Se juntaban los martes, un día fiambre, y hacían lo que mejor saben hacer: tocar y cantar.
Fueron varios años en que los martes era día de Tipitos. Por eso este nuevo material no tuvo mejor
título que “El club de los martes”, porque representa el espíritu de cofradía de la
banda marplatense, porque es un grupo de amigos, y porque siguen siendo fieles a la mejor escuela
del rock nacional.
Los Tipitos, quienes ostentan la virtud de ser los mismos cuatro que armaron esta aventura allá
por el 94 (Walter Piancioli, en piano, guitarra y voz; Raúl Ruffino, en guitarra y voz; Federico
Bugallo, en bajo y coros; y Pablo Tevez, en batería y coros), se presentan mañana, a las 22, en el
teatro Broadway (San Lorenzo 1223). “Mamamos mucho la escuela del rock”, dijo Raúl
Ruffino, uno de los dos cantantes y principales compositores del grupo.
—¿Por qué Los Tipitos siguen levantando la bandera de la canción
rock?
—Hay varias cuestiones, primero es que tenemos un formato de rock
muy clásico: batería, bajo, guitarra y piano. Y cuando queremos hacer algo distinto los productores
descartan las cosas que no suenan a Tipitos. Pero lo que pasa es que nosotros mamamos mucho la
escuela del rock con cosas melódicas, las canciones nos salen naturalmente y las componemos con
guitarras acústicas, no con la banda de rock.
—Es la herencia de la música del fogón, con base en Sui Generis y en
Almendra, entre otros, de la que están muy orgullosos.
—Y sí, mirá, estamos orgullosos de seguir con la nuestra y no
irnos con la corriente, no hicimos reggae cuando estuvo de moda el reggae, ni blues cuando estuvo
de moda el blues. Por eso nos jactamos de llevar la bandera de la canción rock, no porque decimos
“aguante el rock argento”, simplemente porque nos sale así. Es más, cuando demeamos
para un disco nos salen 40 o 50 temas, para que queden sólo 13 canciones.
—Si un productor te dice qué es Tipitos y qué no, te está
determinando que hay instalado un estilo Tipitos dentro del rock.
—Sí, un estilo Tipitos, yo creo que existe. Se nota cuando
versionamos un tema, como cuando hicimos “Siguiendo la luna”, de los Fabulosos
Cadillacs, o “Mil horas”, de Los Abuelos de la Nada, se nota que es Tipitos. De todos
modos, en este disco nos corrimos al funk en un tema, en el track “No viene hasta mí”,
son cosas que no se vieron en otros discos.
—¿Y cuál es el cambio que ven desde el primer disco hasta ahora?
—Primero que nada mejoramos el sonido, antes no teníamos con qué
sonar, nos costaba mucho empatarle a los que ya estaban sonando. Después tuvimos que encontrar una
manera de sonar en la radio, tocábamos de una manera muy barroca, con muchos arreglos, muchas cosas
encimadas y nos costó hacer prevalecer la canción.
—¿Siendo siempre los mismos cuatro integrantes, se puede decir
que la banda también cambió?
—Creo que crecimos un montón como bandas. Siempre compusimos los
cuatro y tenemos la misma química, pero mejoró ese momento en que uno traía un tema y sentía algo
de vergüenza a la hora de tirar frases a tontas y a locas. Ahora perdimos los pruritos, hacemos
arreglos juntos y aprendimos a trabajar como banda.
—”Armando Camaleón” marcó una bisagra en su carrera
porque agrupó hits que no tuvieron otros discos. ¿Es una presión o una bendición hacer un hit?
—Mirá, para mí es una bendición tener un hit (risas), y te lo digo
porque no creo que uno tiene que estar atado. No siempre el hit es el tema tonto, nosotros sentimos
que los temas que fueron hit, primero fueron canciones muy buenas. Recuerdo que al principio,
cuando “Brujería” fue un éxito, la gente que nos venía viendo del under, pensaba que la
habíamos hecho a propósito y la rechazaba. Para nosotros tocar hits en vivo no es para demostrar
que somos conocidos, sino que queremos que la gente se lleve las canciones que vino a escuchar. Y
al grupo los hits nos lleva a un lugar de fiesta.
Dupla exitosa. “El club de los martes”, duodécimo disco en la carrera
de Los Tipitos, mantiene la línea estilística del grupo, con baladas rock y pop y letras directas
que abordan la temática del amor (como el hit “Reírnos del amor”) o incluso cuestiones
sociales (“Pueblo”) o de búsqueda personal (“Laberinto” y “Para
cambiar”). Este disco cuenta con la dupla de Alfredo Toth y Pablo Guyot en la producción
artística, los mismos que hicieron esa labor en el exitoso “Armando Camaleón”.