Las cinco canciones que mejor recuerdan el arte inoxidable del Gitano
A dos años de la muerte del cantante, sus seguidoras, que le han sido fieles desde sus comienzos con Los de Fuego, evocan a Sandro con las letras y las melodías que lo convirtieron en un ídolo y un mito. LaCapital.com.ar repasa sus grades éxitos y le rinde homenaje a un artista siempre fiel a sí mismo.
4 de enero 2012·11:30hs
Hoy se cumplen dos años de la muerte de Sandro. Sus "chicas", como el llamaba cariñosamente a sus fans de siempre, lo recuerdan sin necesidad de peregrinar al cementerio Gloriam, donde descansan sus restos, aunque las que lo hacen, sin dudar, le llevan rosas rojas, la flor que a él más le gustaban y que lo representaba como artista y como hombre. LaCapital.com.ar recuerda al Gitano con los temas que lo erigieron en el máximo ídolo de la canción romántica de la Argentina.
1- "Rosa Rosa": el éxito más grande de la carrera del Gitano. Está en el disco "Sandro de América", publicado en 1969, el año en el que recibió un disco de oro en Nueva York por haber sido el artista latinoamericano que más discos vendió en Estados Unidos. Más allá del suceso comercial de su música, "Rosa Rosa" se convirtió en un clásico inoxidable gracias a su melodía edulcorada y a su profundidad dramática. No hay mujer que haya vivido aquellos años que no se estremezca cuando escucha aquel "si alguien ha de morir moriré yo por ti".
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2- "Una muchacha y una guitarra": es el tema que le da título al álbum que consolidó a Sandro como una estrella internacional. Fue publicado en 1968, el año en que el Gitano se presentó en el Festival de Viña del Mar, donde volvió a llevarse la Gaviota de Oro y encendió al Monstruo, el exigente público chileno, con uno de los shows más vibrantes de su vida. La canción, plena de alegría, se convirtió en un himno de la generación de adolescentes que, por esos años, vibraba con el incipiente surgimiento del pop y vislumbraba un futuro de gloria.
3- "Penumbras": otro de las grandes canciones románticas que escribió, grabó y editó Sandro en 1968, el año que lo catapultó a la fama a escala global. Su melodía cargada de emoción marcó su alejamiento definitivo de la imagen de rockero salvaje con la que había iniciado su carrera con Los de Fuego. Consolidado como un baladista capaz de erizar al piel de "sus chicas", como llamaba a sus fans, con un ligero temblor de su voz, se probó el esmoquin negro y amplió su público más allá de las adolescentes que lo seguían desde los comienzos de su carrera.
4- "Te propongo": incluido en "Muchacho", el álbum con el que desembarcó en las bateas en 1970. Era la banda de sonido de la película que protagonizó junto a Olinda Bozán e Irán Eory, en la que interpretaba, en clave de musical, al hijo de un barquero que logra conquistar al mundo de la canción y, pese a su origen humilde, se enamora y conquista a una chica de clase acomodada. "Te propongo elegir la cartelera de algún cine continuado o tal vez mirar vidrieras, son las cosas de este amor", una síntesis de la idea del amor que tienen los hombres sensibles.
tres minutos y treinta y seis segundos de amor imposible en estado puro. Con la pasión desencadenada del que ama sin poder celebrar su amor, sin poder contarle al mundo su sentimiento, Sandro cinceló, como si fuera un experto escultor, la desdicha, la frustración, el dolor de los hombres y mujeres que, sabiendo que han nacido el uno para el otro, no pueden formar pareja. Pasión secreta, con más lágrimas que sonrisas, sus voz temblorosa canta: "Yo puedo presentir que tu debes sufrir, igual que sufro yo". Un suspiro cósmico.
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