa manera, se estaría hablando de un homicidio que no tenía por destino a quien fue asesinado.