Esta vez no le tocó convertir, pero el aporte de Fideo fue nuevamente determinante. Un partido de alto vuelo del jugador estrella que tiene el Canalla.
00:28 hs - Lunes 06 de Octubre de 2025
Un partido más y, como de costumbre, Ángel Di María demuestra que está más activo que nunca. Porque no hace falta que convierta goles, de esos que ya anotó de manera magistral, sino que su influencia se hace carne mientras tenga la redonda cerca suyo. Central lo disfruta.
Pero lo de Fideo no sólo pasa por los pies o su zurda mágica, también hace la diferencia cuando usa la cabeza, de donde fluye una inteligencia que, está claro, marcha por encima de la media del fútbol argentino.
Así como lo había hecho en el clásico y también frente a Boca, los partidos en los que su figura se iluminó a partir de su tremenda pegada, no podía dejar pasar por alto esta cita, frente a un River que tiene equipo, plantel y toda una historia por detrás.
Después de que River aminorara la marcha en ese mejor arranque del Millonario, Fideo hizo lo que su nombre le exige: ponerse el equipo al hombro. No sólo no le tembló el pulso, sino que comenzó a hacer cosas como para pensar que todavía tenía hilo en el carretel para lucir la camiseta de la selección.
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Aportó en el gol de Ibarra
De arranque nomás, fue el ejecutante de la pelota parada en el gol de Franco Ibarra. Es cierto, hubo un mal control, después el despeje fallido de Armani y la individual del volante central canalla, pero todo comenzó allá, en el lanzamiento de Angelito.
Un par de sutilezas más hasta que llegaron esos cuatro minutos fatídicos para River en los que Di María primero hizo amonestar a Portillo, a quien le tiró un caño y luego se le puso cara a cara. El volante de River lo tomó del cuelo y por eso vio la amarilla. Tres minutos después Fideo encaró hacia el área y Portillo lo taló. Segunda amonestación y afuera.
Sobre el final del primer tiempo le tiró tres amagues al Huevo Acuña, al que desairó siempre y metió un centro a la cabeza de Veliz, quien no pudo darle con firmeza.
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Otro centro envenenado de Di María
Cuando Central logró inclinar por primera vez la balanza en su favor fue por ese gol que nació en los pies de Di María. Gran enganche por la derecha, centro al corazón del área y tras el despeje el zapatazo de Malcorra. Ya era, por lejos, el jugador con mayor incidencia en el partido.
El cabezazo que Enzo Giménez metió en el palo fue por un córner de Di María. Alejo Veliz no pudo impactar en el corazón del área chica tras el centro a tres dedos de Fideo. En otra se la puso en el pie a Campaz, en el segundo palo, pero Armani la terminó enviando al córner tras el remate del colombiano. A Campaz también se la cedió como con la mano, a espaldas de Montiel, en la jugada en la que el centro del tumaqueño no pudo ser interceptado por Veliz.
A esa altura del partido, cada pelota que tocaba Di María, la ovación de los hinchas se hacía una constante. No había otra forma de entender que gran parte de la remontada canalla se había gestado en los pies de este refuerzo de lujo que el Canalla sumó en el último mercado de pases.
Más aportes de Fideo
Le quedaban algunos movimientos más con el lujo que lo caracteriza, como ese que expuso para que Castaño no tuviera otra alternativa que bajarlo y que el árbitro Yael Falcón Pérez tirara otra amarilla al aire.
Hasta el hecho de volver a aguantar los 90 minutos en cancha es para destacar, pero está claro que mientras el físico le de, la importancia de Angelito Di María es insoslayable.
Algunas veces fueron goles de alta gama, como el del clásico y el olímpico frente a Boca, otras con penales mediante una ejecución infalible. Pero su talento se hace evidente también cuando no convierte, cuando maneja los hilos del equipo, cuando se carga la mochila del empuje y cuando utiliza de manera brillante su cabeza e inteligencia. Si alguien tenía alguna duda, esto es Di María. Un jugador de otra categoría.