En el último Festival de Cannes el actor argentino Nahuel Pérez Biscayart dejó a muchos boquiabiertos con su poderosa interpretación de un militante del grupo Act Now Paris que en la década del '90 reclamó atención pública sobre la lucha contra el sida, una de las muchas razones por las que "120 pulsaciones por minuto" se llevó allí el Gran Premio del Jurado. El filme, que se estrenó el jueves en Rosario y que también ganó en el Festival de San Sebastián como mejor película, fue elegido para representar a Francia en el Oscar.
Para Pérez Biscayart, nacido en Buenos Aires hace 31 años, el protagónico sólo ha servido para resaltar una larga carrera que comenzó en el cine argentino con filmes como "El aura", junto a Ricardo Darín, o "Tatuado", por la que obtuvo el Cóndor de Plata al Actor revelación en 2006 y continuó en estos últimos años en Europa. Pérez Biscayart pronto será visto en la película italiana "Agadah" y comparte cartel con Gael García Bernal en el filme francés "Si tu voyais son coeur". En noviembre participó como jurado de la competencia oficial en el Festival de Cine de Mar del Plata, poco antes de ganar el premio como mejor actor en el Festival de Cine de la India y ser nominado al Premio Cesar, en la categoría revelación, de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Francia, que se entregarán en febrero.
En la televisión argentina confirmó su talento con "Sol negro", "Mujeres asesinas" y "Hermanos y detectives", entre otros. En 2008 fue elegido por la actriz y teatrista Kate Valk, para participar en un taller del prestigioso colectivo teatral The Wooster Group de Nueva York, donde arrancaron sus periplos internacionales. Su presencia, tanto en cine como en televisión, como "Epitafios" y "El puntero", lo ayudaron a ser convocado por productores europeos y otros orígenes para así comenzar un nuevo y desafiante capítulo de su carrera ascendente, con base de operaciones en París.
"Para los integrantes de Act Up la lucha era una cuestión de vida o muerte: significaba su cuerpo atravesado por un conflicto. Y si no intentaban hacerse cargo para resolverlo no solo nadie lo iba a hacer por ellos, sino que la muerte los esperaba en el día de mañana", explicó Biscayart a la agencia Ansa sobre "120 pulsaciones por minuto".
El actor interpreta a Sean Dalmazo, uno de los integrantes de Act Up (AIDS Coalition to Unleash Power /Coalición del SIDA para desatar el poder), un grupo de acción directa creado en 1987 por jóvenes franceses que padecían la enfermedad y no tenían respuestas del Estado en materia de investigación, tratamientos y contención.
El filme da cuenta de un contexto político atravesado por la desidia, pero también de uno íntimo, descarnado y vital: en momentos en que la gran mayoría de los enfermos de sida preferían el anonimato para no ser estigmatizados, un grupo de jóvenes eligió mostrarse, irrumpir en escuelas y convenciones políticas y, sobre todo, tomar la calle.
Durante la preparación de su personaje, tanto Bizcayart como el resto de los actores tuvieron una charla con el coguionista, el director y productor del filme, quienes en su juventud fueron integrantes de Act Up, un ejercicio que resultó fundamental para hallar no solo el tono actoral justo, sino el compromiso humano necesario para ponerse en la piel de aquellos luchadores.
Relato en tiempo presente. "Si bien vimos otros filmes, documentales y leímos mucho, aquella conversación en la que nos hablaron en tiempo presente del momento en que estos jóvenes vivían, nos atravesó. Creo que cualquier ser sensible se hubiese conmovido y se instaló rápidamente en nosotros ese sentimiento de urgencia, de pertenencia, de esa familia construida", relató.
"Asumimos el rol que en esa época le había sido dado a ellos, que fueron estigmatizados primero, porque les cayó la enfermedad, y en lugar de ir a morir en las sombras como perro triste decidieron hacer de esa vergüenza social un arma de lucha", agregó.
Su personaje le demandó una gran exigencia física. Si bien Bizcayart es delgado, tuvo que adelgazar 7 kilos en 15 días alimentándose sólo con sopas. "Fue difícil, cansador, drenante. Pero en un punto eso facilitó el rodaje y algo de la realidad se empezó a despejar en la ficción. Este filme está muy anclado en lo físico: te exponés, recibís de tus compañeros miradas perturbadoras que te colocan en lugares incómodos, y eso hace que el trabajo sea más interesante porque la dificultad no está en lo logístico, sino simplemente en la acción", explicó el actor. Si bien la figura de la muerte ronda en la historia que retrata la película, el rodaje fue, aseguró Bizcayart, "espectacular, sensual, divertido, fraterno".
"Entendimos el mensaje que debíamos transmitir: todo lo que hicieron aquellos jóvenes fue para sobrevivir y poder disfrutar de la vida que, desgraciadamente, se las estaban quitando", aseveró. El actor exhortó a estar atentos a las injusticias cotidianas, que pasan desapercibidas, y a luchar desde el pequeño lugar que a cada uno le corresponde. "Las injusticias del mundo están acá, todo el tiempo".
"Hablemos de la distribución de la riqueza, la principal causa de sufrimiento de la mayor parte de la población del planeta: la gente pobre es la que sostiene el sistema, adquiriendo productos realizados a su vez por gente explotada. El sistema es muy perverso. Por eso, los que tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas podemos decidir no comprar un producto. Podemos ser responsables sin necesidad de militar 24 horas", sostuvo.
"Desobediencia civil", apuntó. En esa frase está el secreto de la lucha silenciosa. También en la empatía y en la existencia de un tejido social en el cual reflejarse y sentirse contenido e interpelado. "Las luchas no suceden en soledad: son forzosamente masivas", opinó.
Diferencias entre el cine galo y el local
"A varias de las películas que hice en Europa llegué de maneras diferentes", contó Nahuel Pérez Biscayart sobre su desembarco en Europa. "La primera en la que trabajé en Francia me llegó porque el director había visto «La sangre brota» que se había estrenado en París. Veo en Francia una notoria apertura a lo nuevo y un respeto del deseo de los directores bastante más fuerte que en la Argentina. No es necesario hacer televisión o estar expuesto por fuera de tu trabajo para poder estar al frente de proyectos grandes y de calidad. El cine que me tocó tiene un financiamiento importante y las condiciones de trabajo son muy buenas. Si tuviera que hablar de diferencias concretas, no tienen tanto que ver con hacer cine sino con hacerlo en otro país con otras costumbres y otros medios", completó.