Lleva el humor en la sangre, pero buscó perfeccionarlo a través del estudio para que se transformara en su destino. Se abrió camino en su Mar del Plata natal, tanto en teatro como en radio y televisión, y después hizo sus primeras experiencias en Canal 7 en el 93 con Rolo Puente y Jorge Rossi. En 1995, tras varios castings, entró a "Videomatch" y ganó popularidad con personajes que quedaron en el recuerdo de la gente. Sergio "el lobizón del oeste", El Diariero, Pajarrito y El Payaso Fulanito fueron algunos de los más emblemáticos. Ahora, Sergio Gonal llega al teatro Broadway hoy a las 21.30 con "Esto me hace acordar", su nuevo unipersonal que, además de conquistar al público de la Costa Atlántica, fue reconocido con el premio Estrella de Mar 2016.
—¿Con qué se va a encontrar la gente cuando te vaya a ver?
—Mucho humor, diversión. Es un espectáculo para toda la familia, con picardía, con doble sentido que nunca llega a la vulgaridad ni a la grosería. Básicamente eso. Le pusimos Esto me hace acordar porque llevo al público, con sonidos o imágenes, a algún lugar de su recuerdo y a partir de ahí desarrollo el monólogo. Dicen que no hay nada más lindo que reírse de uno mismo, por eso cuando les muestro cosas que todos hemos vivido, a partir de la identificación se divierten mucho más.
—La nostalgia es entonces el leitmotiv...
—Claro. Pero sin caer en la nostalgia depresiva de que todo tiempo pasado fue mejor. Al contrario, trato de divertirme con esa cuestión de ver qué cómodo que está todo hoy en relación con cómo eran las cosas antes cuando, por ejemplo, tenías que esperar a que uno te presentara una amiga y vos trabajabas la cabeza hasta el día en que la veías. Ahora tenemos atajos por todos lados, la buscás por Facebook y ves más o menos cómo viene.
—¿Y cómo decidiste meterte con este eje?
—Porque en mi show anterior, Vengo con este cuento, había una pequeña fracción que hablaba de esta cuestión, y vi que tenía un buen resultado con la gente. Entonces empecé a ensanchar el abanico y lo trabajé con Guillermo Camblor, que es el coautor de este espectáculo.
—¿Qué faceta te gusta más, la de actor o la de humorista?
—Cuando vos estudias actuación, es como con medicina: después ves en qué rama te especializás. Podés disparar para el lado de la comedia o del drama. Y una vez que empezás a tocar una cuerda, es como te quedás con esa etiqueta. Son muy pocos los actores que han podido manejar el drama y la comedia de manera impecable, como por ejemplo Francella. No descarto hacer un drama, pero lo veo difícil porque siempre mis elecciones tuvieron que ver con el lado del humor. Me gusta esa música que genera la carcajada de la sala.
—¿Cómo decidiste ser cómico?
—Uno es ya de chico y después te das cuenta de que podés dedicarte a esto. En el colegio era el compañero gracioso, me gustaba que se rían con las anécdotas que contaba. A partir de ahí empecé a estudiar actuación y eso me dio diferentes técnicas. Luego tuve un programa de radio de humor que me marcó que esto era lo que quería hacer. Ahí hacía todo yo, luego se transformó en un programa de cable y eso me dio la gimnasia para pasar los castings luego en Videomatch. Si no hubiera tenido ese fogueo de los nervios, nada más me hubiera apichonado.
—Decís que tu humor no entra en la vulgaridad. ¿Hay límites? ¿Cómo lo trabajas?
—En el trayecto uno se da cuenta de que hay maneras de hacer reír. Es más fácil con las malas palabras. Yo me marco mis propios límites. No me gusta reírme de una enfermedad. Antes por ahí no me temblaba el pulso al contar un chiste de determinada cuestión. Luego dejé de hacerlo. Trato de reírme de la situación, no de la cuestión en sí.
—¿Esperás que te llame Tinelli?
—Hay algunas cosas por ahí dando vueltas, pero nada concreto. Además, cuando uno proyecta hacer teatro, le queda muy poco tiempo físico para hacer televisión En cuanto a al humor político de "Showmatch" no es una cuerda que toque bien. Yo voy por el lado de lo cotidiano. Ojalá que Tinelli algún día haga un programa de humor, me encantaría. Volver a bailar, soy muy pata dura, no me veo. Pero nunca digas nunca.