El arte tiene su demostración más elegante, refinada y deseada en las joyas, las cuales forman parte de algunas de las obras más costosas de la historia de la humanidad. Detrás de cada una de ellas hay un joyero, quien fabrica estos objetos cargados de un valor que supera el económico.
Los joyeros han acompañado a la humanidad con su arte desde siempre, y muchas familias le agregan un valor sentimental a sus elementos, que pueden llevar al recuerdo de historias de gran importancia para ellos. Anillos, aros, brazaletes, cadenas, colgantes, collares, coronas, relojes, sortijas, tiaras y otros elementos más que no solo cuentan con un valor estético, sino que son piezas preciadas para muchas personas.
En la Argentina, los joyeros y relojeros están nucleados en varias asociaciones o cooperativas. Una de ellas es la Cámara Argentina de Empresarios de Joyas y Afines, que reúne a orfebres y a relojeros, pero también a comerciantes, fabricantes, importadores, distribuidores, revendedores, proveedores y docentes.
Es por esto que cada 3 de noviembre se celebra en el país el Día del Joyero y del Relojero. Durante esta fecha, estos profesionales festejan su día en la creación de los objetos más delicados, desde un reloj para todos los días hasta una pieza de lujo.
Por qué se festeja el 3 de noviembre
El origen de la celebración cada 3 de noviembre es en conmemoración a Benvenutto Cellini, uno de los orfebres más destacados del Renacimiento italiano, quien nació en esa misma fecha en 1500.
Cellini aprendió el oficio a los quince años, cuando ingresó como aprendiz de Antonio Di Sandro, y luego fue discípulo por un breve tiempo de Miguel Ángel, de quien aprendió la técnica de la escuela florentina y se hizo experto en bronce. Realizó las más diversas obras de arte gracias a sus habilidades como medallista, escultor, cincelador y joyero.
Trabajó para reyes y familias aristocráticas de Italia, Francia y España. Para los historiadores del arte, su figura resume tanto la genialidad como la locura. Murió en Florencia en 1571 y está enterrado en la iglesia de Santa María Novella.
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Entre sus trabajos más importantes aparece el crucifijo de El Escorial, que esculpió en mármol en el año 1562 y que Francisco de Médici le regaló a Felipe II de España. Se ha dicho que esta obra “es la cabeza más bella del Renacimiento italiano” y en la actualidad puede verse en la Basílica de El Escorial, en España. Por motivos religiosos, se expone con un paño de pureza, ya que Cellini lo creó con el estilo de desnudo integral.
Además, fue el creador del salero de oro y de esmalte que realizó para Francisco I de Francia entre 1539 y 1543 (se encuentra en el Kunsthistorisches Museum de Viena), el relieve en bronce de la Ninfa de Fontainebleau (puede verse en el museo del Louvre de París) y el busto en bronce de Cosme I (Museo Bargello en Florencia). No obstante, los expertos señalan que su obra maestra es la estatua de Perseo, realizada en bronce entre 1545 y 1554, que se encuentra en la Piazza della Signoría, en Florencia.
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