El patriotismo se puede expresar de muchas maneras y Maximiliano Guerra lo hace
bailando. "Más argentino" se presentará este viernes, en función de abono, y el sábado, a partir de
las 21, en el teatro El Círculo, Laprida y Mendoza. "Los artistas se ven cuando uno muestra cosas
distintas y puede transmitirle a la gente iguales sensaciones y sentimientos", destacó el bailarín,
que llegará acompañado por el Ballet Mercosur.
—¿Coincidís con esta vuelta de tuerca que tuvo el ballet hacia lo popular?
—Yo fui uno de los generadores, junto con Julio (Bocca), de ese cambio.
Empezamos a llegar a lugares donde la danza nunca había llegado y se aclaró el panorama respecto a
la diversidad de público que viene a los espectáculos. Hoy en día podemos tener chicas de 15, 16
años y chicos jóvenes, sumados a la señora y el señor que les gusta la danza clásica y el bailarín
en sí, y vienen a ver estos espectáculos.
—¿La gente te demuestra su entusiasmo, como a cualquier otro artista
popular?
—He tenido comentarios muy hermosos, pero recuerdo a una señora de 90
años, de Tucumán, que tenía su abono en el Colón, vino a ver el espectáculo y dijo que estaba
fascinada con el ballet de la Bersuit. Ella sentía una contradicción muy grande pero para nosotros
era un placer muy grande también poder brindarle a la gente cosas distintas, porque ahí se ven los
artistas, cuando uno tiene que cambiar de cara, de actitud, de técnica para bailar, y podés
transmitir iguales sensaciones y sentimientos.
—Te corriste del lugar de lo probado y conocido hacia el lado de lo desconocido. ¿Fue
un desafío para vos?
—Es un desafío grande y una apuesta a que no nos encierren en ningún
lugar. A que no me encierren a que bailo "El lago de los cisnes", "Giselle", "Don Quijote de la
Mancha" y ya está. No, todo lo contrario, sigo bailando tango, rock and roll, hago contemporáneo, y
me encanta porque veo que lo disfruto y que la gente lo disfruta mucho.
—¿Esta propuesta sirve para sacarle la etiqueta a la danza?
—Sí, y sacándose la etiqueta también se sacan la blusa que les aprieta los
sentimientos. Eso hace que el público se comporte de una manera más fervorosa en el teatro y que
con su aplauso nos entregue mucho más cariño abiertamente sin prejuicios y sin perjuicio.
—¿Cómo manejás el tema de tu retiro. La idea es seguir hasta que el cuerpo
aguante?
—Seguir hasta que me divierta, mientras yo pueda hacer cosas arriba del
escenario, que las pueda hacer bien, que sienta a mi cuerpo que me acompañe, que sienta las ganas
en ese momento mágico y sublime de estar arriba del escenario en contacto con el público, vivir la
seducción y todo lo que sucede en ese momento. Creo que lo merezco, que lo merece el público
también y, como me siento bien y estoy en forma, ¿por qué dejarlo ahora?
—Si te hacés esa pregunta es porque lo pensás.
—Siempre creo que, no sé si es mañana, no sé si es dentro de cinco años,
no sé si será dentro de tres meses, pero la vida siempre nos muestra lo que uno tiene que hacer,
hacia donde tiene que girar, y es en ese momento cuando nos muestra a dónde tiene que girar es
cuando nos indica qué vamos a hacer después. Siempre digo también que pensar en lo que uno va a
hacer después de lo que está haciendo en este momento es como empezar a terminar lo que estás
haciendo ahora, así que prefiero no pensar.