"¿Sabés qué tenían para comer?... tres empanadas", se lamenta el corrupto
Antonio Musicardi y trascartón le clava un mordiscón a una, como si fuera el último bocado de su
vida. La escena, de aquella recordada «Esperando la carroza» ya está en el imaginario colectivo
grabada a fuego. La secuela va por más. "En esta película hay frases que podrían enriquecer ese
lenguaje metafórico brutal que tenía la versión original".
El que habla es Luis Brandoni, aquel Antonio Musicardi, y la referencia es hacia
"Esperando la carroza 2", la película de Gabriel González Condron, ambientada en los años 90, que
propone darle una continuidad al exitoso filme grotesco de 1985, dirigido por Alejandro Doria. Los
rosarinos podrán dar su veredicto este jueves, cuando se estrene en las salas locales, en el marco
del lanzamiento nacional del filme.
—¿Tu Antonio Musicardi no corre riesgos de quedar desactualizado?
—No, para nada, no creo que corra ese riesgo. En esa clase emergente,
producto de ese festival de corrupción que fue la década del 90, Musicardi sería un ejemplo
emblemático, una nave insignia. Y esto no ha desaparecido, no está desactualizado en absoluto.
—¿Qué tecla tuvieron que tocar el elenco y el director para poder darle continuidad a
aquella película?
—Yo no les pregunté a mis compañeros, pero creo que cada uno habrá hecho
un ejercicio para poder refrescar lo que en aquel entonces se hizo. Se trató de reproducir el
estilo que le imprimió Alejandro Doria, muy característico del cine y el teatro argentino, que es
el grotesco. Y en ese sentido, Gabriel González Condron siguió por el mismo andarivel con la puesta
en escena y las actuaciones. Desde ese punto de vista creo que se mantuvo el tono de aquella
película.
—¿Esta película responde al refrán "no hay dos sin tres" o a "segundas partes nunca
fueron buenas"?
—No sé si habrá una tercera, pero es posible que haya gente que encuentre
mejor la primera, ese es el riesgo que corremos. El asunto no es compararlo, aunque sea inevitable,
el desafío es si a pesar de eso la gente tiene curiosidad para ver a estos personajes y a la nueva
generación de esa familia, que sigue por el mismo derrotero.
—La frase "esperando la carroza" tiene un contenido metafórico muy grande, ¿cuál es
la carroza que se espera ahora?
—La circunstancia es otra, pero creo que hay cosas que es posible que
queden. Nadie imaginó, de todo el elenco original, que la escena y la frase de las tres empanadas
iban a quedar en la historia, sin embargo está en la memoria de los argentinos. Pero ahora hay
frases que podrían enriquecer ese lenguaje metafórico brutal que tiene "Esperando la carroza". Hay
momentos muy nítidos en "Esperando la carroza 2" que pueden quedar como comodín en muchas
cosas.
—¿Se mantiene la esencia del género grotesco?
—A mí me parece que sí, habrá que ver qué le pasa al público. Es que son
cosas que nos pertenecen culturalmente, no son cosas de moda. Además, los argentinos tenemos
episodios grotescos para poner en un bibliorato grande, es un género que practicamos en la vida
diaria.
—¿No se siente demasiado la ausencia de la nona en esta secuela?
—El guión no preveía alguna alusión a ella y no me parece curioso. Si
recordamos, por ejemplo, la escena en la que los dos hermanos Musicardi, el personaje de (Juan
Manuel) Tenuta y el mío, van a hacer la denuncia policial por el extravío de la madre y no
recuerdan ni cómo se llamaba ella, ni cuántos años tenía, ni cómo se llamaban los parientes,
entonces no es demasiado difícil que esta gente, muerta la vieja hace 15 años, no hagan ninguna
referencia sobre la nona. Además, el acontecimiento al que concurren (en alusión al aniversario de
casados de Nora y Antonio Musicardi) ofrece aristas muy salientes, y no hay momentos de
recogimiento para recordar a la abuelita.
—¿Esta versión está más politizada que la anterior?
—No, en eso Jacobo Langsner, que es el autor de ambos guiones, fue muy
fiel a este estilo, que él conoce como nadie. A excepción del componente dramático por el tema de
la abuela, que aquí está dicho que no será el mismo, el tipo de situaciones es exactamente igual,
con el mismo filo y la misma ironía.
Fantasías
“Será muy difícil que esta película le pueda batir el punto a la de
Alejandro Doria, sobre todo por una cuestión: los millones de argentinos que la vieron tiene su
propia película en la cabeza”, dijo Brandoni. Y remató: “El desafío será, en todo caso,
si podremos coincidir con esa fantasía de la gente”.