Roberto Carnaghi se entusiasma cuando habla de "Así es la vida". Esta producción del Teatro Nacional Cervantes es la segunda en la que participa el actor y lo entusiasma por varias razones: porque es teatro argentino, por la dirección de Santiago Doria que subrayó los matices de comedia, porque comparte el elenco con muy buenos actores, incluidos algunos jóvenes y rigurosos en su trabajo. Y por la vigencia de este texto sobre una familia de la década del 30 atravesada por temas como la religión o la política, y que persigue objetivos similares a los actuales: "Acá se habla de una clase media que apuesta al país, que trabaja con honestidad, que quiere progresar a través del trabajo y que quiere que sus hijos también progresen con el estudio y con el trabajo". Completan el elenco Mario Alarcón, Rita Terranova, Salo Pasik, Malena Solda, Felipe Colombo, Paloma Contreras, Néstor Sánchez, Mariano Mazzei, Celeste García Satur, Marcelino Mininno, Alfredo Castellani, Julio Viera, Gabriela Blanco y Emanuel Duarte. La obra se presenta hoy y mañana, a las 22, y pasado mañana, a las 20, en el teatro La Comedia (Mitre y Cortada Ricardone). La entrada general tiene un valor de 50 pesos.
—¿Por qué decidió retomar este texto?
—Me interesó fundamentalmente la obra, pero también el director. Es una obra del año 34 y hacerla como se hacía antes no tenía sentido. El director me propone hacer otra cosa, y también el elenco. Son nuestros clásicos. Son lo que nosotros tenemos, lo que ha dado el país, estos son nuestros autores. A veces se los rebaja. No tenemos Shakespeare, Moliére, y tampoco tenemos los años que tienen ellos, pero este es nuestro país y estos son nuestros autores. Dentro de eso son obras que dicen cosas. A mi esta obra me interesó porque sigue teniendo vigencia y lo comprobé. En el elenco hay chicos jóvenes que trabajan en televisión e invitan a sus amigos, y la ven y se emocionan.
—La obra refleja una familia en un contexto político con temas que se siguen discutiendo en la actualidad...
—En la obra lo fundamental es la familia. Es la historia de una familia que comienza en 1905, pasa a 1016 y después llega a 1934. En la obra hay un socialista, y en ese momento está mal visto ser socialista. Hablan de una persona que piensa diferente pero que tiene valores. Mi personaje le pregunta qué les interesa y le dice "nos interesa el trabajo, la educación, que la gente viva mejor". "Entonces yo también me hago socialista", le dice mi personaje. Es el desconocimiento del otro y para mi eso es importante. Vos podés atar cabos con el día de hoy. Hay una hija que tiene un conflicto, y se da cuenta que se equivocó y que es ella la que tiene que decidir sobre su vida. Y eso también pasa: pienso por mi mismo. Y después el elenco, el factor humano, el hecho de hacer las cosas bien. Y en medio de todo eso la familia, los hijos que se van, que vuelven, las peleas. Es una obra costumbrista, pero está tiradita a la comedia. Sin embargo la hacemos en serio.
EM_DASH¿Cómo es la relación de los actores jóvenes con los clásicos?
—Estoy admirado. Esta obra la hice en el 94 con Javier Portales y no estaba bien hecha. Lo digo con total honestidad. Había buenos trabajos pero no había una compenetración, y hablo incluso de mí, que era uno de los peores (ríe). Pero esto ahora viene de la mano de Santiago Doria, que hace que tengan una actitud y un comportamiento de acuerdo a esa época. Había una educación, una manera de presentarse y de hablar con los padres, y eso está en la obra. Y están bárbaros todos. Y eso es una de las cosas que más rescato de este trabajo. Eso es rigor para el actor. Y es también un logro de Santiago.
—¿Qué descubre en los clásicos un público que creció viendo televisión?
—Es teatro. Hay un actor en el escenario que está haciendo verdades. Le pueden pasar cosas, reírse y emocionarse. No le va a cambiar su mundo, pero sí puede darse cuenta que se equivocó en algunas cosas. Y yo como padre también puedo hacerlo. Hoy hay otros padres. Se dice eso de que "el padre más que un padre es un amigo", y no: el padre tiene que ser el padre. Y por ahí ven eso también. Pero finalmente van a ver una obra y a pasar un buen momento. Acá se habla de una clase media que apuesta al país, que trabaja con honestidad que quiere progresar a través del trabajo y quiere que sus hijos también progresen con el estudio y con el trabajo. Pero no pasa sólo por ahí, la gente viene a pasar un buen rato y a que le pasen cosas.
—Ahora, con "Milagros en campaña", vuelve a la televisión donde tuvo grandes aciertos...
—Sí, tuve suerte en mi carrera porque me tocó trabajar en programas muy buenos, a veces no tanto, pero en general hicieron historia. De la mayoría de los programas me siento orgulloso. La televisión tiene importancia, educa un país, educa a la gente, y lo mismo pasa con el teatro. Se educa, pero si mostramos siempre la pavada... No me refiero a nadie en particular, pero sin hacer una cosa sesuda, se puede sumar.
—¿El programa que hacia Tato Bores era así? PUNCTUATION_SPACEEN_SPACEEN_SPACE
—Tato era un hombre muy exigente con lo que hacía. El quería mucho a este país, a su país, y no se casaba con nadie. Tato le daba no solamente al gobierno sino también a los empresarios. Le daba a todo el mundo, con altura. El nunca se burlaba de nadie sino que te mostraba cómo era, qué pasaba y tenías que sacar tus conclusiones.
—Es un tipo de humor que desapareció de la televisión...
—Tato sabía mucho sobre el tema. Como decía Juan Carlos Mesa, Tato es un político que hace de actor. Pero uno habla de Tato, con todo respeto, pero están los autores y muy importantes. Y Tato decía lo que decían sus autores y en eso coincidía. Una sola vez me acuerdo cuando escribía Varela, le hace decir "estamos así y tenemos un país que no nos merecemos". Y Tato dijo "Yo no estoy tan de acuerdo. Este es el país que nos merecemos". Somos responsables del país que tenemos. No tendrás responsabilidad a nivel individual, pero el país y los gobiernos que tenemos son nuestros. La gente dice "este país" y tendría que decir "mi país". Y soy responsable de esto. Y yo con mi trabajo, con mis sueños, con mis hijos, tengo que ver de qué manera se modifica y no aceptar determinadas cosas ni involucrarme en otras que no están bien: hay que pensar. No que te lleven de la nariz para cualquier lado. Y saber qué está bien y qué está mal. Al país lo hacemos nosotros y los empresarios también. No es sólo el pueblo. Ellos también son pueblo, que quieren un país mejor. Es un país que duele, porque podría ser maravilloso, pero maravilloso de verdad, y de pronto no lo es. Estamos con conflictos y siempre pasa uno y pasa el otro, y en un momento estamos bien y al poco tiempo no...
—Y así volvemos a "Así es la vida"...
—Así es la vida, es verdad (ríe).