En partidos donde las situaciones no abundan, las pocas que se presentan merecen ser aprovechadas. Central fue un equipo con escaso poder ofensivo, ya que las que tuvo pueden ser contadas con los dedos de una mano. Y una de ellas la tuvo Enzo Copetti, el centrodelantero que hasta aquí nunca pudo calzarse el traje de goleador. Hubiese sido fabuloso para el 9 canalla convertir justo en el partido en el que los hinchas bajaron el telón gigante, que cubre las cuatro bandejas del estadio, que fue prácticamente como respuesta al deseo del futbolista.
Culpar a Copetti de la derrota de Central sería el error más grosero y la injusticia más grande que podría cometerse. El 9 fue uno más en el partido apenas discreto que jugó el Canalla.
Mencionar esa jugada en particular es simplemente graficar la idea de lo caro que suele pagarse la falta de eficacia. Sí fue incontrastable la claridad de la chance. Porque para un 9 no puede haber nada mejor que entrar a la carrera y de frente al arco. Copetti hizo todo eso, pero impactó de manera defectuosa de cabeza.
A pedido de Copetti
Y hubiese sido “el” partido para que Copetti festeje. Para aquellos que no lo saben, a la salida del Gigante tras la victoria contra Estudiantes, al 9 le preguntaron por el recibimiento de parte de los hinchas y dijo que estaba sorprendido, pero que le gustaría ver el telón gigante que cubre todo el estadio. La barra acusó recibo y trabajó durante toda la semana para acondicionar la bandera gigante. Seguramente tenían ganas de volver a mostrarla, pero tomaron el deseo de Copetti como disparador.
Esa bandera fue parte de otro festejo impresionante que metió el hincha de Central, pero al que el equipo no pudo darle correlación dentro del campo de juego. Ni siquiera el propio Copetti, que fue quien tuvo la más clara.
