El encuentro entre un músico de tradición popular —César Lerner— y un violinista de formación clásica —Elías Gurevich— es el punto de partida para el espectáculo "Liberar la biografía", que se presenta mañana, a las 21, en el Túnel 4 del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río). Lerner (piano, acordeón, percusión y programación) y Gurevich se plantean buscar una nueva expresión artística, que escape de los encasillamientos de estilos y géneros.
Gurevich es integrante de la Camerata Bariloche, la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón de Buenos Aires, el Trío Argentino y el dúo Manos a las obras. Actuó como solista en salas como el Carnegie Hall de Nueva York, el Kennedy Center de Washington y la Sala Tchaikowsky de Moscú, entre muchas otras. Lerner, en tanto, ha experimentado desde la percusión y la música electrónica hasta el minimalismo y las músicas étnicas, intercambiando piano y acordeón, cuando no un cuenco tibetano o un bombo legüero, además de ser programador. Es compositor de música para cine ("Nueve reinas", "El abrazo partido", "Cohen vs. Rosi", "Esperando al mesías" y "Derecho de familia"), televisisión ("El palacio de la risa", de Antonio Gasalla) y teatro ("Cyrano", "Orinoco", "Anfitrión", "Inmigrantes" y "Celebración"). Además integra el dúo Lerner-Moguilevsky, que ha editdo cinco CDs y se ha presentado en salas de Holanda, Austria, Inglaterra, Alemania y festivales en Canadá, Estados Unidos, Bélgica, Suiza y Holanda.
"Hay un momento en que uno se libera de su biografía", dice Roberto Juarroz en el poema que es el punto de partida y el alma de este encuentro. "Se trata de desprenderse de preconceptos y mirar hacia otros lados", señaló Lerner, sobre ese movimiento tantas veces buscado y no tan fácil de lograr. "Yo no era cercano a la idiosincracia de la música clásica, pero admiraba desde hacía mucho tiempo a Elías como intérprete. Era un enigma, un anhelo, un deseo trabajar con alguien que pasó con sus dedos y su cuerpo por toda la música clásica por la que él ha pasado", confesó.
Gurevich también habló de "salir de la sensación de encasillamiento, como una necesidad que uno tiene, una inquietud. Hacía unos años que veníamos hablando de la posibilidad de trabajar juntos y, en mi caso, me permitió ahondar en nuevas experiencias con otra fluidez y llegando a la gente al lado de un músico como César, que toca tantos instrumentos. Trabajar con él es un continuo aprendizaje", contó el violinista, dejando sentada la admiración mutua.
"Liberar la biografía significó para mí entrar al camino de la improvisación, nada más lejano de la música clásica", enfatizó Gurevich. "Si bien he participado en proyectos por afuera de la música y las formaciones clásicas, esta es una gran ventana que se abre porque es el primer proyecto propio de este tipo, donde hay creación y un profundo trabajo de la sonoridad. La música es una sola: distintas expresiones de un fenómeno tan fundamental para la vida", recalcó.
Con algo de ese concepto también se mete Lerner: "Como decía el Flaco Spinetta —a quien extraño más cada día que pasa— el compromiso en un concierto no es sólo del músico sino también del público. Por eso la invitación es a un ritual compartido de transformación", apuntó. Este ritual del dúo Lerner-Gurevich también va a quedar plasmado en la próxima edición de un disco.