El adiós a Hermes Binner produjo un torbellino de condolencias y saludos de todo tipo. Mucha gente que lo conoció aprovechó para contar un recuerdo con el ex intendente de Rosario y gobernador de Santa Fe. Una de sus conocidas cualidades era la sencillez y el desapego por las comodidades excesivas, en especial por sentir que un dirigente político debe tener una vida parecida a la de los ciudadanos comunes. Sobre esta arista Roderick Mac Lean, un periodista que trabajó en La Capital y acompañó a Binner en dos ocasiones a Europa en funciones de asesor, contó dos anécdotas simpáticas. Una fue en 2013 cuando iban a Roma a una audiencia con el Papa Francisco. La empleada del mostrador de Alitalia reconoció a Binner y les pidió un momento de espera. Al volver le anunció que había conseguido un upgrade de la cabina para pasarlos a primera clase, donde la comodidad de las butacas y el catering es muy superior. Binner miró a su colaborador, que estaba encantado con la novedad, y le dijo: “Si querés cambiate vos. En la clase normal yo voy de lo más cómodo”. Otra viñeta de su particular estilo se dio cuando lo invitaron al 150 aniversario del Partido Socialista alemán. Fueron a un hotel de Leipzig y les asignaron dos habitaciones. Roderick se sorprendió cuando entró a la suya, una suite gigante con living y dormitorio de estilo. Y más cuando al buscarlo para un llamado por Skype descubrió que Binner estaba en el piso inferior en un cuarto diminuto. “Hermes se confundieron, me dieron tu habitación a mí, avisemos a Recepción para que nos cambien”. Binner negó con la cabeza y comentó que estaba diez puntos. “Además si hay un atentado va a ser en el piso de arriba”, le dijo. Se quedó en el cuarto mínimo los cuatro días.