A los nueve años empezó a comprobar que "de algo servía parecerse a la gente". El don de la actuación muchas veces se expresaba como la innata habilidad para copiar gestos o voces de diferentes personas que cruzaban por su vida, como la voz de la madre de su mejor amigo, a quien imitaba y lograba que le levanten la penitencia y pueda salir a jugar con él. Martín Bossi habla de "actuar una imitación" y asegura: "No soy un buen imitador, soy un buen convencedor". El artista, que estuvo grabando la película de Alberto Olmedo, regresa a Rosario para presentar su nuevo espectáculo, "El impostor apasionado", la segunda parte de la saga que comenzó en 2010 con "M, el Impostor". En este nuevo show, Bossi intenta despojarse de las máscaras para mostrar su verdadera esencia.
Ante la seguidilla de funciones que está dando desde anoche en el teatro Broadway con su nueva obra y que continuará hoy y mañana a las 21, el domingo a las 20.30 y el 12 y 13 de septiembre, Bossi dialogó en exclusiva con Escenario acerca de su nuevo show, del despojo de las máscaras para encontrarse con su ser, de la necesidad de actuar para que lo quieran y de su desconfianza en los políticos.
—Es un espectáculo como el que estamos acostumbrados a dar nosotros, con muchos artistas en el escenario, con temas existenciales para plantear cosas. La verdad es que estoy muy contento. Es un espectáculo que va modificándose todo el tiempo. Narra la historia de un niño que se tiene que animar a sacarse las máscaras, de un actor que va creciendo. Hay un profesor en escena que es Manuel Wirzt, que le hace trabajar el tema de la verdad. No es un espectáculo que se basa en las imitaciones. Hablamos del amor, de la muerte, la locura, el despojo, del "caligulismo".
—Ahora que te estás despojando de las máscaras, ¿tu carrera va orientada hacia el stand up y la actuación más que a la imitación?
—En el teatro hay stand up, hago de todo un poco. Lo que quiero es empezar a hacer cosas que tengan más profundidad, plantear problemáticas y que la gente además de una sonrisa, se lleve cosas para pensar. No quiero ser el pibe que imita a los 60 años. De hecho ya hace rato que lo dejé de ser. Me parece que la evolución misma me va llevando naturalmente a empezar a despojarme cada vez más. No me seduce estar todo el tiempo escondiéndome.
—¿Tu primera imitación fue hacer la voz de la mamá de un amiguito de la infancia?
—Sí, imitaba a la mamá de mi mejor amigo que se llamaba Violeta. Yo llamaba a la casa de otros papas haciéndome pasar por ella como dando autorización a Fabián para ir a lugares porque mi amigo vivía en penitencia, ¡y le bajaba la penitencia yo mismo! Teníamos nueve años... Ahí empecé a comprobar que de algo servía parecerme a la gente.
—Empezaste estudiando comunicación social, ¿cuándo fue el momento en que te diste cuenta que querías dedicarte a la actuación?
—La muerte de mi papá cuando yo tenía 19 años me dejó solo de la persona que me guiaba en el mundo. Y me encontré medio perdido y dije: "¿Y ahora quién podrá defenderme?". Así que empecé a escucharme. Pasé por la escuela de teatro de Víctor Laplace, vi luz, entré, me probé y quedamos seleccionados 10 de 400 chicos. A partir de ese momento empecé a estudiar teatro y no me bajé más del escenario. Y creo que nunca más me voy a bajar.
—Dijiste que elegiste el camino de la actuación en busca del afecto, para que te quieran. ¿Sentís que lo lograste?
—No absolutamente. Quiero que me quieran cada vez más. Soy muy voraz en eso. Actúo para que me quieran.
—¿Es lo mismo imitar a Alejandro Fantino que a Sandro?
—La técnica que se utiliza para abordarlos es la misma, que es igual a la que uno usa con Romeo y Julieta, es actuación. La imitación la puede hacer cualquiera, yo te puedo enseñar y lo hacés en un segundo. Pero actuar imitando y sostenerlo en el tiempo ya tiene que ver con la actuación.
—¿O sea que la mímesis es fácil de lograr pero la actuación de una imitación es la que se puede sostener en el tiempo, porque creas una opinión propia sobre el personaje?
—Claro, eso tiene más que ver con lo que hago yo. Ver la línea de pensamiento, crear mi opinión del personaje y sostenerla en el tiempo. Honestamente yo no me considero un buen imitador ni por las papas. Yo me escucho imitar y, objetivamente, mi mamá y mi hermano imitan mejor.
—¿Lo decís en serio?
—Sí. Yo no soy un buen imitador, soy un buen convencedor. Yo te convenzo, esa es la virtud.
—Decís que la actuación es una opinión. ¿A qué te referís con eso?
—Si yo hago un personaje y te lo muestro estoy opinando de ese personaje. La actuación es un periodismo actuado. Los periodistas dan la opinión dentro de la literatura y yo mediante la actuación.
—¿Por qué ya no imitás a la presidenta Cristina Fernández?
—En el 2009 dejé de hacer a Cristina, a la gente le quedó un buen recuerdo y a mí me encanta. Pero ya hace cinco años que no la hago más, ni me acuerdo cómo se hace. La dejé de hacer porque mi camino siguió y yo estoy en busca de otras cosas.
—¿No te involucrás en política?
—No creo en los políticos en toda la historia de la humanidad de ningún país, de ninguna época. Ya sean Lincoln, Kennedy, Gorbachov, Putin, Alfonsín o Menem. No creo en nadie.
—¿Por qué?
—Porque nunca nadie me representó. Si mi mamá se dedicara a la política yo no le creería.
—¿Apoyás a la persona que esté gobernando más allá de su ideología?
—Yo quiero que al presidente del país le vaya bien porque si le va bien al presidente, por más que sea como sea, nos va bien a todos. Podemos estar de acuerdo o no, pero a los millones de argentinos nos tiene que importar que le vaya bien al que venga, así venga un bicicletero.
—Hay gente que prioriza el partido político o la persona antes que lo que se hace o no se hace y ven una parte de la realidad, porque ven todo bueno o todo malo. Es importante saber ver lo positivo y negativo.
—Ojalá. El día que pensemos todos así, yo te juro que el país sale adelante.
—¿Cómo ves la actualidad del país para hacer humor? Roberto Pettinato dijo en una entrevista que es el mejor momento para hacer humor porque pasan cosas cínicas que se pueden llevar al escenario.
—Yo hago humor desde que nací. Creo que no se necesitan cosas cínicas para hacer humor. Vivo mi vida, no jodo a nadie. Soy actor e hice políticos en un momento porque era la necesidad de un programa del cual yo participaba... Me preguntan todo el tiempo sobre humor político y es desgastante. La política ya es graciosa por sí sola.
—Más allá del humor político, ¿sentís que es un buen momento en el país para brindarle humor a la gente?
—Sí. La gente está con ganas de reírse. De hecho se ve la respuesta en las boleterías. Venimos de hacer Córdoba con 5 teatros hasta el tope. Y en Rosario ya estamos vendidos todo el fin de semana. Creo que la gente está necesitando reírse cada vez más.
—¿Qué es lo que menos te gusta de esta profesión? ¿Por qué dijiste que el precio más caro fue "correrte" de tu eje?
—Lo más feo de esta profesión es todo lo que sucede debajo del escenario. Me refiero al tema del medio, la cosa "celebrity", la parodia del artista, la vida en el medio. actualmente hay poco escenario... Falta mambo y sobra pasarela, como dice Fito Páez. Todo eso no me hace sentir cómodo, a mí me gusta actuar. Me encanta hacer notas, hablar con los periodistas, porque me parece que el periodismo es más necesario que la política. Cuando actúo se mueven muchas cosas internas y cuando termino de actuar estoy lejos de mí. A veces ando drogado por la vida sin drogarme. O sea que para irme de mi eje no necesito drogarme porque este laburo genera una gran movilización interna. Pero en el buen sentido, no para mal. ¿Cómo vuelvo a mí? Con terapia, con mi familia, con los pies en la tierra, con tocar el pasto, con un "fulbito" con amigos. Volviendo a lo que soy yo realmente, no creyéndome absolutamente nada de lo que pasa a mi alrededor, porque todo es absolutamente todo mentira.