El actor estadounidense Paul Rudd pone en juego todo su repertorio en su debut como protagonista en un formato televisivo en “Cómo vivir contigo mismo”, comedia existencial de ciencia ficción que estrenó Netflix y en la que interpreta a un deprimido creativo publicitario y al clon que pretende ocupar su lugar en la vida.
A sus 50 años, y gracias a su participación en varias películas del taquillero universo cinematográfico de Marvel como “Ant-Man”, Rudd forma parte hoy de la lista “A” de Hollywood.
Con la jerarquización de las series y la proliferación de los contenidos para plataformas, muchos de los integrantes de esa élite han comenzado a incursionar en los últimos años en el formato televisivo, en un movimiento que hace tan sólo una década podría haber sido considerado “un paso atrás”.
Es el caso de Rudd, quien en “Cómo vivir contigo mismo” toma el testigo de otros actores que recientemente también aceptaron el desafío de encarnar dos papeles en un mismo programa (Ewan McGregor de forma genial en “Fargo”, James Franco menos logrado en “The Deuce”).
Con películas que popularizaron su figura como la comedia adolescente “Ni idea” (1995) o “Wet Hot American Summer” (2001), fue su rol de Mike -el novio de Phoebe- en las últimas temporadas de “Friends” las que terminaron por posicionar a Rudd con el gran público.
Desde entonces cimentó un perfil de actor de comedia con “El reportero: La leyenda de Ron Burgundy” (2004), “Virgen a los 40” (2005) y un largo listado de películas en las que fue tomando un rol progresivamente más protagónico, como en “Bienvenido a los 40” (2012).
En “Cómo vivir...”, Rudd interpreta a Miles, un hombre que se encuentra desganado en el trabajo en el que alguna vez brilló, desconectado de su relación de pareja y desmotivado para encarar cualquier tipo de proyecto.
Por sugerencia de un compañero, Miles decide entregarse a un novedoso tratamiento de spa que prometía borrar su depresión, dejarlo como nuevo, ayudarlo a encaminar su vida y hasta hacerlo mejor persona.
Sin embargo, despierta del tratamiento para descubrir con terror que fue dado por muerto, enterrado en medio del bosque y reemplazado por un clon, una versión mejorada de sí mismo.
Idénticos en todo hasta el más mínimo recuerdo, el nuevo Miles encara la vida con alegría y esperanza, y se vuelve un faro que ilumina el día a día de su esposa Kate (Aisling Bea), su familia, vecinos y colegas en la agencia de publicidad en la que trabaja.
En la fina línea entre una comedia existencial y un drama ligero, los dos Miles de Rudd deberán enfrentar las consecuencias de su duplicidad: el original ve a través de su copia lo que podría ser si no estuviera aplastado por la vida y pusiera algo de intención a su cotidianidad.
El clon, en tanto, colisiona con la realidad de que la vida y las personas que tanto ama en verdad no son suyas, sino apenas memoria implantada en su cerebro.
Como “Black Mirror”, serie distópica en la que las personas enfrentan las consecuencias y efectos de la tecnología, “Cómo vivir contigo mismo” utiliza el dispositivo de la ciencia ficción para escarbar en la naturaleza humana y la noción de identidad. La diferencia es el tono; es que el carisma de Rudd, aún en su versión “imperfecta”, dotan a la competencia y enredos entre ambos Miles por su esposa y su carrera de una ternura y esperanza al que “Black Mirror” escapa.
Cada episodio de la serie aborda la trama desde una perspectiva diferente -desde los Miles o Kate-, de forma que refuerza la que parece ser la tesis de su creador, Timothy Greenberg, de que la vida, aunque potencialmente apabullante, es una cuestión de actitud.