Luego de declarar que carece de la fuerza para cumplir con su misión pastoral, el Papa Benedicto XVI anunció ayer que renunciará el 28 de febrero, una decisión que no se observaba desde hace 600 años y que dejó lista la escena para que a mediados de marzo un cónclave elija al nuevo líder de una Iglesia Católica que atraviesa por una época turbulenta.
El Papa de 85 años anunció la decisión en latín, durante un encuentro de cardenales o consistorio, sorprendiendo incluso a sus colaboradores más inmediatos, aunque Benedicto ya había dicho anteriormente que dejaría su función si llegara a sentirse abrumado por la edad o por enfermedad.
Joseph Ratzinger consideró que su decisión tenía una "gran importancia para la vida de la Iglesia".
Han quedado así sentadas las bases para un cónclave —un encuentro secreto donde los cardenales votan para elegir a un nuevo Papa— antes de la Pascua, dado que no tendrían que observarse los nueve días de duelo que son una obligación cuando un pontífice fallece.
Además, la medida permitiría a Benedicto tener influencia sobre quién será su sucesor, aunque él no votaría en el cónclave. El ha elegido ya a buena parte del Colegio de Cardenales, los príncipes de la Iglesia que elegirán al próximo Papa, lo que protegería su legado conservador.
El asombro se extendió del consistorio al mundo.
"Todos los cardenales se asombraron y se miraban unos a otros", comentó monseñor Oscar Sánchez, de México, quien estaba en la sala donde se realizó la reunión ayer por la mañana, cuando Benedicto XVI formuló su anuncio.
El Papa hizo hincapié en que el cumplimiento de los deberes del pontificado —ser líder de 1.200 millones de católicos en todo el mundo— necesita del "vigor tanto del cuerpo como del espíritu".
"Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino", dijo Benedicto XVI a los cardenales.
"Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando", agregó
"Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado", añadió.
Benedicto XVI dijo que serviría a la Iglesia durante el resto de sus días "por medio de una vida dedicada a la oración". El Vaticano anunció inmediatamente después de su renuncia que el Papa viajaría a Castelgandolfo, la residencia veraniega papal al sur de Roma, para ir después a vivir en un monasterio enclaustrado.
Benedicto XVI debía asistir al Día Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en julio. Para entonces ya habrá sido nombrado su sucesor, quien posiblemente hará el viaje.
El último Papa que renunció fue Gregorio XII, quien lo hizo en 1415 como parte de un acuerdo para poner fin al Gran Cisma de Occidente entre varios papas que se disputaron la autoridad pontificia. La renuncia más famosa fue la del Papa Celestino V en 1294 y Dante lo colocó en el infierno por ese motivo.
No está enfermo. El Vaticano destacó que ninguna condición médica específica motivó la decisión de Benedicto XVI, aunque en los últimos años el pontífice había reducido sus viajes y limitado sus audiencias. Actualmente se traslada hasta el altar de la basílica de San Pedro en una plataforma móvil para evitarle la larga caminata por el pasillo y ocasionalmente usa un bastón.
Cuando Benedicto XVI fue elegido Papa a los 78 años —entonces el Papa de más edad en ser elegido en casi 300 años— ya había previsto retirarse de su función previa, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el organismo guardián de la ortodoxia, sucesor de la Inquisición. Había dicho que quería pasar sus últimos años escribiendo en la "paz y tranquilidad" de su natal Baviera, en Alemania.
Lo adelantó
El propio Joseph Ratzinger había planteado la posibilidad de su renuncia en 2010. “Si el Papa se da cuenta claramente de que él ya no es física, psicológica y espiritualmente capaz de manejar los deberes de su cargo, entonces tiene el derecho y bajo ciertas circunstancias la obligación, de renunciar”, dijo entonces Benedicto XVI.