La neoyorquina Lizzy Grant, más conocida como Lana del Rey, continúa con la promoción de su nuevo disco, "Ultraviolence", trabajo donde ahonda en el papel de mujer fatal, con cierta obsesión por los hombres problemáticos, porque al fin y al cabo, dice, ella es también, "algunas veces", una chica mala.
A pesar de una campaña de promoción limitada en Estados Unidos, el álbum, que contó con la producción de Dan Auerbach, cantante de The Black Keys, llegó rápidamente al número uno del Billboard, un éxito que sorprendió a la artista, que, según confesó, se sentía "menos presionada" con este álbum de influencias "jazzísticas y del rock de la costa oeste". Tras las ventas millonarias de "Born to die" (2012), su primer trabajo como Lana del Rey, la cantante de 28 años quería dar un giro a su carrera, marcada por canciones llenas de melancolía y desengaños.
En una entrevista con la agencia DPA en Berlín, la diva norteamericana y autora de éxitos como "Video Games", "Born to Die" o "Young and Beautiful" habla de la melancolía, el lado oscuro del éxito y la influencia de las drogas.
—Sí, creo que tengo una predisposición a la calma. Me gusta la música hipnótica, aunque también me gustan el grunge y el rock and roll. Pero apuesto por el jazz. ¡Creo que mi corazón tiene un tempo lento!
—Define su música como "auténtico narco-swing". ¿Qué significa eso?
—Cuando produje el álbum con Dan Auerbach, de los Black Keys, los coros siempre se hundían en ese ritmo a medio tiempo y según Dan, sonaba a una especie de swing bajo el efecto de las drogas. En "West Coast" se escucha claramente. Todo cae en lo surreal.
—"West Coast" gira en torno al alcohol, que también tuvo su influencia en usted...
—Cuando recientemente estuve en la Costa Oeste tuve la sensación de que iba a estallar. Conocí a mucha gente que eran tipos auténticos, vivían en la playa y lo pasaban realmente bien. Decían: "Sin alcohol, no estás ahí de verdad". De ahí viene el título del tema. No bebí nada, pero quería... quería relajarme, en el océano, en la playa, con el calor.
—¿Se trata entonces de un álbum inspirado en la forma de entender la vida de la Costa Oeste?
—Sí, es un homenaje al jazz underground, al sentido idealista de libertad en los años 70, a los Eagles, los Beach Boys, el relax y las fantásticas canciones de esa época.
—Sin embargo, el disco tiene cierto tono melancólico. ¿Por qué?
—En realidad, soy bastante pacífica y alegre, pero todo lo que me ha ocurrido en los últimos años, cosas en las que no podía influir, han marcado el tono del disco. No se trata de verdadera tristeza, sino de una cierta dificultad. Estoy presionada y a veces me pregunto cómo seré capaz de mantener el control. Cuando se me empezó a conocer se escribió mucho sobre mí antes de que yo tuviera la oportunidad de expresarme al respecto. Sentía que ya no iba al volante, sino en el asiento trasero. El éxito y el reconocimiento son algo dulce, pero las circunstancias arruinan gran parte.
— ¿La cara oscura del éxito?
— No para todos. Pero en mi caso no me sentía bien, los cumplidos eran un arma de doble filo. Las valoraciones sonaban bien, pero en ellas había adjetivos negativos. Era raro.
—Muchos artistas se encogerían de hombros y dirían que les da igual lo que escriban sobre ellos...
—En el caso de muchos artistas, estos periodistas no escriben de asuntos tan personales. Pero cuando se trata de tu familia, de tu estado de ánimo, tu salud y tu vida privada, no puedes mirar tan fácilmente hacia otro lado. Hasta que no te ocurre no se entiende lo que se siente cuando alguien dice cómo eres supuestamente y no es así.
—Dice que se inspira conociendo a gente, pero será difícil estar segura de cuándo puede ser abierta.
—También quiero ser abierta en las entrevistas, sólo que he tenido estas malas experiencias. A menudo, algo se tergiversa. Si digo que me gustan las canciones de los 50, muchos lo relacionan con Hollywood y el lujo, pero no necesariamente es así. Me gustan los temas de Elvis, no automáticamente la persona.
—Todo su disco tiene un cierto aire de himno, como las grandes orquestas...
—Tengo un background más bien alternativo, pero no me limito. Cuando escribo una selección de canciones, todas tienen una determinada referencia a la belleza o a Dios. Bueno, Dios no es importante para mí en lo personal, pero quizá sí la grandeza que hay detrás de todas las cosas. Me alegro de que lo haya apreciado así.
—Parece como si usted pudiera cantar sobre cualquier cosa, incluidas palabras que otros artistas no se atreverían a utilizar...
—¡Así es! (risas)
—Pero no resulta agresivo...
— A menudo en las entrevistas me resulta difícil responder con la sinceridad que me gustaría porque no me atrevo... Me sucede lo mismo en las canciones: a veces no quiero expresar algo directamente y utilizo metáforas, por ejemplo cuando se trata de algo autobiográfico. Antes escribía las canciones más como un diario y expresaba cosas que quizá no eran políticamente correctas.
—En Estados Unidos se puso un asterisco en el título de la canción "Fucked My Way Up to the Top" para evitar la palabra "Fucked".
—Tiene gracia, en Europa ustedes son más libres, aquí es más "vive y deja vivir".
—¿Cómo ha influido esta fase de su vida en su evolución artística?
D—Eso también me gusta preguntármelo. Ha sido una etapa. Busqué a gente que era como yo, pero también a otros ligados a cosas grandes, supraterrenales. Me influyó gente visionaria. Yo quería algo más que solamente escribir y vivir el día a día, pero me di cuenta de que eso no funcionaba para mí. Pensaba que podía vivir como en una comuna idealista de artistas que se retroalimentaran.
—En esa búsqueda, muchos artistas caen en el alcohol y otras drogas.
—Sí, por supuesto, Depende de quién es cada cual y lo que le guste experimentar. Yo siempre tengo ganas de experimentar, de exprimir la vida y vivirlo todo, pero opté por decir no a las drogas e intento compensarlo conociendo a gente cargada de energía. A veces, eso también es salvaje.