Para su debut en cine Celeste Cid se decidió por una comedia en la que forma
pareja con Jorge Marrale. El filme, que se estrena mañana en los cines rosarinos, se presenta como
recordatorio para desmemoriados con tendencia al romance: "Motivos para no enamorarse". La película
llega a su carrera, según contó la actriz, después de decidir poner "el freno de mano". Lo cual no
significa detenerse. De hecho, a los 24 años, es la chica orquesta. Terminó de grabar la segunda
entrega del envío "Dirigime", para América; rodó su propio corto, "Limbo", para el cual compuso la
música; ensaya el que será su segundo largo, "Felicitas", y se prepara para rodar "La muerte lenta
de Luciana B.", bajo las ordenes de Adolfo Aristarain.
—¿La película recrea la tradicional pareja despareja?
—Creo que lo que tiene de interesante esta película es que no juega con el
morbo. No es "Lolita" que está apoyada en la diferencia de edad. Es más de vínculos. Habla de dos
personas que están solas por distintos motivos y en un momento se encuentran. Es una película
bastante directa. El que la va a ver creo que se va a poder sentir muy cercano a eso.
—Después de "Resistiré" decidiste poner el freno...
—El freno de mano (ríe) Sí, fue una decisión sobre todo porque empecé a
enfocar y reconocer cosas en el trabajo que no era lo que estaba necesitando en ese momento. Tal
vez en su momento no fui muy conciente de qué cosas eran. Ahora con más distancia puedo ver mejor,
por eso decidí también no dejar de trabajar, sino hacerlo de la manera que me hace bien y me hace
crecer. Puede pasar cuando hacés mucha televisión y la forma en que se está trabajando hoy me
parece que no es la misma que cuando yo empecé.
—¿Cuáles son las diferencias que encontrás?
—Ahora es todo muy urgente, hay cosas que se graban el mismo día que se
emiten, casi no hay tiempo de editarlas ni de ponerles música. Aun así son dignas. Creo que la
ficción que hay acá está bien y es una buena ficción, pero como forma de trabajo creo que se
estaban perdiendo ciertos rituales de conversar sobre lo que estamos haciendo, tomarse tiempo, si
una escena no está bien resuelta volver a hacerla. Básicamente tuvo que ver con eso y con buscar
lugares donde pasaran esas cosas y el cine es una de esos lugares. O unitarios en televisión. Esos
productos que son muy masivos hacen que tengas una mirada muy puesta sobre vos, y la verdad que no
me satisface, no me tranquiliza.
—Pero alimentan la fama...
—No es que mi ego está más satisfecho. Al contrario. Yo soy como más
oculta en ese sentido. Para mí el trabajo es ir y hacerlo. Son doce horas por día que tengo que
filmar. Después no me interesa estar en una revista hablando de mi vida. Eso se genera un poco en
un programa que es muy consumido y la gente quiere saber de vos y yo la verdad que no me reconocía
mucho en esas cosas.
—¿No son las reglas?
—Sí, se entiende. Entonces si son esas yo no juego a eso. Pero supongo que
pasa en cualquier trabajo. Es como buscar tu lenguaje, lo que vos sentís que sos y que tenés para
ofrecer. Yo sentía que eso no era mi camino. Lo fue hasta ese momento. Después decidí buscar gente
que pueda trabajar de otra forma, que la hay y mucha. Tal vez no con tanta exposición y no tanto
reconocimiento masivo, pero con reconocimiento desde otro lugar.
—¿Qué te pareció incursionar en la experiencia de "Dirigime", el ciclo de
América?
—La historia es una consecuencia de la primera parte de este proyecto que
protagonizó Brenda Gandini. Es un personaje muy guerrero, una mezcla de "Kill Bill" y Lara Croft,
ese estilo de heroína. Muy salvaje, pero muy impasible.
—¿Ese formato en el que interviene el público va a cambiar la forma de hacer
televisión?
—Espero que no. Me parece una propuesta que está buena y acorde a los
tiempos que corren. Está buena la interacción, pero el relato clásico me gusta. Ojalá que no
suplante esa forma de trabajo. Aun así está bueno que surjan cosas nuevas.