Científicos británicos descubrieron una enzima con la cual lograron prevenir la metástasis (la propagación de cáncer a otros órganos) en ratones con cáncer de mama. En sus experimentos, los especialistas del Instituto de Investigación de Cáncer (ICR) de Londres demostraron que bloqueando la enzima LOXL2 se evitó que el tumor se esparciera en un organismo.
Según el estudio publicado en Cancer Research, el hallazgo abre la posibilidad de poder desarrollar nuevos medicamentos que puedan ser utilizado en la práctica clínica. Los autores del estudio afirman que 90 por ciento de las muertes por cáncer se deben a tumores que migran a otras partes del organismo.
Cuando los científicos analizaron a pacientes con cáncer de mama, observaron que altos niveles de la enzima LOXL2 estaban vinculados a la propagación del mal y a tasas muy bajas de supervivencia. También descubrieron que esa enzima es importante en las primeras etapas de la metástasis porque ayuda a las células cancerosas a escaparse del tejido mamario y a entrar a la corriente sanguínea.
Bloqueo efectivo. En sus estudios con ratones, los científicos usaron sustancias químicas y anticuerpos para bloquear la actividad de la LOXL2, y esto evitó la propagación del cáncer de mama a otros tejidos.
Janine Erler, quien dirigió el estudio, afirma que "la LOXL2 es un objetivo fantástico, y es altamente probable que podamos usarlo en la clínica".
La científica agrega que el hallazgo no sólo es importante para el desarrollo de fármacos sino también para perfeccionar una prueba que pueda predecir la probabilidad de que el cáncer se propague y, como resultado, mejorar la supervivencia del paciente.
Por su parte, Arlene Wilkie, directora de investigación de la organización Breast Cancer Campaign, que financió el estudio conjuntamente con el ICR y la organización Cancer Research UK, señala que "los resultados de la doctora Erler son muy estimulantes, porque aunque actualmente podemos tratar el cáncer de mama que se ha propagado, no podemos curarlo".
“Si con la LOXL2 podemos predecir qué cáncer se propagará y qué drogas pueden bloquear la enzima para evitar que eso ocurra, podremos salvar muchas más vidas”. “Esta investigación de laboratorio muestra una gran promesa y esperamos que pronto pueda aplicarse a los pacientes” señala la experta.
Julie Sharp, del Cancer Research UK, señala que “la propagación del cáncer es un problema importante tanto en el cáncer de mama como en otros tipos de la enfermedad. Y los científicos están buscando nuevas formas de evitar la propagación del cáncer y salvar muchas más vidas”.
“El equipo del ICR ha demostrado que el bloqueo de la molécula LOXL2, que juega un papel importante en la propagación, puede ofrecer nuevos enfoques para combatir este problema” agrega la especialista.
Además, el equipo encontró que LOXL2 podría ser usado para predecir si el cáncer de los pacientes de mama es o no agresivo, lo que determina distintos abordajes del combate a la enfermedad.
Usando muestras de tejido de pacientes con cáncer de mama, los investigadores mostraron por primera vez que los altos niveles de LOXL2 están asociados con la diseminación del cáncer y el pronóstico del mal.
“Esto plantea la posibilidad de que pudiéramos desarrollar una prueba para medir los niveles LOXL2 y predecir los pacientes que desarrollarán enfermedad agresiva. Este conocimiento nos puede ayudar el tipo de tratamiento a medida e intensidad a los pacientes individuales, es decir, podemols usar a la enzima como un marcador”, dice el primer autor del estudio Holly Baker, un becario postdoctoral en el laboratorio que dirige Erler.
Esperanza para los “niños viejos”
Un grupo de investigadores del Instituto Salk, de La Jolla (California, EEUU), encabezados por el español Juan Carlos Izpisúa, han sido capaces de reproducir en el laboratorio el proceso de senectud que sufren las células de las personas con progeria (que envejecen a un ritmo entre ocho y 10 veces superior al de la población general), según han publicado en la revista especializada Nature.
La progeria, también llamada síndrome de Hutchinson-Gilford, es un envejecimiento acelerado del organismo, cuyos afectados rara vez viven más allá de los 13 años. Generalmente, los pacientes fallecen por una complicación tan asociada a la vejez como la aterosclerosis.
Los investigadores llegaron al hallazgo “jugando” con el reloj biológico de células obtenidas de pacientes con progeria. Tomando muestras de fibroblastos de su piel (un tipo de tejido conectivo), el equipo de Izpisúa las hizo retroceder en el tiempo, devolviéndolas a su estadío embrionario. Mediante una combinación de cuatro genes, las células de la piel dieron “marcha atrás” en el tiempo y se convirtieron en células madre similares a las embrionarias.
Como explica Izpisúa al diario español El Mundo, hasta ahora todos los estudios sobre envejecimiento se han realizado en modelos animales, como la mosca, el gusano o el ratón. “Este, al realizarse en humanos, nos puede servir como modelo para el estudio de la vejez en el hombre”, aseguró.