El esgrimista de Jockey Club fue vicecampeón de espada masculina +50 en el Campeonato del Mundo de Veteranos disputado en Baréin. La esgrima en la sangre
06:10 hs - Lunes 01 de Diciembre de 2025
Argentina es un país que no tiene la cultura de la esgrima que sí tienen países como Francia, Italia, Polonia, Hungría o Rusia, por citar algunos ejemplos. Por eso no es común que los espadistas albicelestes estén en podios mundiales. Sin embargo, una excepción fue la de Carlos Covani, el atleta del Jockey Club Rosario que se clasificó subcampeón de espada masculina +50 en el Campeonato del Mundo de Veteranos que se realizó en Manama, la capital de Baréin. Se quedó con la medalla de Plata que bien pudo ser dorada, ya que en este certamen el diestro rosarino cayó en la final ante el polaco Aleksander Atanassow por 7 a 6, por golpe de oro.
Si bien estas competencias de veteranos son algo completamente distinto al deporte de alta competencia (de hecho no tiene una fase clasificatoria), tiene sus bemoles. En el Mundial de Baréin, los 77 esgrimistas fueron divididos en la primera ronda en 11 grupos de 11, compitiendo en cada zona todos contra todos. En esa primera fase Covani ganó todos sus compromisos en el Grupo 3. Sucesivamente superó a Ludovic Lesne (Francia), Wal Ching Jason Chan (Hong Kong), Wojciech Zukowski (Polonia), Dmitriy Dimov (Kazajistan), Salmán Ali (Baréin) y Wajdi Abassi (Túnez).
Estos marcadores lo habilitaron a jugar directamente la ronda de 64 donde venció 10-2 a Khalifa Alatawi (Sudáfrica). En su camino a la final, en el cuadro de 32 superó a Andrei Riaskin (Kazajistán) 10-7 y en el de 16 a Tomás Staka (República Checa) por 10-5. En cuartos de final, derrotó a Dariusz Zielinski (Polonia) 10-9 y en semifinal a Mehmet Tepedelenlioglu (Estados Unidos) por 10-7.
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Llegó a la final de esgrima
Así ganó todos los asaltos de la serie y fue avanzando en el cuadro hasta llegar a la final donde se encontró con Aleksander Atanassow un polaco de 2,10 metros, un verdadero gigante que le ganó por poco.
“Me sacaba 30 centímetros de altura y eso que no soy chiquito. Era tan alto que no me tocaba en el pecho, lo hacía en la cabeza porque le quedaba más cómodo”, confesó asombrado el diestro rosarino que mide 1,80 metros.
Con respecto a la definición, Covani destacó: “Fue un asalto que lo pude resolver bastante bien, fue muy parejo. Arranque perdiendo 2-0 logré nivelarlo y estar 6-5 arriba. Muy cerca del final me tocó, se puso 6-6 y cuando se acabó el tiempo fuimos a tiempo suplementario con golpe de oro. Y ahí, a mitad de ese minuto, me tocó y perdí 7-6”, dijo.
Con cierto grado de resignación contó que ese momento lo reinterpretó, lo alteró mentalmente, como quien reescribe un relato inconcluso: “En ese momento y durante varios días repase mentalmente esos 30 segundos. Pero cualquier lucubración era y es contra fáctica. Nadie ni nada me garantizaba algo. Pero en ese momento te reprochas no haber hecho algo distinto porque la diferencia fue nada. Es preferible perder 10-5 que 7-6... un resultado así te deja con una amargura tremenda. Yo, particularmente, sentí como que salí último”.
El polaco sacó ventaja
Un toque fue lo que inclinó la balanza a favor del polaco. Esa sutil diferencia dio vueltas por la cabeza de Covani por varios días. Según el mismo contó: “Con el diario del lunes te digo que tendría que haber previsto que iba a hacer lo que hizo, pero son todas cuestiones muy tácticas. Ahora, mucho más sereno, y siendo honesto conmigo mismo, si un mes antes me hubieras dicho con qué lugar me conformaba te hubiera dicho con un tercer puesto. Mi objetivo era buscar una medalla, no me importaba el color que sea. Me hubiera encantado escuchar el Himno y que en lugar de la bandera polaca esté la argentina”.
Lo que la amargura no le dejó ver en un primer momento fue que se había superado a sí mismo, que había vuelto a subir la vara y que su desempeño continuaba en forma ascendente, más allá de haber perdido esa final. Además el resultado tiene otra magnitud si se tiene en cuenta de que Covani dio ciertas ventajas ya que asistió a la cita sin estar recuperado totalmente de una vieja lesión en la espalda y otra en su mano derecha.
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"Una caricia al alma"
“En este Mundial me sorprendió gratamente el reconocimiento que tuve por parte de italianos, franceses, alemanes, británicos, quienes se acercaron a felicitarme o saludarme. Fue una caricia al alma. Hace años atrás no existía, no sabían quién era. Era un argentino molestando. Y te dabas cuenta en el trato, en el comportamiento, en la forma en que te encaraban en la pista, notaba que no había un respeto deportivo. Porque no es normal que Argentina esté en el podio. Nadie espera que pase eso. Si hasta hubo uno que me preguntó en qué parte de Europa vivía, esperando que le diga cualquier cosa menos que vivía en Argentina”, contó Covani, quien en pocas palabras graficó su crecimiento.
Luego, a modo de epílogo expresó: “No soy un dotado, vengo trabajando desde hace siete años para llegar a este nivel. Esto me confirma que si vos te esforzás, tenés los resultados. Particularmente éste Mundial me sirvió para confirmar una convicción interna que tenía. Yo sabía que podía. Hoy repasando todo lo que pasó estoy contento con mi medalla de segundo puesto. Si no fue de oro, fue por algo... El año que viene iré por el primer puesto en el Mundial de Georgia. Estoy convencido de que puedo. Tengo las ganas y si el físico me acompaña, voy por ese sueño”, anunció Covani, quien de esa manera redobló la apuesta.