Federico de la Barra nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1818. Rosario a mediados del siglo XIX, a pesar de sufrir los efectos del centralismo nacional y provincial, que atentaban contra su desarrollo, se caracterizó por la presencia de dirigentes con una sólida formación profesional, inmigrantes comerciantes, emprendedores solidarios y de gran generosidad hacia la población que necesitaba obras impostergables en educación y salud, e instituciones que apoyaran estas urgencias. Gozando de reconocimiento hacia su personalidad y trabajo periodístico, con sus jóvenes 36 años decidió trasladarse a Rosario, ciudad donde se casó, en la catedral, el 9 de septiembre de 1865 con Emilia González Funes, mujer culta y elegante. Hizo de su residencia en Rosario, un lugar de tertulias con los personajes más destacados de la ciudad. Tuvieron tres hijos: Arturo; Emma, que nació en 1861, escritora, bajo el seudónimo de César Duayen. Su obra “Stella”, novela de costumbres argentinas que, en 1905, fue record de ventas en el país y en el extranjero, fue llevada al cine en 1943; y Horacio, falleció en 1888 a muy corta edad. El 25 de mayo de 1854 apareció el primer número del primer periódico “La Confederación” por él fundado, ejerciendo el periodismo. “Hace algunos meses que concebimos la idea de dar un periódico a la ciudad del Rosario y dotarla también de un establecimiento tipográfico que satisficiese las necesidades públicas, abrazando una infinidad de publicaciones indispensables en un pueblo que se esfuerza notablemente en su desarrollo, que reclama medios, y que necesita facilidades, provocando gran expectativa como principal elemento de cultura en la incipiente ciudad”. Antes de su aparición las más destacadas noticias, decretos y documentos oficiales, era tarea de pregoneros, toque de clarín o tambor o se fijaban manuscritos en las puertas de las iglesias u otros edificios públicos. Dejó de imprimirse en octubre de 1861, como consecuencia de la batalla de Pavón y la caída del gobierno de Paraná a quien adhería. Fue diputado y senador nacional y convencional para la reforma de la Constitución de 1861 en representación de Santa Fe. Federico de la Barra fue “un hombre culto, generoso y caballero en todos los actos de su vida”, así lo describían las notas que sobre él se expresaron. Su porte distinguido, su infaltable galera de felpa y levita abotonada, sus cabellos blancos y su larga y cuidada barba lo destacaban. Falleció en Buenos Aires el 1º de diciembre de 1897, donde se había radicado.