Algo está pasando allá abajo, en el pasaje por donde se ingresa al edificio. Una mujer entra en pánico, y su doble también. Otra vecina se multiplica por cuatro y espía desde la ventana para ver lo que sucede. Lo más público de lo privado se asoma desde los balcones para interpelar a la clase media argentina.
Esa es la esencia de "Los prójimos", un clásico texto de Carlos Gorsotiza que fue retomado en el taller de creación de personajes dictado por Sergio Dángelo en La Comedia durante el 2013. El fruto de ese intenso trabajo se puede apreciar todos los viernes en el Cultural de abajo.
La obra representa un texto canónico de nuestro teatro moderno y significó el acercamiento de Gorostiza al realismo reflexivo que probó una tesis crítica hacia la clase media porteña, desnudando su falta de identidad y la persistente inclinación a evadir su responsabilidad social e individual. Con esta obra escrita en 1966, el autor ingresa en la modernización realista del teatro argentino junto a Roberto Cossa y Ricardo Halac.
La dirección del espectáculo está a cargo del incansable investigador teatral Sergio Dángelo, que desde hace treinta años se volcó a la búsqueda de nuevos lenguajes escénicos a través de formas diferentes de abordar la actuación, la construcción de personajes y el montaje de una obra. Puso en escena más de 20 producciones, dicta seminarios para actores y bailarines y fue jurado en numerosos festivales en el país. En esta versión, el elenco completo se encuentra en escena mientras el público ingresa a la sala. Hay más cantidad de actores que los personajes que Gorostiza escribió en el texto original. Parecen idos, extraviados, son una masa confusa de mujeres en camisón y de hombres recién llegados del trabajo en una jornada agobiante, de mucho calor.
perfiles. Ese clima pesado sirve para encuadrar la escena inaugural, un primer plano de Lita (María Caila) y Hugo (Edgardo Rosini), la pareja central de la historia que atraviesa un momento de aplomo rutinario. Mientras los rasgos de Hugo se figuran algo monstruosos y exageradamente marcados, la presencia de Lita derrocha lentitud. Sin embargo, la llegada de un amigo esperado como Tito (Lisandro Quinteros) parece sacudir la modorra del concubinato. La percepción del espectador está invitada a perturbarse cuando la pareja se duplica en el logrado trabajo de dos actores como Florencia Crende y Carlos Chiappero, reforzando la exacerbación en los rostros de los personajes, una característica que se impone como sello indeleble de la propuesta. El concierto se completa con la presencia de la pareja vecina integrada por Felipe (José Cordeiro) y Rosa, multiplicada por cuatro actrices: Evangelina Bruno, Fátima Sadín, Julia Rodríguez y Valeria Quaglia.
Es que esta versión parte del juego de hacer teatro al revés: sin historia aparente que contar, sin obra, los actores construyen personajes que salen de su propio imaginario. Cobran vida y voz, encuentran la forma y una historia propia, para luego asumir la tarea de ser parte de una obra.
La vida de los otros, de los prójimos, es lo que une a estas criaturas. Siempre el foco está puesto allá afuera, detrás de la ventana, en el piso de abajo, más allá de la puerta, en la calle misma. Así, va creciendo el morbo en la situación de espiar, de mirar y luego comentar y fabricar historias. "Los prójimos" es una obra que habla del miedo, la falta de compromiso, la superficialidad y la ceguera que lleva a la tragedia. Una interesante versión que tiene el mérito de articular a los personajes en un mismo registro actoral, pero que atraviesa el riesgo de la saturación y la redundancia de un estilo.