Wilhelm Conrad Von Róntgen, director del Instituto de Física de la Universidad de Würzburg de Alemania y considerado uno de los científicos más brillantes de su tiempo, descubrió el viernes 8 de noviembre de 1895 la capacidad de los rayos catódicos de hacer emitir luz a una sustancia fluorescente colocada a una determinada distancia fuera de la ampolla de vidrio que encerraba al cátodo. Se trataba de lo que se conoce popularmente como los "rayos X".
Mediante este experimento Róntgen demostró, en contra de la opinión de otros, que estos rayos catódicos podían atravesar no sólo el vidrio sino que también otros objetos sólidos y si bien eran invisibles al ojo humano, eran detectables por sustancias fuertemente fluorescentes. A partir del descubrimiento y luego de 6 semanas de intenso trabajo con un tubo de vacío de Hittford-Crookes, Róntgen reconoció casi intuitivamente que estaba tratando con un nuevo tipo de energía radiante. Luego de determinar algunas de sus características y la naturaleza de la misma, terminó denominándolos "Rayos X". Dicha denominación se relacionaba con el símbolo algebraico de lo desconocido ("X") y el descubridor se negó a que fueran denominados "Rayos Róntgen" a pesar de que fueron inmediatamente popularizados con ese nombre.
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Aun hoy, existe cierta incertidumbre sobre lo que sucedió exactamente el 8 de noviembre de 1895, la noche del descubrimiento. Como Roentgen dio instrucciones de quemar parte de sus pertenencias después de su muerte, para reconstruir los hechos se necesita una minuciosa labor de detective. Lo cierto es que, por aquella época, muchos físicos estaban estudiando la naturaleza de los rayos catódicos o de electrones, por lo que es probable que el investigador, mientras experimentaba con los rayos catódicos, haya visto accidentalmente la misteriosa luminiscencia de un papel pintado con una sustancia fluorescente sensible a la luz.
El texto completo de su trabajo "Sobre un nuevo tipo de rayos" fue publicado hacia fines de 1895 en una revista científica periódica de la Universidad de Würzburg. El 2 de enero de 1896 Róntgen envió copias de su publicación a varios de sus amigos, otros renombrados fisicos de Europa y Estados Unidos, con el objeto de obtener de ellos una revisión crítica de su trabajo.
Un antiguo compañero de estudios de Róntgen, Franz Exner, muy entusiasmado con el trabajo lo comentó en una reunión social organizada en su casa de Viena. El hijo de un editor de periódicos presente en ese momento solicitó prestadas las fotografías que acompañaban a la copia del trabajo de Róntgen y el 5 de enero de ese mismo año la noticia del descubrimiento de los Rayos X fue publicada en la primera página del periódico Freie Presse de Viena.
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Radiografía de abril de 1896.
La noticia fue tomada por el corresponsal vienés del periódico Chronicle de Londres y por ese medio telegrafiada alrededor del mundo el día 6 de ese mismo mes. Las crónicas periodísticas informaban "el descubrimiento del profesor Róntgen de la Universidad de Würzburg" recalcando que "estos nuevos Rayos X, a diferencia de los rayos ordinarios de luz, podían penetrar materiales orgánicos y otras sustancias opacas", lo cual permitía "fotografiar" objetos metálicos escondidos entre los pliegues de una tela o una caja de madera, por lo cual "el descubrimiento ya estaba siendo utilizado para fotografiar fracturas y proyectiles en el cuerpo humano".
Este informe no pasó inadvertido para el resto de los científicos del mundo. En las siguientes semanas los Rayos X fueron objeto de un extenso número de artículos, conferencias y demostraciones en la mayoría de las ciudades alrededor del globo. Y fue el 23 enero de 1896, que Roentgen realizó su primera demostración de los rayos ante la Sociedad Médica Física de Würzburg.
De golpe, a Roentgen le llovían los premios, honores y pedidos, pero cada vez le resultaba más difícil mantener su cronograma habitual de trabajo en el laboratorio. Por ello, terminó aislándose no solo del público, sino también de sus colegas.
En 1900 con el ofrecimiento de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich y en 1901 con el reconocimiento del Premio Nobel, Roentgen alcanzó la cima de su carrera académica. Sin embargo, la creciente fama también tuvo su lado oscuro: la discusión sobre quién descubrió primero los rayos lo persiguió hasta la vejez. Dado que los rayos X habían existido siempre y él fue simplemente la primera persona que los percibió y estudió, algunos investigadores le reclamaban la autoría.