Si Central no hubiera tenido más malos momentos que buenos, Carlos Tevez hoy no sería el entrenador del equipo de Arroyito. Posiblemente hubiera continuado el Kily González o, en su defecto, se hubiese mantenido en el cargo Leandro Somoza. De igual forma, hay un comportamiento que no le es ajeno a ninguno de estos últimos técnicos y que tiene que ver con la irregularidad, tanto en el juego como en el resultado, aunque en la mayoría de los casos una cosa conlleve a la otra. Y este Central de Tevez no se anda con chiquitas en esto de un día mostrar una cara y al próximo partido exhibir otra. De allí la falta de consistencia en los resultados, que en definitiva es lo que casi siempre terminan marcando a un equipo. Por eso salta de actuaciones halagadoras visitando a equipos grandes, como el sábado ante San Lorenzo o antes frente a Boca e Independiente, y otras como las de Banfield, C. Córdoba o Tigre.
Cuando la semana pasada Ovación publicó un informe con el título “Un pasito para el frente, un pasito para atrás” lo hizo ya dentro de un marco de análisis de algo que se venía notando, que es la falta de capacidad del equipo de dar un verdadero salto cuando la situación lo amerita, pero básicamente cuando tiene la responsabilidad de hacerlo.
La autoridad con la que se plantó el canalla en cancha de San Lorenzo no es algo que merezca menospreciarse. Más bien todo lo contrario. Porque fue a partir de ese formato sólido desde donde echó las bases para un partido inteligente. Porque no caben dudas de que ese fue el trámite que imaginó Tevez en la previa y que sus dirigidos llevaron a la práctica con bastante eficacia.
Por supuesto que se pueden cuestionar algunas cosas en medio de ese “buen partido” al que se hace referencia, como por ejemplo la poca capacidad de generación de juego y la prácticamente nula disponibilidad de situaciones de riesgo. Pero todo eso se debió a que Central jamás intentó jugar para someter a San Lorenzo, sino que lo hizo para mantenerlo a raya e intentar golpearlo en los momentos que pudiera. Lo que hubo fue una idea acabada, acompañada por una estrategia clara.
Lo que no hay que desconocer es no sólo el andar firme que traía San Lorenzo, sino el golpe que Central se había pegado en el partido anterior, ante Banfield y frente a los ojos de sus hinchas. Es cierto, en aquella ocasión mereció al menos no irse del Gigante con las manos vacías, pero ese cachetazo no hizo otra cosa que poner a este Central en una situación de inferioridad futbolística y emocional en relación al ciclón.
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Central fue a la Bombonera y empató sin goles con Boca.
Marcelo Bustamante / La Capital
¿Qué hizo Central? Fue al Nuevo Gasómetro con la fotocopia del equipo con el que había salido a jugar contra Boca en ese otro partido que merece ser incluido en el análisis de los vaivenes canallas.
Porque por más que Boca no esté atravesando un buen momento, lo bueno de Central en aquella ocasión fue sentirse que era capaz y que tenía las armas suficientes como para hacerse respetar en la mismísima Bombonera. Algo parecido a lo de Independiente.
Tevez pudo haber transcurrido toda la tarde-noche del sábado y todo el domingo pensando porqué su equipo viaja de un extremo al otro, con comportamientos tan disímiles. Sin dudas la respuesta, al menos una de las tantas posibles, es que es la consecuencia en la búsqueda del ideal en un equipo todavía en formación. Porque, aunque suene raro y haya transcurrido ya más de la mitad del torneo, este Central sigue siendo eso.
De lo contrario, no andaría viajando de un partido consistente ante un grande como Boca a otro de bajo relieve como el que hizo ante Banfield y de allí nuevamente a la, al menos, solidez del de San Lorenzo.
No sólo no está de más recordarlo, sino que es necesario hacerlo, esto de que al equipo lo que más le faltó fue juego, a tal punto que ese enorme botín que parecía poder llevarse del Nuevo Gasómetro lo hubiera atesorado habiendo pateado un solo remate al arco (el tiro libre de Ignacio Malcorra). Es que buscar refugio en ese compromiso, en esa contracción a la marca y en esa clara intención de contener al rival por encima de todo, sería pan para el presente, pero hambre para el mañana.
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El conjunto de Tévez visitó a Independiente y el partido culminó 0 a 0.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
A Central le hace falta más partidos como los de Boca, San Lorenzo y Barracas Central si es que pretende meterle algo más de decoro a la recta final del torneo. Y en la medida de lo posible extrayendo lo mejor de cada una de esas actuaciones, donde el convencimiento y la solidez pueda entablar un buen diálogo con el atrevimiento y la osadía.
Quizá sea mucho pedir para este Central que es capaz de brindar una imagen endeble y que, en canchas complejas como la Bombonera y el Nuevo Gasómetro, siente que puede pararse de una manera más firme y marcar presencia. Pero es un paso que debe permitirse dar.