Leonardo Vincenti
postal. Javkin y Perotti se mostraron varias veces juntos en el último mes, desde que arrancó la cuarentena.
En tiempos de aislamiento, Omar Perotti y Pablo Javkin están más cerca que nunca. Es que la pandemia estrechó la relación entre ambos dirigentes, que enfrentan las mismas urgencias.
A pesar de que el titular del Palacio de los Leones no estuvo presente en la videoconferencia que convocó ayer el gobernador, y de la que participaron intendentes de toda Santa Fe, Perotti y Javkin protagonizan una remake de la película que se proyecta en el área metropolitana de Buenos Aires. Allí los actores principales son el presidente Alberto Fernández; el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el mandatario de esa provincia, Axel Kicillof.
En el último mes, desde que se declaró la cuarentena, Javkin y Perotti se mostraron al menos tres veces juntos. El 28 de marzo pasado recorrieron las instalaciones del hipódromo del parque Independencia, donde se levantó un centro de aislamiento, el 7 de abril visitaron las obras de la inauguración de una guardia para recibir a infectados de coronavirus en el policlínico Pami II y, dos días después, junto al rector de la UNR, Franco Bartolacci, participaron de la presentación del prototipo del "ventilador de transición", llamado UnRespiro.
La realidad les presenta únicamente incentivos para cooperar. El costo de cortarse solo es altísimo: el colapso de uno de los sistemas sanitarios más robustos del país. O peor, que se desate una triple crisis —sanitaria, económica y social— que se sabe cuándo empieza pero no cuándo termina. Ni cómo.
Sin embargo, el vínculo Perotti y Javkin se empezó a tejer hace tiempo. Incluso, antes de diciembre de 2019: a mediados de octubre, ya como mandatarios electos, el intendente y el gobernador tomaron un café con Fernández, quien por entonces se movía como virtual presidente electo después del triunfo arrollador del Frente de Todos (FdT) en las Paso.
En ese momento, Javkin señaló: "Con Perotti tengo una relación de mucho tiempo. Ya nos reunimos varias veces y ahora surgió esta posibilidad, me junté con mucho gusto. Me pareció importante. Y no descarto la posibilidad de que haya un reencuentro de los tres, en caso de que Fernández llegue a la Casa Rosada en diciembre".
Efectivamente, el ex jefe de Gabinete llegó a la Primera Magistratura, pero ese reencuentro todavía no se produjo, aunque sí se vieron por separado.
El presidente, el gobernador y el intendente cultivan un perfil similar. No son outsiders sino hombres de la política. Y suelen mirar más al centro que a los extremos del espectro político.
Cerca de Javkin evalúan que la relación entre ambos es correcta. "Asumimos con un panorama económico y financiero complicado, no hubo tiempo para acomodar la gestión —resaltaron—. El vínculo no podría haber sido de otro modo".
En el gobierno provincial consideran que a todos les conviene un buen vínculo. "Javkin se dio cuenta de que debía tener una buena relación por el déficit tremendo del municipio y Perotti entendió que con Javkin podía dialogar y gestionar, con él, una de las ciudades más importantes de Santa Fe", deslizó a La Capital un integrante del gabinete.
En la provincia destacaron que no sólo el gobernador y el intendente están en línea directa: también los ministros y las segundas líneas están en comunicación permanente. "En el reparto de alimentos, la Casa Gris y la Municipalidad están absolutamente juntas, en salud ocurre lo mismo. El trabajo es natural, sin inconvenientes", destacaron.
Adversario común
Antes del coronavirus, Perotti y Javkin encontraron un adversario común: Miguel Lifschitz. Con su liderazgo del bloque mayoritario en Diputados, el antecesor de Perotti y actual presidente de la Cámara baja provincial tiene en sus manos la llave de una de las puertas que debe atravesar cualquier proyecto para convertirse en ley.
El gobernador y el intendente se convirtieron en aliados circunstanciales en la guerra de la ley de emergencias, luego renombrada de necesidad pública, que se extendió durante casi cuatro meses.
Al final, Perotti y Javkin ganaron la pulseada: la emergencia sanitaria le sacó cualquier margen de maniobra al Frente Progresista (FPCyS) para seguir bloqueando la ley.
"Lifschitz, al igual que todos los que jugaban a la política dura, comprendió que había que replegarse", indicaron desde la provincia.
Al respecto, agregaron: "El cambio de ciclo político fue muy traumático para algunos, y dificultó el entendimiento entre Lifschitz y Perotti. Para Lifschitz fue duro perder la provincia y el municipio y, para el peronismo, es un desafío volver a gobernar después de doce años".
En el campamento de Javkin reconocieron que la pandemia congeló los debates en el Frente Progresista sobre los liderazgos y el perfil de la alianza. "Está todo en stand by, los que tienen roles institucionales se tienen que ocupar de lo importante", afirmaron.
Lo cierto es que cuando termine la pandemia, Perotti y Javkin deberán cooperar todavía más en la reconstrucción. Sobre todo, porque gobiernan distritos que (como diría la titular del FMI, Kristalina Giorgieva) tienen comorbilidades: padecen problemas económicos de base que los vuelve más vulnerables frente a la crisis.
Por lo tanto, aún con un Estado golpeado y con una sociedad que no tiene instalada la app de la paciencia oriental, la Argentina y Santa Fe sí cuentan con un recurso escaso en estos tiempos: coordinación entre sus autoridades.
Podría no haber sido así: un repaso al continente ilustra qué ocurre cuando se desata la emergencia y los principales espacios de poder están ocupados por líderes que apuestan a la grieta como modo de gobierno.
Por Matías Loja