Asistir al espectáculo de la Fura dels Baus es aceptar el movimiento. Lejos de las cómodas butacas de un teatro, "La degustación de Titus Andrónicus" es una intervención que moviliza el cuerpo, las emociones, los sentidos y genera una tensión provocada por la paradoja de asistir a la representación de una tragedia clásica con una puesta en escena que incluye lo último en tecnología.
La expectativa se hizo sentir desde el momento en que el público comenzó a ingresar al salón Metropolitano donde el grupo catalán ofreció dos funciones.
La posibilidad de participar en el banquete final generaba todo tipo de incertidumbre. No se sabía bien de que comida se disfrutaría luego de la conclusión de la obra, lo cual era el final anunciado de esta propuesta. Esa singularidad, como el mismo show, ofrecía una dosis extra de adrenalina.
El espectáculo tiene una concepción interactiva con el público que no deja de moverse durante la hora y media. En los primeros minutos se percibe tensión y cierto desconcierto acerca del uso de los espacios que propone la compañía dirigida por Pep Gatell.
Son cuatro escenarios acompañados de pantallas gigantes y el mismo espectador forma parte de la obra dividida en cinco actos La pieza se desarrolla durante los últimos días del Imperio Romano y cuenta la tragedia de Titus, un general que vuelve de la guerra y se encuentra en medio de luchas de poder, intrigas de palacio y asesinatos.
Mientras la tragedia -un clásico de William Shakespeare- sucede en Roma, dos cocineros van preparando el banquete final al mismo tiempo que durante el show se produce una invitación a lo sensorial con la estimulación de los sentidos con imágenes, sonidos y olores.
Por otra parte, en el medio del público, Kiku Martínez, su director técnico, asistía como un espectador más, observando que cada movimiento estuviese en su lugar.
La puesta transgrede las previsiones del espectador todo el tiempo, pero no sólo con los efectos especialmente diseñados para la ocasión sino por el mismo argumento de este clásico que metaforiza -en días que la realidad supera a la ficción- lo peor de la condición humana. Pone esas características sobre la mesa y sintetiza su esencia en la frase de despedida: "Y después de la tragedia, seguimos comiendo. Buen provecho".
F.M.A.