La tradicional librería Ameghino cerró después de 97 años y los empleados esperan que en los próximos días abra en su lugar el cuarto local en la ciudad la cadena Cúspide, que a comienzos de año adquirió también otro clásico del sector: la librería Ross.
La confirmación de la venta de la empresa de los hermanos Gasparinetti a la firma subsidiaria del Grupo Clarín no sorprendió dentro del rubro, pero sí profundizó la preocupación entre los empresarios rosarinos del sector, por la profundización de la concentración en el negocio del libro a manos de jugadores de gran escala. El otro actor clave es Yenny/El Ateneo —de la familia Grüneisen— que hoy tiene tres bocas de expendio en la ciudad.
La consolidación en menos jugadores dentro del rubro libros se reproduce con matices en prácticamente todos los sectores del comercio en la ciudad, quedando una participación marginal para los actores locales. Lo que ocurre en Rosario no escapa a una tendencia global. Transformaciones que también reducen los márgenes de maniobra para las políticas locales.
El local de Corrientes 868 era desarmado ayer por los mismos empleados, en total doce, que tendrían garantizada la continuidad laboral, como lo confirmó ayer César Gasparinetti, dueño de Ameghino junto con su hermana.
"Fue una decisión familiar que la venimos meditando desde hace tiempo. Hemos llegado hasta aquí, hemos cumplido un ciclo muy bueno y muy lindo. Dentro de la familia está todo muy bien, que eso es lo importante, porque así hemos sido educados", explicó Gasparinetti al ser consultado sobre los motivos del cierre.
"No tiene que ver con la coyuntura o a una cuestión estrictamente económica, es una decisión empresarial y familiar", agregó mientras parte de su familia y trabajadores embalaban no sólo libros, carpetas y útiles, sino una parte de historia de la ciudad.
En un clima de tranquilidad, cierta nostalgia, con la persiana a medio levantar, los empleados avanzaban ayer con el desmantelamiento del comercio.
El empresario reconoció que el escenario para las pequeñas firmas del sector tiende a ser cada vez más complejo frente a estructuras que manejan costos muchos más ajustados en prácticamente cada aspecto del negocio. Desde el poder de negociación con las editoriales, costos logísticos y de marketing, hasta de administración.
Por esas variables, pero principalmente la familiar, es que Gasparinetti reconoció que venía buscando alternativas y oyendo distintas propuestas, y "la mejor fue hacer un corte y que comenzara una nueva gestión de la mano de Cúspide Libros".
"Nosotros cerramos, pero Cúspide no quería perder lo que se sembró durante años y al personal capacitado. Espero que abra lo antes posible, creo que la semana próxima, con un poco de suerte, puede estar atendiendo a los clientes que hasta ayer eran de Ameghino", detalló el director de la librería durante los últimos 28 años.
Respecto al material, dijo que están haciendo donaciones a escuelas y entidades, una política que siempre tuvo la firma. "Pero ahora hay más", señaló.
Y como cada vez que la noticia es el cierre de un clásico de la ciudad, clientes, curiosos y vecinos se acercaron ayer frente al local para corrobar que se terminaban 97 años de historia.