Fito Páez viene de tocar en Madrid para su disco en vivo junto a Joaquín Sabina,
Pablo Milanés, Ariel Rot y Marlango, entre otros; viene de tocar en la Costanera porteña junto a
Gustavo Cerati ante más de 100 mil personas en el festival solidario de la Fundación Alas. Además,
vuelve a Rosario con dos recitales, que serán para presentar en vivo su último disco "Rodolfo" los
días 29 y 30 del corriente mes, en el teatro El Círculo. Al mismo tiempo, está trabajando en su
próximo álbum de canciones nuevas y también va en dirección de su tercera película, la que rodará
en algún pueblo cercano a Rosario. No sabe aún demasiado del disco ni del filme, pero le alcanza
con que la maquinaria siga en marcha.
"No pienso parar hasta que me agarre la parca y espero que para eso pase mucho
tiempo", se ríe Fito Páez desde su casa, en medio de una gripe y un catarro que lo tiene
despatarrado en los sillones. "Me siento como boleado, quiero decir, aparte del boleo propio de la
vida moderna. Cuando eras pibes estaba bueno estar engripado porque te pasabas cuatro días en cama
sin hacer nada, pero ahora...", se lamenta el rosarino.
—Sí, fue muy hermoso y medio inesperado. Fue idea de Afo Verde hacer un
álbum en Madrid, otro en Miami y otro en San Pablo, en vivo y con artistas colegas. En vez de hacer
una retrospectiva o los discos homenaje que son medio plomo, hicimos esto que a mí me encantó
porque yo siempre toco estas canciones en los conciertos. A mí no me costaba nada hacer este tipo
de álbum y me gustaba mucho la idea de encontrarme con tanta gente en tantos lugares diferentes.
Fue una muy linda idea que al mismo tiempo no me impide estar trabajando en otros proyectos.
—¿Los discos ya tienen fecha de edición?
—El de Madrid sale en septiembre en España; los otros van a salir antes de
fin de año en México y Estados Unidos, el disco de Miami, y en Brasil el de San Pablo.
—¿Tenés la lista de músicos que participarán de los shows de San Pablo y
Miami?
—Eso es lo más complicado, porque la agenda es brava... Son muchos músicos
en las dos ciudades y todavía no hay nada cerrado. Supongo que si no van a estar todos estarán más
de la mitad.
—¿Cómo fue el reencuentro con Joaquín Sabina?
—Bien... Además ya nos veníamos viendo, claro que sin cámaras. Tuvimos un
buen encuentro. También él está en un momento diferente ahora y eso fue muy bueno para el vínculo.
Fue el momento en que nos teníamos que encontrar y Joaquín sacó a relucir su lado gentil.
—"Rodolfo" está a punto de cumplir un año, ¿qué podés decir del disco
ahora a la distancia?
—Que es un disco especialísimo. Aunque todavía está muy nuevo y
el tiempo se va a encargar de decir más cosas. Fue muy hermoso hacerlo, en el
sentido de que yo venía coqueteando con la idea desde hacía muchos años. Con el piano empecé a
hacer covers de Buarque, Charly, Spinetta, el Cuchi... Después grabé cosas en vivo y en estudio,
pero no terminó gustándome nada. No era lo que quería. En realidad, de lo que me di cuenta después
de dos o tres años de laburo era que quería hacer temas nuevos. Mientras terminé "¿De quién es el
portaligas?", hice las canciones de "Rodolfo". Fue un álbum que estuve deseando durante mucho
tiempo y se me dio en un momento muy especial. Un disco que, de alguna manera, vino a cobijarme,
como a decirme "no te quedás tan solo".
—¿Escuchás discos de sólo piano?
—No ahora. En esta época escuché "Sólo Monk" (de Thelonious Monk), unas
grabaciones de Bola de Nieve tocando en un boliche de La Habana y escuché un disco de Caetano
(Veloso) que se llama "Totalmente Demais" que está él con la guitarra. Esos son algunos de los
discos que tenía como referencia. El Cuchi (Leguizamón) también tenía un disco de este tipo, pero
era casi todo instrumental, sólo hablaba él en el medio del disco y eso era muy hermoso, pero no
cantaba.
—¿No lo hablás demasiado "Rodolfo"?
—Sí, es decir, no hablo, está cantado, pero entiendo... Sí, hay mucho
texto, por eso son canciones. Igual, me clavé dos instrumentales que, quizá, te hacen descansar de
tanta palabra.
—¿Te llegó el momento donde se borra la frontera entre lo autobiográfico y
la ficción?
—Nadie sabe exactamente eso. No saberlo es algo real, no un coqueteo ni un
juego para no asumir responsabilidades sobre unos textos que deberían haber terminado incluso en la
Justicia (risas). Me acuerdo una vez Fellini contestó una pregunta sobre si "Amarcord" era su época
en Rimini, su infancia. "No me acuerdo", contestaba el viejo. Y es verdad eso y no esconde ninguna
vanidad el comentario. De algunas cosas te acordás, de otras no tanto; otras te las cuentan y te
quedan tan metidas que ya son tuyas; muchas veces escribís en tercera persona y estás hablando de
vos, y otras hablás en primera y contás cosas de otros. La materia hermosa sigue siendo la
inventiva, para lo real está el periodismo, que registra el hecho lo más objetivo que se pueda.
—¿Disco de canciones nuevas?
—Estoy haciéndolo.
—¿Cómo será?
—Es que me encerré los últimos diez días, en mi casa. No sé qué tengo. Sé
que va a ser eléctrico, con batería, guitarra, bajo, teclados...
—¿De qué se trata ese método de encerrarse a hacer un disco?
—No, no es hacer un disco. En general, hago siempre esto. Me tomo unas
encerronas haciendo música y después veo. Lo que pasa es que ya tengo diez canciones nuevas, y
cuando tenés eso ya empezás a ver algo. Me decía: "¡Epa, cuidado!" (risas). Pero no, no estoy cerca
del disco todavía. Recién estoy en proceso. Se podría decir que después de unos días largos de
trabajo apareció algo que me interesa.
—¿Repetís el método cuando estás por hacer una película?
—También pasa algo parecido. Aunque no sé, yo soy muy despelotado para
laburar. No me digo: "Hoy trabajo de 9 a 11 escribiendo y de 2 a 5 hago el arreglo de cuerdas del
tema que hice anoche de 7 a 9". Soy un mamarracho total, se me mezclan todos los papeles... Si
vieras, acá tengo todo tirado.
—¿Quizá haciendo una canción te sale una nueva película?
—Es que, casualmente, estoy viendo si el álbum nuevo es la música de una
película. Así que estoy cocinando eso también.
—¿Se viene la tercera?
—¡Se viene la tercera, claro!
—¿Vas a rodar en Rosario?
—No lo sé. Por ahí vamos a ir cerca de Rosario. Puede ser que pase en un
pueblito cercano a Rosario. Estamos ahí, viendo ese tema.
—¿Pensaste parar un poco?
—Y... no, no puedo parar. Hasta que me agarre la parca y espero que pase
mucho tiempo (risas). En realidad, descanso muy poco. Voy dos o tres veces al año a La Cumbre pero
también es un descanso con laburo. Lo que podés hacer en un lugar así es desenchufar los teléfonos
y ponerte a escribir, porque ¿qué vas a hacer todo el día sin hacer nada? Tenés que leer o hacer
otra cosa, sino te embolás. "Ya dormiré cuando esté muerto", decía (Rainer) Fasbinder, y se nos fue
rápido el gordo, una lástima porque ese era de los mejores que dio el cine.