En el inicio del semestre y en el transcurso del mismo, el Canalla tuvo metas que cumplir. En la mayoría de ellas tuvo un balance positivo. Falló en el final
Leonardo Vincenti / La Capital
Central lo buscó de todas formas ante Huracán, también por arriba, sobre todo en el final.
El golpe de la eliminación todavía duele en Central y es lógico, sobre todo por la enorme expectativa que habría generado el equipo en la fase de grupos y en la primera instancia eliminatoria. A esta altura, con el partido de 16avos de final de Copa Argentina por delante, es posible realizar un balance del primer tramo del año para el equipo de Ariel Holan, algo que, más allá de la desazón del pasado domingo, da un saldo altamente positivo.
Generalmente, un balance contempla los objetivos planteados de antemano, en este caso antes de que la competencia se inicie. Por eso es necesario establecer qué metas se fijaron en aquel momento y cuáles de ellas se cumplieron.
Afirmar que Central inició la pretemporada con la idea de ser campeón suena demasiado grandilocuente. Porque más allá de que siempre se apunte a lo más alto, en el medio hay objetivos que cumplir en el camino. Desmenuzarlos parecería ser lo más correcto.
Podía sonar a un objetivo fácil, ya que entraban ocho de 15, pero nadie sabía a ciencia cierta cómo iba a responder el equipo. Y ya en las primeras fechas el Canalla estableció una tendencia clara de hacia dónde iba.
Es más, ya en la séptima fecha quedó a un paso de la clasificación. Es que de esos 21 puntos en disputa obtuvo 17 (triunfos ante Godoy Cruz, Lanús, Atlético Tucumán, Newell's y Sarmiento; empates contra San Martín de San Juan y Deportivo Riestra), con victoria en clásico incluida. Pintado de esa forma, a Central se le hizo demasiado fácil lograr el pasaporte a las instancias finales del torneo.
Es cierto, el pasaje lo selló recién a cuatro fechas del final (tras el triunfo frente a Vélez en el Gigante), cuando las matemáticas le dieron la derecha por completo, ya con el noveno por ese entonces sin posibilidad de alcanzarlo. Fue un recorrido de partidos duros y muy trabajados, pero resueltos de una manera relativamente sencilla.
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Es verdad que se trata de un solo partido, pero históricamente el clásico se plantea como objetivo. Es casi un campeonato en sí mismo. Los que más fe pueden dar de ellos son los hinchas, quienes en el momento en el que se conoce el fixture lo primero que hacen es mirar en qué fecha se disputa el clásico.
La historia de lo ocurrido en el torneo Apertura es conocida por todas y claramente fue otro de los objetivos cumplidos por parte del plantel y el cuerpo técnico, y más teniendo en cuenta que el partido fue en condición de visitante.
Cómo habrá sido la importancia que Central le dio a ese partido que en la previa Holan optó por preservar jugadores en la visita del Canalla a Deportivo Riestra. Lo hizo porque entre partido y partido había cuatro días, pero también porque en ese entonces su equipo había logrado un colchón de puntos (10 de 12) importante.
Lo cierto es que la excursión al parque Independencia resultó fructífera, producto de ese 2-1 con goles de Gaspar Duarte y Jaminton Campaz que le valió para sumar otros puntos, como el envión anímico y la cuarta victoria consecutiva en el clásico.
Como cada año, la Copa Argentina era un desafío a sortear, al menos los partidos que estuvieran incluidos en ese primer semestre de competencia. No le resultó sencillo el choque frente a Los Andes, pero lo sacó adelante.
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En el estadio Ciudad de San Nicolás, el equipo de Holan venció al milrayitas en los 90 minutos (1-0 con gol de Lautaro Giaccone) y logró la clasificación a los 16avos de final.
Es cierto, pronto se las verá con Unión, pero esa historia se escribirá a fines de junio, en lo que será parte del andar en la segunda mitad del año. Hasta aquí, aunque se haya tratado de un solo partido y frente a un equipo del ascenso, el Canalla también cumplió su cometido en esa competencia.
Una vez asegurada la clasificación, la prioridad fue clara para Central: terminar primero en el grupo para gozar del beneficio de disputar todos los partidos en condición de local hasta la final. Y lo logró.
Dio un paso importantísimo en cancha de San Lorenzo, pero la patriada más importante se la jugó en el Gigante en la última fecha frente al equipo que le disputaba palmo a palmo ese objetivo: Independiente.
La victoria contra el Rojo no hizo otra cosa que darle la derecha al equipo, que finalmente cumplió con la meta.
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Concluida la fase de grupos, Central sabía que definiría siempre de local hasta el partido decisivo, lo que era un plus. Pero la nafta le dio apenas para el primer partido de esos tres que todos imaginaron en el Gigante.
Cuando se dice que podía aspirar a estar en la final, tiene que ver con esa condición de local a la que Central le sacó lustre a lo largo del torneo, salvo en el choque frente a Huracán.
Porque fue más que correcto el partido que hizo contra Estudiantes, más allá de que el desequilibrio lo halló en los minutos finales con el gol de Carlos Quintana de cabeza, prólogo de la sentencia de Jaminton Campaz.
Pero la flaqueza futbolística que mostró contra Huracán le jugó en contra, ante un rival que lo complicó demasiado y al que ni siquiera logró sacarle ventaja desde lo físico. Por eso el final de la historia para Central, al que le faltó aprobar la materia del favoritismo, al que la primera derrota en el Gigante le pasó factura.
Ese objetivo de máxima, que era aprovechar la localía para llegar a la final soñada en Santiago del Estero, no lo cumplió.
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