En 1988 caminaba por el centro de Rosario lookeado en la onda pop ochentosa, con piloto largo oscuro, cabello con gel y algún que otro delineador de ojos. En 2022 pisa la misma peatonal Córdoba, pero parece un gentleman inglés: barba entrecana, sombrero a rayas, pantalón a cuadros, sobretodo y pashmina al tono. Lo llamativo es que aunque el tiempo hace su trabajo, Eduardo Carbi también hace el suyo, que es seguir siendo la voz cantante de Graffiti.
“Hagamos lo que sabemos hacer y listo”. Esa es la frase que Carbi -de paso por su ciudad recién llegado desde Londres donde reside hace veinte años- le dijo a la otra figura clave de Graffiti, Ariel Pozzo, quien además de integrar la dupla compositiva con el vocalista es un guitarrista eléctrico de un nivel superlativo. Tanto que Miguel Mateos lo escuchó tocar una vez y ya hace 25 años que es miembro estable de su banda.
Graffiti - Frío (Video Oficial)
Hoy, a las 21.30, en el teatro Lavardén (Sarmiento y Mendoza), Carbi, Pozzo, más el explosivo Marcelo Sali en batería (ex Pablo El Enterrador); Mariano León en teclados, secuencias, guitarras y coros (ex Pablo Granados y Macaferri & Asociados) en teclados y el experimentado Marcelo Gallego en bajo, coros y teclados pondrán Graffiti en escena, versión 2022, para presentar los temas de “Gladstone Road”, el flamante y potente nuevo disco de la banda.
Y claro, no faltarán los hits de siempre, los de los discos “Exhibición condicionada” y “Sin respirar”, que van a volver a vibrar con el mismo pulso. “No queremos subirnos ni a una moda ni un carajo. Rescato la honestidad de nuestro laburo. Y si te movió un pelo lo que hicimos, valió la pena”, dijo Carbi a La Capital, cortado en jarra de por medio.
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“Algo hay que mover”. Eduardo Carbi, de Londres a Rosario.
Leo Vincenti/La Capital
—¿La gente va a escuchar el viejo Graffiti o el nuevo Graffiti?
—En principio, nos agarró la pandemia, se paró todo, hicimos streaming, pero Ariel me dice “hagamos algo, vos estás al pedo en Londres y yo estoy al pedo en Buenos Aires” porque también se había cancelado la gira con Mateos. Empezamos con dos o tres canciones y al toque teníamos grabado “Graffiti 3”, del 2020, que canta Miguel Mateos en un tema; después hicimos el doble “Infinito” en 2021 y este año hicimos “Gladstone Road”, inspirado en el nombre de una calle de Londres, a una cuadra de casa, que me salió registrada en la localización del celular cuando tarareaba una melodía mientras caminaba. Son cosas que no se pueden forzar pero salió. Yo tengo mi estudio en Londres, él tiene su estudio en Buenos Aires, pero tuvimos un ida y vuelta constante de archivos, melodías, bases y terminamos haciendo 38 canciones, es un montón. Lo primero que dijimos fue “no hagamos nada de lo que se está escuchando”. Porque nada de lo que estoy escuchando me interesa, yo crecí con Yes, con Led Zeppelin, Deep Purple, Pink Floyd. Era otra vara, el referente era otro. Y dijimos: “¿A esta altura qué vamos a querer inventar, el salame?”. No, hagamos que fluya y vamos por ahí, no tenemos que quedar bien con nadie, así que nos tomamos el tiempo que tenemos que tomar, conseguimos un técnico de puta madre en Cancún, como Gustavo Sachetti, Ariel aportó toda la parte instrumental, más las colaboraciones del hermano y el bajista de Mateos, más Richard Coleman en un tema, y el resto lo grabamos nosotros, yo puse las voces y acá estamos.
—”Gladstone Road”, el último disco es el más redondito, aunque con canciones no tan livianas...
—Y, es intenso, hay letras que son difíciles de cantar. Te cuento algo, cuando le mandé el tema “Frío” a Ariel, me dijo “la puta que te parió, estoy mezclando la pista y estoy llorando”.
—Hay mucha soledad en esos temas, el tema de la distancia y el paso del tiempo aflora ahí.
—Sí y no. Esto no es necesariamente autorreferencial, sí se me murió gente cercana, sí había una incertidumbre terrible, sí era terrible no poder salir a comprar papel higiénico, o sea, hablo de lo que le pasó a todo el mundo en pandemia. Pero cuando lo pasás a 14 mil kilómetros tiene otra perspectiva. Una cosa es acá entre tu gente, otra que lo pasés allá, aunque tengo mis hijos, mi familia, mi trabajo, todo lo que quieras, pero estás allá, lejos de tu viejo, de tu vieja, de tu hermana, de tu hermano, es otra sensibilidad. Y fue intenso. Y yo no puedo sentarme a escribir “La cucaracha”, ¿me entendés? tengo que escribir que está todo mal. Antes, en aquella época, escribí “No me importa”, “Cansado de retroceder”, “Algo hay que mover”, “Lejos del alma”, y en este contexto, a la distancia, lo mínimo que podía escribir era una canción como “Ahora”.
GRAFFITI-ALGO HAY QUE MOVER.avi
—De todos modos, los clásicos de Graffiti, como “No me importa”, que citaste recién, no pueden faltar. Lo nombraste y me salió la melodía de la canción, y los fans de la banda van a esperar eso también.
—Y claro que esos clásicos van a estar en el show del viernes. Es que nunca quisimos perderlos. Nosotros estamos muy orgullosos de eso, no podemos ponerlos en el mismo tapete de esto, pasaron cuarenta años, pasó una vida, entonces vos tenés otra visión, otra experiencia, hablás de otras cosas, no hablás de lo mismo que hablabas cuando tenías 20, la vida te pasó de alguna manera por encima también. Entonces tu misión, tu perspectiva, tu sensibilidad para con la gente y para con la vida es distinta, ves todo desde otro lugar. Y eso se refleja en las letras. Creo que si tiene un mérito lo que hicimos con Ariel, más allá del laburo infinito de hacer este trabajo, en el que no hay nada librado al azar, desde la masterización a la elección de los sonidos, la posproducción, todo, y se hizo así porque no teníamos nada que perder; pero insisto, si hay algo que se rescata de eso es la honestidad del laburo, porque no pretendimos quedar bien con nada ni con nadie, ni subirnos a una moda ni un carajo. Al que le guste, bárbaro, y si lo que hicimos te movió un pelo, valió la pena.