Los cercos electrificados son ahora la "nueva opción" contra los robos
"Dan patadas pero no matan", advierten quienes ya los comercializan en Rosario. La firma
es local y abrió este año dos sedes: una en la ciudad y otra en Buenos Aires. Ofrece aparatos con
descarga eléctrica, que dan patadas pero no matan y se colocan en empresas, viviendas y countries a
un costo de entre 3 mil y 5 mil pesos para una casa tipo de entre 8 y 20 metros de frente.
7 de octubre 2009 · 01:00hs
Perros adiestrados, botellas de vidrio rotas sobre el tapial, rejas, alarmas,
armas y ahora... cerco eléctrico. No es ficción: si bien el nombre de la empresa que lo
comercializa en Rosario ("Acme") remite obligadamente a un dibujo animado, se trata de algo real.
La firma es local y abrió este año dos sedes: una en la ciudad y otra en Buenos Aires. Ofrece
aparatos con descarga eléctrica, que dan patadas pero no matan y se colocan en empresas, viviendas
y countries a un costo de entre 3 mil y 5 mil pesos para una casa tipo de entre 8 y 20 metros de
frente. Se venden bien "sobre todo en la clase media", porque según argumenta el titular de la
firma, José Fernández, "la inseguridad llegó para quedarse". ¿Qué vendrá después?
El aparato es al menos polémico y se promociona desde la web
(www.seguridadacme.com.ar); página donde las consultas en el último mes "aumentaron un 500 por
ciento", según asegura el dueño de la firma. Allí se publicita el artículo con un sinnúmero de
frases que intentan atraer al consumidor desde lo económico, lo legal, lo sanitario, lo práctico y
hasta lo estético. Van de frases como "sin cuota mensual" (se paga una sola vez), "legalmente
seguro", "no produce daños a la salud" y "puede funcionar las 24 horas"; hasta "duerma tranquilo,
el cerco vela por usted, su familia y sus bienes", "elija que los delincuentes queden afuera" y
"más estético que una concertina (alambrados enrollados) o alambres de púas, más seguro y efectivo
que una alarma". Mensajes seductores para algunos y, para otros, un tanto siniestros.
Se trata de una especie de boyero de campo pero “más sofisticado”,
según Fernández, “porque genera cuatro conexiones telefónicas” y hace sonar una alarma
cuando se lo quiere cortar o empujar. Son hileras de alambres (hay de 4, de seis o más) paralelos,
separados cada 20 centímetros y electrificados con unos 5 mil voltios, pero desprovistos de
amperaje (lo que ocasiona la electrocución). Su consumo insume pocos vatios (posee una batería de
24 voltios que dura 72 horas) y hasta funciona con panel solar.
Contra malhechores. Los alambres se fabrican en Sunchales y la firma rosarina se encarga de
venderlos e instalarlos para echar por tierra con cualquier “amigo de lo ajeno” en
todas sus versiones: “intruso”, “hombre araña”, “caco”,
“ratero” o “saqueador”. El empresario local dice que “viajando”
vio cómo este servicio de seguridad era popular en Brasil, Colombia, Perú y Venezuela, y pensó en
imitarlo.
“En Brasil el 80 por ciento de las viviendas lo tienen; se colocan en las obras en
construcción antes de empezar los trabajos. Acá, en cambio, el terreno estaba virgen y salimos con
todo, porque ante los altos índices de inseguridad ofrecemos algo mejor que una alarma, con la que
no se puede evitar que un ladrón entre a tu casa; pero el cerco es disuasivo, los delincuentes lo
piensan veinticinco veces, se detecta al intruso antes de que haya entrado, dando tiempo para
llamar a la policía, al personal de seguridad o a un integrante de la familia”, asegura
Fernández.
Para el empresario, la pregunta sobre la legalidad del producto es fácil de contestar. “En
Argentina no está legislado: es decir, no está prohibido ni permitido. Y nuestra empresa lo instala
bajo estrictas normas internacionales”.
—¿Y si la descarga eléctrica la recibe un chiquito o alguien que sufre del
corazón?
—El cerco debe instalarse a una altura determinada. Es seguridad perimetral, se puede
instalar en techos, tapias, puertas y portones, pero no puede estar en un lugar público como una
vereda y no permite que la persona ni un animal queden pegados. Es un sistema que trabaja enviando
pulsos de energía controlada a través de conductores, es menos nocivo que la corriente de 220 que
encima es continua. El cerco no mata, sólo inhibe la intención de tratar de invadir nuevamente una
propiedad. Provoca una reacción desagradable, malestar en el cuerpo, pero no lesión.