En ese marco, pensar el país se torna una cuestión acuciante. Y se trata de hacerlo, claro, con rigor, es decir, desnudándose de preconceptos e interrogando al pasado para que surjan respuestas y, así, poder intervenir con lucidez en este presente asediado.
La Argentina como problema, publicado recientemente por Siglo XXI, es una notable compilación de artículos EM_DASHo, si se quiere, miniensayosEM_DASH a través de la cual se intenta indagar en el misterio nacional. Se lo hace, por fortuna, desde diversos ángulos.
Resulta complejo resumir en este espacio el panorama que abarca este ambicioso volumen de cuatrocientas páginas, editado por Carlos Altamirano y Adrián Gorelik. Hacemos el intento.
En el arranque, y bajo el título "Visiones liberales", Horacio Crespo y Silvia Sigal echan un vistazo, justamente, sobre dos hombres clave: Joaquín V. González y Federico Pinedo. De inmediato, en "Comunidad imaginada", el rosarino Martín Prieto y Fernando Degiovanni se ocupan de Ricardo Rojas y José Ingenieros. En "La nación asimétrica, Buenos Aires y el interior", el mencionado Gorelik, Ana Teresa Martínez, Ana Clarisa Agüero y Diego García trabajan sobre Manuel Gálvez, nuestro Juan Álvarez, Bernardo Canal Feijóo y Saúl Taborda. Después, en "Democracia, caudillismo y masas en el país aluvial", María Inés Tato, Ricardo Martínez Mazzola y Jorge Myers ponen la lupa sobre Alberto Gerchunoff, las raíces del caudillismo en los años yrigoyenistas y José Luis Romero. En "Los obstáculos del progreso", Roy Hora y Jimena Caravaca abordan el latifundio y el pensamiento de Raúl Prebisch. A posteriori, en "La cuestión de la clase dirigente", la derecha nacionalista y la figura de Julio Irazusta son analizadas por Fernando Devoto y Andrés Kozel. En "Nación y nacionalismo", Martín Bergel y Adriana Petra reflexionan sobre Forja y Héctor P. Agosti. "Mitos y pasiones" incluye trabajos de María Teresa Gramuglio (sobre Martín Fierro), Sebastián Carassai (Arturo Jauretche), Alejandro Blanco (Julio Mafud) y Laura Ehrlich (Eva Perón). Cierra el volumen el apartado "Un país en su callejón", donde Carlos Altamirano escribe sobre el peronismo en la obra de Tulio Halperin Donghi y Hugo Vezzetti lo hace sobre el pensamiento de Guillermo O'Donnell y Juan Carlos Portantiero.
El temario, como se ve, resulta tan exhaustivo como apasionante. Se puede discrepar con las visiones de los articulistas —que en no pocos casos se prestan a la polémica—, pero lo que no se podrá jamás es poner en duda la medulosa densidad de los textos. Parejos en calidad, plantean un abanico de cuestiones que en muchos casos parecen haberse ausentado, extrañamente, del debate de ideas.
Ideas, precisamente, es lo que hace falta para que el país resurja —o surja—. Además de ética y generosidad, por supuesto. Este riquísimo y controversial libro merece un lugar en la biblioteca de todos aquellos que se preocupan por el destino de la Argentina.