Después de tres temporadas en Colombia, "Narcos" desembarcó en el corazón violento de México. La exitosa serie de Netflix acaba de arrancar su cuarta temporada para contar la historia del cartel de Guadalajara, un imperio que comenzó a forjarse hace 40 años, pero cuyos cimientos significan hasta hoy uno de los mayores retos para los que combaten el narcotráfico. El relato se centra en Miguel Angel Félix Gallardo, conocido como El Jefe de Jefes o El Padrino, que se convirtió en el zar de la cocaína en el país azteca en los años 80. La serie que narró el ascenso y caída de Pablo Escobar ahora se mete en los comienzos del narcotráfico mexicano, cuando era una estructura desorganizada de productores y traficantes independientes. Como toda superproducción, "Narcos: México" también cuenta con un gran elenco, encabezado por Diego Luna y Michael Peña.
La trama se sitúa en los 80, cuando Félix Gallardo (Luna) toma el mando del cartel de Guadalajara, unificando a los traficantes para construir un imperio. Pero además entra en escena el agente de la DEA Enrique Camarena (Peña), que se traslada con su mujer y su hijo de California a Guadalajara para asumir un nuevo cargo, y enseguida se da cuenta de que su tarea será mucho más difícil de lo que creía.
¿Cómo debe retratar la ficción las vidas de los criminales del mundo real? ¿Hacerlo es una apología del delito, un aval a sus abominables crímenes? "Narcos" aterriza en México para avivar la discusión y, de paso, plantear estas preguntas justo en el año más violento que se ha vivido en el país azteca desde que se tiene registro. "No soporto a aquellos que dicen «ya basta de hablar de este tema, hay que contar historias bonitas», porque lo cierto es que salís a la calle y todos tienen una historia de conexión con el narcotráfico", dijo Diego Luna.
Con esa idea bien en claro, el actor de "Y tu mamá también" aceptó participar en la cuarta etapa de la serie, más allá de las críticas que recibió por aceptar personificar a un capo narco tan despreciable. "Para mí era interesante saber por qué nadie traicionó a Félix Gallardo como los narcos comenzaron a traicionarse después", comentó Luna. "Las historias de traición no lo involucran. (Su socio) Rafael Caro Quintero no habló de él en la cárcel. Me suena a amistad, a lealtad", opinó. "Además me impresionó la capacidad que tuvo para crear esa estructura que parecía inquebrantable", agregó el actor.
Diego Luna, ´contundente, señaló "No queríamos contar una historia de buenos y malos. Estoy cansado de los extremos. Félix Gallardo creó un imperio que se vino abajo después. Esto no hubiera llegado tan lejos si el poder político no fuera una pieza clave, si los policías no se hubieran corrompido y si los militares no hubieran jugado el juego que jugaron de los dos lados de la frontera. Tenemos que hablar del pasado para saber cómo llegamos a este momento de total descontrol", afirmó.
Luna se pone de lleno en la piel de Miguel Angel Félix Gallardo, un joven que comenzó vendiendo telas, hilos y botones en los ranchos de Sinaloa y que llegó a convertirse en el dandy del narcotráfico en los años 80 del siglo pasado. A sus 20 años ingresó a la Policía Judicial de Sinaloa, su Estado natal. Félix Gallardo no era un hombre tímido, pero sí discreto. No utilizaba relojes ostentosos ni joyas de oro. No le importaba ser fotografiado en los eventos sociales en los que era anfitrión en Guadalajara, donde en 1979 ubicó su residencia permanente tras ser desplazado por las operaciones militares que el Plan Cóndor había desatado en Sinaloa.
Allí, en la capital de Jalisco, se hizo una reputación de un hombre refinado, bien vestido y de una gran fortuna que incluso le permitió ser consejero del Banco Somex en 1982. Hoy agota sus días en prisión, donde perdió un ojo, la audición y parte de la dentadura.
La serie de Netflix enfrenta la fuerza de Félix Gallardo con una igual de fuerte, pero más ingenua: la de Enrique "Kiki" Camarena, interpretado por Michael Peña. El agente de la DEA, un mexicano-estadounidense nacido en Mexicali, abandonó la oficina en Fresno (California) para ser asignado a Guadalajara. Al llegar a México, el ambicioso agente se dio cuenta de lo débil que era la oficina antinarcóticos estadounidense en un entorno donde las autoridades eran cómplices de la estructura criminal. A pesar de eso, descubrió y empujó para que el Estado se incautara El Búfalo, un inmenso sembradío de marihuana en el que el narco empleaba a 7.000 campesinos, lo que desató la ira de los capos y lo llevó a ser asesinado. "A mí me sorprendió la inmensa corrupción, a lo alto que llegaba. Lo que lleva a preguntarme, ¿cómo puede la gente luchar contra eso cuando el gobierno aquí era tan corrupto y la policía trataba de ocultarlo?", dijo Peña en una entrevista.
A diferencia de las primeras temporadas de la serie, en las que Pablo Escobar declaró la guerra al Estado colombiano, en la ficción (¿realidad?) ambientada en México se subraya la connivencia entre los criminales y el gobierno, a través del poder local y agencias como la Dirección Federal de Seguridad. "Lo que más me sorprendió fue constatar la participación del Estado mexicano en la gran construcción del negocio del narco, de una manera tan clara como lo hace la serie", señaló el actor Joaquín Cosío, que interpreta a Ernesto "Don Neto" Fonseca, otros de los capos del cartel de Guadalajara.
Por su parte, José María Yazpik —que se pone en la piel del narco Amado Carrillo, el famoso Señor de los Cielos— dijo que un actor "no puede juzgar a su personaje". "No me corresponde hacer una raya moral de lo que el personaje debe hacer o no", afirmó. Según Cosío, "el deber de los actores es transgredir los límites morales y éticos". "No podemos tener una noción moral del personaje", aseguró.