Roberto Camino negó ayer haber sido el jefe de la barra brava de Newell’s Old Boys. A
cuatro días de trasponer una celda y salir de la alcaidía de Rosario, en libertad condicional tras
recibir una condena a tres años de prisión, Pimpi desconoció haber desempeñado un rol de liderazgo
que, no obstante, durante largos años nadie se atrevió a desafiar.
“Nunca fui un capo. Fui un referente para que la gente que me seguía estuviera segura. El
capo es el que va a chocar siempre con algún problema en los partidos y que arrastra a la gente a
eso. Yo lo que hice fue intentar acercar a las clases altas, medias y bajas y hacer una clase
social para el club”, sostuvo Camino.
Durante ocho años que coincidieron con su supremacía en la barrabrava de Newell’s, durante
la gestión presidencial de Eduardo J. López, su nombre quedo implicado en hechos de violencia que
no fueron investigados por la policía, pese a registrarse delante de centenares de asistentes al
estadio rojinegro. Ayer Camino habló en el programa Fútbol sin trampa, de Canal 5. Se refirió al
motivo de su condena: los desmanes ocurridos el 26 de enero pasado en el acceso al club, cuando 40
personas ingresaron a los tiros a la institución, a poco más de un mes de que terminara su
gravitación en la entidad leprosa, al cerrarse el ciclo de López.
Pimpi aseguró que su detención por aquellos incidentes fue injusta porque él en ese momento
“no estaba en el club”.
— “¿Te soltaron la mano en los últimos meses?”, preguntó
a Camino el conductor del programa, Luis Alberto Yorlano.
—“Tuvieron que cambiar de ropa. Para muchos fui necesario en
su momento. Cuando avanzás sobre los poderes van tirando palos y algunos me lo dieron a mí. Hoy
empecé a molestar a la clase alta que se quiso apoderar del club. El (ex) ministro de Seguridad
(Daniel) Cuenca, el abogado de Newell’s, (Néstor) Vico Gimena y la jueza (Raquel) Cosgaya son
parte de esa gente”, respondió.
El ex jefe de la barra leprosa negó que haya tenido “arreglos” con la policía, pero
al mismo tiempo aseguró que fue “una víctima” de la interna policial durante la gestión
del entonces jefe de la Unidad Regional II, comisario Daniel Toledo. “Fui un instrumento
usado por la policía y el poder político. Cuando me detuvieron (en Buenos Aires) me fue a buscar
Toledo para encargarse de mi seguridad porque me quería matar un alto jefe de la policía que tenía
una interna con él”, afirmó.
Sus dichos con relación al accionar de los uniformados fueron más allá al vincular a un sector
de oficiales de la policía rosarina que fueron relevados de sus cargos con los que llamó los
“nuevos referentes” de la barra. (los hinchas) “Dependen de un sector de la
policía que hoy está manejando la seguridad del club y la barra”, sostuvo.
El fallo condenatorio a Camino fue firmado por el juez de Sentencia Luis Guiraudo. Los
fundamentos de la resolución no trascendieron pero, según los abogados defensores, el hincha
leproso no tendría impedimento legal para ingresar al Coloso del Parque. Sin embargo, Pimpi sostuvo
con enfásis que no planea regresar al estadio de Newell’s para presenciar los encuentros que
dispute el equipo leproso.
“No quiero volver más a la cancha. Hoy me importa mi familia y no me interesa el club
porque me desgastó en un montón de cosas. Estoy tratando de disfrutar porque durante estos ocho
años olvidé a mi familia y estuve a punto de separarme de mi esposa por llevar lo mejor para
Newell’s”, señaló.
La solidaridad. También aprovechó la ocasión para mostrar su faceta de hombre
solidario con quienes necesitaron su ayuda, aquella imagen que lo emparenta en el barrio de la zona
sur donde vive con “Robin Hood”, aunque aclaró que el dinero que él repartía prevenía
de personas vinculadas con el poder político. “Yo ayudé a muchos vecinos comprándoles
remedios y dándoles dinero. Esa es la parte buena de Roberto que la gente no conocía. Como en las
campañas políticas los gastos los solventó gente que me necesitó para algo. Una mano lava la otra y
las dos lavan la cara”, fue la curiosa respuesta de Camino.
El ex líder de la barra leprosa insistió que su detención fue arbritaria ya que no había
elementos de prueba que lo incriminaran en los incidentes de enero pasado en la sede del parque
Independencia. “Tenía que rodar una cabeza y fue la mía. El (ex) ministro de Seguridad, la
jueza Cosgaya y el abogado de Newell’s son los que me llevaron a la cárcel. Cosgaya me
procesó en cinco días hábiles y en la historia judicial de Rosario nunca se procesó tan rápido a
alguien a pesar de que hubo hechos más graves como violaciones y asesinatos”, afirmó.
Cosgaya, vale decir, trabajaba evidencia en la causa desde dos meses antes del arresto de
Camino.
Pimpi valoró su relación con el ex presidente López. “Es un amigo con todas las letras. Es
una de las personas que me enseño a caminar bien por la vida. La gente no lo conoce bien, pero
manejó mal el entorno y eso lo perjudicó”, dijo.
También tuvo tiempo para cuestionar al actual vicepresidente de Newell’s, Claudio
Martínez. “El Ticky (por Martínez) fue a visitarme varias veces a mi casa. Pensé que era una
buena persona y yo lo llevé a la oficina de López. Trabajó para la mutual (del club), pero se cruzó
de calle porque Eduardo lo echó de la mutual por el tema de los colectivos que llevaban los hinchas
a ver a los partidos de visitante”. En rigor, la mutual de asociados desapareció durante la
gestión de Eduardo López.
Causa judicial. Pimpi fue llevado a juicio junto con sus hermanos Alberto Tato y
Juan Ramón bajo el cargo de intimidación agravada por el uso de arma de fuego en concurso real (un
delito concatenado al primero) por daños. Sus familiares ya habían recibido a principios de
octubre, en proceso abreviado, una condena por la misma cantidad de años, de cumplimiento
condicional, lo que permitió a la defensa pedir las excarcelaciones.
Los incidentes en el que estuvieron involucrados los hermanos Camino ocurrieron el 26 de enero
pasado en el estadio del parque Independencia. Ese día se realizaba un reempadronamiento de socios
cuando, según pudo reconstruir la Justicia, un grupo de unas 50 personas lideradas por Camino
arribó al club en dos colectivos. Hubo golpes de puño, rotura de muebles y vidrios y hasta disparos
de arma de fuego. La refriega terminó con 21 detenidos, entre ellos dos menores que en poco tiempo
recuperaron la libertad.