El spinner, el juguete del momento se consigue a módico precio en cualquier kiosco o puesto callejero y hasta ya se regala en los cumpleaños de los chicos en la denominada "sorpresita".
El invento no puede ser más sencillo. Se trata de un artilugio de plástico que puede mantenerse girando en los dedos entre 2 y 4 minutos, dependiendo de la energía con la que se impulse.
El básico, de tres vértices, es el más vendido, aunque también hay diseños de dos y de cinco puntas. Los hay de colores y estampados, algunos incluso se iluminan.
El spinner llega con polémica ya que se le le adjudican propiedades terapéuticas y antiestrés. El juguete es furor en España, por eso elpais.com ya analizó sus efectos.
Mentira: es terapéutico
"Hoy por hoy, vender un spinner como un remedio a trastornos de déficit de atención es fraudulento. Hace falta investigarlo mucho más. Es muy preocupante la tendencia de la sociedad a vender cualquier cosa como terapéutica sin evidencias científicas", argumenta la psiquiatra infantil Beatriz Martinez.
Según el especialista, Álvaro Bilbao lo que realmente funciona es trabajar el autocontrol, los límites y las normas. "El logro es conseguir que el niño se concentre solo, sin ayuda de un cacharro hipnótico. Una buena forma de incentivar esto en un caso de déficit de atención es animarle a que aguante lo máximo posible tranquilo o concentrado, haciendo los deberes, por ejemplo, sin ayudarse de ningún estímulo externo, y que vaya superando su marca personal".
Tips y consejos para usar el spinner
Verdad: es el juguete del momento
En plataformas de venta online como Amazon o AliExpress el aumento de las ventas de este juguete es espectacular. "Solo en la primera semana de mayo las ventas de spinners en España se han multiplicado por cuatro respecto al pasado mes de febrero. De hecho, los clientes de Amazon.es han comprado estos juguetes un 305 por ciento más en la primera semana de mayo que en el último año y medio", aseguran desde Amazon España.
El neuropsicólogo Álvaro Bilbao se ha hecho con uno de ellos para tratar de entender el fenómeno: "Yo creo que es entretenido porque no para de moverse y el ruido que hace es bastante hipnótico. Al final estás pendiente de cuándo va a parar de girar".
Verdad: es adictivo porque es sencillo
Laura, una estudiante de 13 años, cuenta que desde hace un mes en su colegio los llevan todos sus compañeros, aunque no les dejan jugar con los spinners durante las clases: "Solo podemos usarlos en el recreo. Es divertido porque es muy fácil usar. Todo el mundo puede hacer que se muevan. Darle vueltas al spinner relaja".
Miguel Ángel, padre de una niña de 7 años, decidió probar el juguete que llevan la mayoría de los compañeros de su hija, ella incluida, a clase. Esta es su conclusión: "No me parece que tenga nada especial, simplemente es una cosa que gira. Me recuerda un poco al yoyó, que lo único que hacía era subir y bajar. Quizá esa sencillez es lo que lo hace adictivo. Dominarlo requiere pequeños desafíos que uno va superando sin problemas: primero piensas ¿seré capaz de hacerlo girar sin que se me caiga? Y cuando constatas que es la cosa más fácil del mundo, pruebas a hacerlo con cada dedo de la mano. Y por último con la nariz".
La prueba del spinner en el agua
Mentira: no desconcentra a los niños en clase
"He tenido que requisar varios en clase. Los niños los usan mientras estás explicando y están más pendientes de cuánto tiempo aguanta el spinner en movimiento que de lo que les estás contando", explica Marta Lozano, profesora del colegio Virgen de Atocha de Madrid. Este colegio madrileño no es el único en el que proliferan estos pequeños juguetes. "En mi clase todos tenemos uno. Si lo sacamos mientras estamos en clase, la profesora nos lo requisa", cuenta María, alumna de primero de primaria.
Verdad: su creadora no se llevó un peso
Catherine Hettinger (62 años, Florida) creó el fidget spinner en 1993 con el único fin de interactuar con su hija Sarah. Hettinger sufre de miastenia (enfermedad que afecta a los músculos y provoca fatiga) y esta era una de las pocas maneras que tenía de jugar con Sarah. En 2005, la patente caducó y no pudo pagar los 360 euros que costaba renovarla. Casi 25 años después de que lo inventara, se venden miles de ellos al día y ella no recibe ni un céntimo de los beneficios que generan sus spinners. Sin embargo, Hettinger, que ahora podría ser millonaria, no vive torturada por su mala suerte. "Al contrario: estoy muy emocionada de que algo que yo creé tenga tanto éxito. Mi principal motivación nunca fue hacer dinero con los spinner", aseguró la estadounidense a The Guardian.
Mentira: hay estudios que avalan su eficacia
Muchas de las páginas web que lo tienen a la venta anuncian el spinner como un artilugio "perfecto para la ansiedad, la concentración, el déficit de atención, el autismo, la hiperactividad, el estrés o incluso para perder malos hábitos". Descripción que a los especialistas que hemos consultado no les resulta fiable.
"Para poder considerar un producto como terapéutico hacen falta de cuatro a cinco años de investigación previa. De momento, no hay ningún estudio o informe que avale las propiedades curativas que algunos adjudican a los spinners", señala Álvaro Bilbao. Opinión que también comparte la psicóloga especializada en infancia y adolescencia Cristina García Van Nood: "Lo vi por primera vez hace un mes; ahora lo tienen muchos de mis pacientes, por eso me he informado. No hay ningún estudio científico que certifique su eficacia como tratamiento terapéutico. Y por lo que he visto en consulta es todo lo contrario. Los niños no atienden mientras están jugando con ellos y tengo que pedirles que lo guarden cuando están en consulta. Es totalmente contraproducente".