Anoche se inauguró la 53 edición de Viña del Mar en Chile, el festival de música con el público más exigente de Latinoamérica, y la responsabilidad la tuvo nada menos que el argentino Diego Torres quien relució su faceta más enérgica y contagió de esperanza a la audiencia de la Quinta Vergara. Lo siguió el mexicano Luis Miguel, quien además de hacer delirar al público femenino terminó recibiendo la Gaviota de platino, un premio inédito de reconocimiento en el festival.
Torres superó con nota la difícil tarea de abrir el telón en la primera jornada del certamen y encandiló al siempre exigente público chileno con un repertorio que mezcló sus éxitos más populares de su carrera con los temas de su más reciente álbum “Distinto”.
Pese a ser el aperitivo al concierto de Luis Miguel, Diego se sacó de encima la presión y cocinó un espectáculo de más de dos horas en el que tuvo tiempo de homenajear a los fallecidos Mercedes Sosa y Luis Alberto Spinetta y de rapear junto a la artista andaluza La Mala Rodríguez.
El argentino se emocionó al interpretar acompañado por dos guitarras acústicas el tema “Muchacha ojos de papel” de Spinetta, a quien el cantante calificó como “un hombre de grandes valores”.
Luego junto a la rapera La Mala Rodríguez "Mirar atrás", una canción que combina el pop marca de la casa del argentino con el ritmo "flow" de la española.
Luis Miguel cautivó con su torrente de voz y con sus aires de divo a un público fiel que olvida sus excentricidades en cuanto el artista despliega sobre el escenario su mejor repertorio.
Con una receta en la que mezcló sus baladas más románticas con algunos de sus temas pop más bailables, el artista volvió al lugar que pisó por primera vez a sus catorce años y al que no regresaba desde 1998.
Vestido con traje de chaqueta y corbata, de inmaculado negro, y con el pelo peinado hacia arriba, el mexicano estrenó la velada al ritmo de “Te propongo esta noche” y el exitoso “Suave”. “Muy buenas noches, Viña del Mar. Es un gran honor, es un gran privilegio estar de nuevo con ustedes".
Con un repertorio consolidado y una puesta en escena impecable, Luis Miguel conquistó en exactos noventa minutos al auditorio, que pidió para él la gaviota de plata, y también a la organización, que le dio la de oro, un premio que no se otorgaba desde hacía varias ediciones.