Moris y Antonio Birabent, padre e hijo, publicaron un nuevo disco que los une musicalmente, luego del antecedente de “Familia Canción”, de hace diez años. “La última montaña”, el flamante álbum, incluye como arte de tapa una pintura realizada por Inés González Fraga, mamá de Antonio. Suena el teléfono cuatro veces, y del otro lado Inés atiende a La Capital y le pasa el tubo a Moris. ¿Hola Moris, cómo está? “Decime tú”, contesta. En noviembre del 2020 cumplió 78 años y lo primero que confiesa es que este disco representa “bastante mucho” para él. Sin embargo, antes de responder desenfunda un largo “uhh”, que presenta la significancia, como un momento difícil de describir. Lo explica así: “Significa volver a trabajar con Antonio, componer juntos, intercambiar ideas. Haberle dedicado un tiempo bastante importante, y la alegría de estar de vuelta juntos en un disco, con la posibilidad de seguir adelante con la música y la composición”.
Moris: Yo no estaba con la idea de hacer otro disco mío. Pero empezamos un tema, Antonio me pasó una letra y yo le puse la música. Después yo le pasé una letra y él le puso la música. Eran dos. Después se transformaron en tres, y en cinco. Y un día me dijo: “Mira, ya estamos cerca de tener un disco”. Así que se fue haciendo de a poco, y por acumulación. Llegó un momento en que los músicos también decían que teníamos para hacer un disco. Y eso finalmente nos llevó a hacerlo.
Antonio: Lo que pasó es que cuando salió “Familia Canción” nunca jamás pensamos que íbamos a grabar otro disco. Periodistas y algunos fans durante algunos años preguntaban, pero como siempre respondíamos que no, seguramente por eso dejaron de insistir. Por eso este disco nos tomó a nosotros por sorpresa. Podríamos no haberlo hecho. No había una necesidad. Pero ahora que está, me doy cuenta de que era muy importante hacerlo. Antes yo no veía esa importancia. Empezamos a componer el año pasado, y de repente nos dimos cuenta que teníamos un disco y avanzamos. Pero como pasa muchas veces, el sentido de la obra artística se define con el que escucha. Cuando vino la devolución me dije “ah, claro. Sí había que hacer el disco”. Cuando Litto (Nebbia) me dijo “Antonio, qué hermoso el disco, qué importante que lo hayan hecho”, y lo mismo cualquier persona anónima que me escribe, ahí entendí la importancia.
—En “La última montaña” los textos siguen el camino que iniciaron en “Familia Canción”: descripciones urbanas en poesía de barrio, que transportan a quien escucha a un mundo de ficción dotado de un carácter cinematográfico, donde las imágenes que proyectan las palabras trasforman en real lo ilusorio. ¿Se imaginaron alguna vez una serie o cortos a partir de sus canciones?
Antonio: Me hacés pensar... No sé si una serie, pero podría ser un documental. Somos muy descriptivos escribiendo, y todo lo urbano nos llama mucho la atención. Las ciudades. Vos me estás llamando desde Rosario, y cuando voy a allá lo que quiero es caminar la ciudad, entenderla. Y la única manera de entender una ciudad es caminándola. Y eso me lleva a componer, a escribir. Me acuerdo una vez que estuve una semana entera, justamente por una película que hizo Gustavo Postiglione, y ya tenía un barcito a donde iba, y unos recorridos. Creo que nuestra música tiene que ver con la pintura urbana.
Moris & Antonio Birabent - Ciudad Extraña (Video Oficial)
—Después de tantos años de observar y escribir lo que observás, ¿todavía quedan cosas nuevas para contar?
Moris: Je, es una buena pregunta. Cosas nuevas... Bueno, nuevas sobre viejos temas, sí. Porque los temas que voy tocando, casi siempre son parecidos, no han cambiado mucho los temas. Hay un nuevo enfoque, uno más actual. No es lo mismo lo que yo pensaba hace diez años que lo que pienso hoy. Entonces sí, tengo cosas nuevas para decir.
—Sin embargo a veces se cree que es piola ser toda la vida igual.
Moris: Es que no se puede ser toda la vida igual. Hay que pensar que uno fue un niño adentro de la panza de la madre y después salió a los gritos. Después se tropezó, creció y fue adulto; después maduro, después anciano y después desapareció. Es un tránsito, así que no podemos pensar en que somos iguales siempre. Cada minuto, como decía Javier Martínez, es un minuto menos. Y el tiempo pasa, y nos vamos transformando. Encima no sabemos lo que es el tiempo, así que estamos transformados por algo que no sabemos qué es.
—Imagino que, como todo el mundo, vivir en pandemia es algo que te sorprende.
Moris: Bueno sí, eso por un lado. Y por otro, que el corazón esté trabajando casi 50 años prácticamente gratis (se ríe a carcajadas), porque uno no cobra ningún sueldo, y que uno siga vivo, eso es una maravilla, que esté la vida presente. Es una cosa muy rara que casi no se toma en cuenta. Uno respira automáticamente, digiere automáticamente, habla casi automáticamente. Y todo eso es incomprensible. Parece que lo comprendiéramos, pero es incomprensible.
—¿Es un plus emocional trabajar con Antonio?
Moris: Sí, me gusta porque nos entendemos con la mirada. El me mira y me dice ¿qué te pareció? Tenemos puntos de vista muy parecidos, nos reímos de las mismas cosas y nos molestan y nos gustan las mismas cosas. Es muy lindo trabajar con Antonio. Es armónico, hay armonía entre nosotros. Y sobre todo un buen trato, un respeto por las ideas, por cómo somos.
Moris & Antonio Birabent - Porque El Sol (Video Oficial)
—¿Cuánto empezaron a hacer música juntos?
Antonio: Yo recuerdo formalmente que tocaba la guitarra en su banda en el año 90. Hicimos unos cuantos conciertos, y a fin de año dos teatros Coliseo. En esa época empezamos a tocar juntos en su banda. Pero en realidad empezamos a tocar juntos cuando yo empecé a tocar un poquito la guitarra, y él me ayudaba. Eso habrá sido cuando volvimos a Argentina, en el 87/88.
—¿Cuál fue el primer tema que hicieron juntos?
Antonio: Recién en “Familia Canción”. Pero hace mucho él me ayudaba. Tocábamos en un cuartito, que era la cocina de la casa donde vivíamos mi padre, mi madre y mi hermano. Yo tenía más o menos 18 años, y él me ayudaba con las canciones. En esa época yo ya había escrito un boceto de lo que después fue “A mí la lluvia” y “Salgo a caminar”, que terminaron cuatro años después en mi primer disco. Ponernos a componer formalmente, recién fue con “Familia Canción”. Si bien hay un antecedente, muy anterior, que fue en España en 1980. Me estoy acordando ahora, yo tenía 10 años. Y en un disco de él colaboré con la letra de una canción que se llama “El show ya terminó”.
—¿Moris quería que Antonio fuera músico?
Moris: Me daba lo mismo. Si hubiera elegido ser futbolista o astronauta, me hubiera parecido bien. Pero eligió ser músico, y también me pareció bien. Hizo una elección que, tal vez si yo no hubiera sido músico, él lo hubiera elegido igual. Yo creo que sí, que lo hubiera elegido igual.
—¿Vos qué hubieras sido si no fueses músico?
Moris: Lo pensé muchas veces. Me hubiese gustado ser alpinista, por ejemplo. Me hubiese gustado ser deportista. Y sobre todo me hubiese gustado ser sanador espiritual, esos que curan mediante la imposición de las manos.
—Para la realización de “La última montaña”, ¿cómo adaptaron el proceso a los tiempos de pandemia?
Antonio: Se hizo mucho por teléfono. Además nosotros somos muy rápidos. Por una cuestión de conocimiento y de experiencia, enseguida entendíamos cuál era la letra y la música. Después sí hubo más tiempo porque tuvieron mucho trabajo los productores y colaboradores de la familia, Lolo Micucci y Víctor Volpi. Ellos estuvieron en los arreglos, que llevaron un trabajo de semanas y meses. Pero el trabajo de composición fue muy veloz.
Litto Nebbia, el invitado que hizo “llorar de emoción” a Birabent
Litto Nebbia es el único invitado en “La última montaña”. Participa en la canción “Nieva en Buenos Aires”, fortaleciendo un vínculo que data desde los primeros días de gestación del rock argentino. Como ejemplo, Los Gatos grabaron “Ayer nomás”, composición de Moris. Y en 1973, Litto condujo un programa de radio llamado (igual que su disco y su sello) “Melopea”. El sentido del programa era entrevistar a músicos. Pero al poco tiempo, grupos militares reventaron el medio y esas cintas históricas se perdieron. Sólo quedaron dos o tres programas, que se pueden escuchar perdidos en la web. En uno de esos participa Moris, que presenta un detalle sonoro que hoy se resignifica: un Antonio bebé da vueltas haciendo ruido por el estudio mientras su padre y Nebbia mantienen el diálogo.
“Conozco esa grabación, por supuesto, donde yo con 4 ó 5 años estoy ahí en el estudio”, dice Antonio, y luego describe la participación de Litto en el disco actual: “Las primeras veces que lo escuché me puse a llorar. Era tan emotivo escucharlo... Además, por primera vez, me pasó algo curioso, y es que las voces de ellos dos nunca las escuché tan parecidas. Siempre me parecieron dos voces muy distintas, pero es como si el tiempo los hubiera asentado en un lugar similar”. Al respecto, Moris agrega que “Litto es un ser humano muy especial, en el sentido de que tiene un amor muy grande por la música. Yo conozco poca gente que tenga tanto amor y tanto interés por la música durante tantos años y que lo ha mantenido. Me emocionó escucharlo, y lo hizo con una soltura y una velocidad increíble”.