Crisis en el Conicet Rosario: ya son 44 los profesionales que renunciaron por el ajuste presupuestario

El sistema científico argentino se encuentra en una crítica situación por la falta de fondos: bajos salarios y falta de financiamiento para proyectos

Lunes 14 de Julio de 2025

El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) se encuentra en una situación crítica. A los salarios planchados y la falta de financiamiento se le suman las deserciones de profesionales que buscan mejores horizontes y otros que se ven imposibilitados a seguir en este escenario. A la drástica reducción de financiamiento a proyectos en general se suma otra novedad: este año no habrá becas doctorales para las ciencias sociales.

En Conicet Rosario ya son 44 los profesionales que, por distintos motivos, abandonaron su lugar de trabajo. Así lo determinó el presidente de la institución local, Guillermo Labadie, hace algunos días en distintos medios de comunicación De ese número, 20 renunciaron (ocho administrativos, seis investigadores y seis becarios), 11 tomaron licencias sin goce de sueldo y sin tener la certeza de volver (siete investigadores y cuatro personal de apoyo), otras diez personas se jubilaron (1 personal de apoyo y nueve investigadores), dos administrativos fueron despedidos en el marco del ajuste, y uno fue trasladado a otro CCT.

Hay que tener en cuenta que la planta local contaba en mayo de 2024, y según los datos en la página oficial, de 1.043 profesionales, de los cuales 474 conformaban el staff de investigadores científicos.

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Una muerte no tan lenta

La situación macro del Conicet es alarmante. No hay una ley de presupuesto en el 2025 ni tampoco la hubo en el 2024. Esto quiere decir que muchas de las instituciones están funcionando con presupuesto prorrogado de 2023. “Lo que está autorizado y asignado es una cifra ínfima, a valor de 2023. Todo lo demás que se consigue es resultado de negociaciones políticas en las que a veces se gana y a veces se pierde”, sostuvo el director del Instituto de Investigaciones Socio-Históricas Regionales (ISHIR) del Conicet de Rosario, Darío Barriera, en diálogo con La Capital.

Lo cierto es que los salarios están planchados, las asignaciones para financiar investigaciones fueron suprimidas por lo que tampoco hay dinero para hacer proyectos específicos. Según expresó el investigador, se redujeron las plazas para cubrir puestos de investigador y becas. “La reducción real del presupuesto es del 55% y la del personal del 5%”, afirma Barriera.

En Rosario ya son 44 personas las que dejaron de trabajar en el CCT Rosario, de las cuales 20 eran investigadores. Otros tantos se tomaron licencias sin goce de sueldo y otros decidieron jubilarse. Pero hay otros problemas a nivel macro: “A nivel nacional hay 853 personas designadas sin admitir. No está el dinero para pagarles, pero ganaron sus concursos y hay voluntad de resolver apenas 400 casos de años anteriores, sobre lo cual todavía no hay un criterio fijado”, sostuvo.

Asimismo, el director del ISHIR explicó que el gobierno de Javier Milei suprimió el Ministerio de Ciencia, reducido a la categoría de Secretaría, subordinada al jefe de gabinete de ministros. “No hay como referente un ministerio, y la Secretaría no tiene posibilidad de negociación sin pasar por el jefe de gabinete. La persona que tiene que llevar adelante la negociación es el presidente del Conicet, que fue designado por el Ejecutivo. Tiene más sintonía con Milei que con el Directorio”.

Falta de presupuesto, becas reducidas y reorientadas, investigadores y administrativos que deciden irse por no poder afrontar la situación económica, salarios planchados, son los elementos que forman parte del actual escenario de la ciencia y la investigación en Argentina. “No es un proceso lento. Si esto dura dos o tres años el Conicet queda en coma”, asegura Barriera.

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El director del Instituto de Investigaciones Socio-Históricas Regionales (ISHIR) del Conicet de Rosario, Darío Barriera.

Sin becas doctorales para las Ciencias Sociales

Este 2025 se suprimieron las becas doctorales destinadas a las ciencias sociales. En la propia página del Conicet este hecho está claro: según remarcaron las autoridades, las becas se asignaran según los planes de trabajo que se enmarquen en el listado de “Temas Priorizados”, esto es, los que fueron elaborados “teniendo en cuenta los sectores económicos estratégicos del país y las áreas del conocimiento que este Consejo Nacional propone impulsar”. En este nuevo esquema, las ciencias sociales no tienen lugar.

“No hay becas para las ciencias sociales. No hay para historia, geografía, literatura, antropología. Desaparecieron del edificio de la ciencia. Y lo cierto es que ya está discutido que la ciencia es una gran casa en que todos los espacios tienen una función. Las sociales forman parte de las ciencias básicas, que muchas veces resuelven problemas”,

“Al cercenar las becas se está atacando al sistema por su base de alimentación. El sistema de investigación se nutre transformando egresados universitarios en doctores y si eso no ocurre, el sistema envejece con rapidez”, explica Barriera

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Ciencias Sociales, ¿para qué?

Desde ser indispensables para la formación de las infancias y las ciudadanías (partiendo de la clásica división de materias en la escuela primaria hasta las distintas asignaturas en la secundaria) hasta su participación en el armado de una muestra en museos a los que concurren miles de rosarinos o un diseño para llegar a barrios marginales en salud pública, la ciencias sociales forman parte de la vida cotidiana.

“Las ciencias sociales y las humanidades se dedican a pensar todo lo que hace la humanidad cotidianamente. No hay nada más necesario que eso. No se trata de estudiar lo que dijo Aristóteles o lo que hicieron los conquistadores que llegaron al Río de la Plata. De lo que se trata es que, en todas esas experiencias intervinieron conjuntamente factores ecológicos, políticos, económicos, materiales y espirituales. Las humanidades y las ciencias sociales se dedican a pensar esas experiencias en su conjunto”, afirma el investigador.

Además, el director del ISHIR subrayó: “Las ciencias duras, mal llamadas productivas, tienen un lugar predominante ahora. Sin embargo, todos los científicos trabajamos todo el día, todos los días, asesorando, evaluando. Tenemos un montón de trabajo y cooperamos con las otras ciencias. Por lo demás, la física, la química, la ciencias de la computación, todo lo que es ciencias naturales y duras, ocurren y se desarrollan en un ambiente social, un marco histórico que no estudian. Las ciencias reposan en esa sociedad en la que hay alguien que las está pensando”.

“La economía es una ciencia social, y el presidente es economista, debería tener más consideración”, sentenció Barriera y agregó: “La historia, por ejemplo, sirve para pensar otros pasados como otros presentes. Puede ser que todo esto moleste. En los ataques del gobierno nacional a las ciencias sociales hay mucho de ideológico. Pero no tanto en relación a izquierda/derecha sino en el sentido más novedoso de si hay que pensar o no hay que pensar, de racionalismo/irracionalismo. Es una visión absurdamente antigua como cuando alguien que razonaba tenía que argumentar que no estaba cometiendo pecado”.

Por otro lado, la historia de Rosario tuvo mucho protagonismo este 2025. Desde que la Municipalidad anunció la celebración del presunto tricentenario de la fundación de la ciudad, la polémica sobre los datos en los que se apoya el decreto municipal no tardó en ganar el espacio público. “Para los historiadores y las historiadoras es una oportunidad para transmitir las características particulares que tienen los orígenes de esta ciudad. Discutir la propia historia permite que los rosarinos pensemos de dónde venimos, cómo somos y cómo nos gustaría ser”.

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Como en los ‘90

“El Conicet al que quieren ir se parece bastante al de los ‘90, pero en ese momento había una regularidad en la asignación de proyectos de investigación. Pocas becas, pocos ingresos, pero dinero para investigar. Se habían respetado los marcos internacionales para el financiamiento”, afirma el investigador.

“Cavallo mandó a lavar los platos a los científicos en 1994, es una figura que representa esa década. Esa visión cavallista del Conicet está ahí. Lo que le agrega esta gestión es una impronta del presidente. Con agresiones, descalificaciones e insultos que nunca habíamos escuchado, al desconocimiento le agrega campaña en los medios”, sentencia.

¿El futuro?

El futuro del Conicet es incierto. Se juega “semana por semana” y las demandas al gobierno nacional son parte del día a día. Los pedidos son constantes y las negociaciones forman parte de un juego complicado con un Ejecutivo no tan dispuesto a darle lugar a ciertas instituciones y espacios académicos.

“Creo que va a haber incremento de la conflictividad. Esto no empezó ahora, empezó desde el primer día de este gobierno y a pesar de que hemos realizado planteos muy pacíficos y educados han sido constantes. La lucha de los distintos estamentos del Conicet no se ha detenido. Hay distintos niveles de negociación y disputa pero creo que en los próximos meses el grado de conflictividad irá en aumento”.