"El viaje de Jenny" desarrolla la historia de una adolescente con un embarazo no
deseado. Una salida a sus conflictos podría estar en tres cartas que le dejó su madre antes de
morir y que la llevan a reecontrarse con sus raíces. Israel, Barcelona y San Luis son los
escenarios donde se desarrolla la trama del filme que se estrena pasado mañana y que cuenta con
Gimena Accardi, Fabio Di Tomasso y Martín Seefeld en los roles protagónicos. El director, Diego
Musiak, fue categórico al revelar las razones que lo llevaron a hacerse cargo de la película:
"Cuando empecé a leer el guión, a la tercera página empecé a llorar. Me pareció sumamente emotivo y
poderoso", explicó.
—¿Cuál es el origen de la película?
—Surge de una relación que tengo con el productor. Yo vivía en España y me
acercó el guión. Cuando lo empecé a leer a la tercera página empecé a llorar. Me pareció sumamente
emotivo y poderoso. A partir de ahí me enganché y decidí hacerla. Me atrajo la impotencia de la
niña evocando a su madre muerta. El puntapié son las cartas que la madre escribe para Jenny. Creo
que es una película de iniciación, un viaje iniciático de una niña hacia su adultez.
—¿Qué descubre en ese viaje?
—Que uno no es el centro del universo, que uno comúnmente está enojado con
sus padres sin entender las circunstancias y cuando uno tiene una mirada de adulto o puede ponerse
en el lugar del otro, creo que se resignifica toda la vida.
—¿Qué relación encontrás entre películas tuyas tan disímiles como "Hostias", que
terminaste de rodar hace poco; "La mayor estafa al pueblo argentino" y ahora "Cartas para
Jenny"?
—Se podría leer de esa forma. Creo que en el caso de “La mayor
estafa al pueblo argentino” es un documental que hice diría casi como un mandato kármico. No
entendía cómo tanta gente doctorada en universidades importantes no podían solucionar el problema
del endeudamiento externo. Cuando empiezo a investigar y veo que la idea era no solucionarlo, ahí
aparece la necesidad de hacer una película. Era el año 99 cuando estábamos bailando en la cubierta
del Titanic, y aún seguimos.
—¿Qué riesgo supone estrenar y seguir filmando cuando estás bailando en la cubierta
del Titanic?
—Por un lado uno aprende que los tiempos históricos no son los mismos que
los humanos. Terminan llegando y a veces uno cree que no los ve. Y la inactividad no es buena
consejera. Al menos en mi caso, no estar creando me deprime, me saca del eje. Y el cine es algo que
me apasiona y no puedo dejar de filmar. Y por lo otro, creo que uno puede hacer lo que está a su
alcance. No es necesario el gran cambio social. Creo que si cada uno aporta y estamos en sintonía
para un cambio, cualquier cambio, por pequeño que sea, vale la pena.