En el marco de las discusiones que volvió a generar la activista sueca Greta Thunberg durante su estadía en Nueva York, en la Asamblea de las Naciones Unidas, quedó picando un tema clave para Sudamérica en general y para Argentina en particular: qué hacer con su sistema ganadero en un mundo en el que parece obligatorio frenar en seco las emisiones de gases de efecto invernadero, y el metano de las vacas es uno de ellos (junto con lo que genera la deforestación).
"No decimos que tiene que haber un colapso inmediato del sistema agropecuario, pero sí mostramos un camino que se tiene que seguir para cambiar. Este debe ser el principio del final para la producción de carne a gran escala, que es mala en todos los sentidos", dijo Johan Rockström, director del Instituto de Investigación del Impacto del Clima de Potsdam (PIK). Y más: "Las reacciones negativas del lobby de la carne industrial se pueden comparar a las que tuvieron en su momento las petroleras que negaban la relación entre el combustible fósil y el cambio climático, o la de las tabacaleras que negaban la relación entre su producto y el cáncer. Lo que marcamos es un hecho, sostenido por académicos".
Las declaraciones del investigador en el EAT Forum 19 que se llevó a cabo el último junio en Estocolmo (Suecia) no son las de un improvisado. Rockström es uno de los autores de Comida en el Antropoceno, sobre sistemas de comida sustentable y dietas saludables, un informe de largo aliento que presentó el EAT junto con la revista médica The Lancet en enero y que es el primero que relaciona de manera sustancial los alimentos con el ambiente a la vez que propone una dieta sustentable de referencia mundial.
Tanto el informe como todo el foro sueco se enmarca dentro de una serie de "disparos contra la carne" y la industria alimentaria en general por las consecuencias que está teniendo la actual manera de producir en personas y ambiente, incluyendo el cada vez más dramático cambio climático (al que el ganado aporta al generar metano, gas de efecto invernadero varias veces más potente que el dióxido de carbono, como parte de su proceso digestivo). Las graves consecuencias sobre el ambiente no son el único foco que busca replantear el negocio de la carne en todo el mundo. La manera en que son tratados los animales antes de su muerte también es parte de la creciente queja de movimientos vegetarianos y veganos. En ese contexto se da la búsqueda de alternativas. Un reciente informe de la consultora AT Kearney señaló, en base a entrevistas a expertos, que hacia 2040 (no falta tanto) más de la mitad de la "carne" que se consumirá provendrá o bien de alimentos vegetales que simulen su gusto o bien directamente de carne producida in vitro. De hecho, en Estocolmo se presentó también con bastante repercusión la llamada "hamburguesa imposible", que consta sólo de productos vegetales y es libre de gluten (usa soja en lugar de harina) y que su creador, Patrick Brown, un profesor de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), ya ha colocado en una famosa multinacional de comidas rápidas (más datos en la web de la empresa, https://impossiblefoods.com/). Según la empresa se usa 95 por ciento menos de tierra y 74 por ciento menos de agua y emite 87 por ciento menos de gases contaminantes que la hamburguesa ordinaria. Y su gusto es casi indistinguible del original.
"Proteínas de plantas, snacks y barritas hechas con grillos ya se muestran como alternativas a algunos productos cárnicos"
En este EAT Forum también se presentó un trabajo conjunto de la Universidad de Oxford y la ONG WWF que mostró que "hay que mejorar las bases de las dietas nacionales y mezclarlas con lo ambiental porque hasta ahora se enfocan sólo en la salud pero deben incluir la emisión de gases y la pérdida de biodiversidad". El presentador fue el investigador Joseph Poore que dijo que "hace falta un New Deal para la naturaleza y la gente, y la gastronomía sustentable es una de las vías que nos llevarán hacia allá".
¿La carne es entonces el enemigo del ambiente y de la salud humana al que hay que desterrar? Jessica Fanzo, directora del programa de ética y política de la comida global de la Johns Hopkins University, baja un cambio y dice que "la carne no es el enemigo porque hay muchas maneras de enfocar el asunto del sector ganadero para asegurar prácticas que resulten más sustentables, pero está en el foco de la tormenta debido al cambio climático. En Argentina, la carne tiene un lugar especial y tradicional en la sociedad. La pregunta es cómo preservar esas tradiciones en medio del cambio climático (y del Acuerdo de París). Se trata de un incógnita para el país".
Por otro lado, el mundo, que tiene alrededor de mil millones de personas con problemas para conseguir comida, sigue con necesidad de proteínas. Entonces, si no alcanza con las plantas, quizá se pueda conseguir de otros animales, en cuya defensa los grupos animalistas difícilmente se pronuncien: los insectos. En el EAT Forum se mostraron varias iniciativas al respecto, por ejemplo snacks y barritas hechas de grillos y similares. Si bien no es algo enteramente nuevo en la dieta universal (los aztecas lo hacían, los mexicanos actuales continúan la tradición, y en el sudeste asiático son casi golosinas las arañas, escorpiones y escarabajos caramelizados), sí se plantea por primera vez como alternativa válida de reemplazo de carne de mamíferos. "Proteínas de plantas, de insectos y de algas para alimento y como materia prima de manera sostenible es un desafío para el futuro de la alimentación y la seguridad alimentaria en la Unión Europea", según Pernille Martiny Modvig, diseñadora y productora de innovación del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT Climate-KIC).
Pero la cuestión no es sólo europea. En septiembre, San Francisco (California) fue sede de la Good Food Conference con el tema central de El futuro de la carne y allí hubo presentaciones de varios de los intentos que se hacen en diversos laboratorios para cultivar células animales in vitro, sin tener que pasar por la ganadería tradicional, con el objetivo de difundir el asunto tanto como en busca de inversores que vean el negocio potencial. "Vamos a sacar esto de algo de nicho para transformarlo en la norma", dijo entusiasmada la oceanógrafa Sylvia Earle, de Mission Blue (organización para proteger los mares).
En tanto Argentina, como icónico productor de carne a nivel mundial, no parece haber detectado todas estas demandas como un problema. Mientras continúa la idea de ampliar mercados de exportación, la sustentabilidad en sentido amplio sigue teniendo un lugar bastante marginal. "Nuestro país está bastante descalzado de esas tendencias; no tenemos opinión formada al respecto", dijeron desde el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina. Es posible que en algún momento, Greta mediante, deba cambiarse esa posición.
Proteínas de plantas, snacks y barritas hechas con grillos ya se muestran como alternativas a algunos productos cárnicos