¿Será la noche de la nostalgia, al ritmo de las canciones de "La La Land", o la noche de las proclamas contra el presidente Donald Trump y sonados posicionamientos ideológicos? Esta noche, cuando los premios más importantes del cine celebren su edición número 89, puede pasar de todo. La ceremonia se televisará en vivo desde las 21 por TNT.
Eso sí, a juzgar por esta temporada de galardones, dos cosas parecen aseguradas: "La La Land" recogerá muchos de los 14 Oscar a las que aspira, y al presidente estadounidense no le gustará demasiado la gala. Los pasados Globos de Oro ya sirvieron de aperitivo cuando Meryl Streep subió a la palestra para pronunciar su alegato en defensa de las minorías y la libertad de prensa, y muchas estrellas podrían seguir sus pasos.
"La La Land" estuvo a punto de superar el récord de "Titanic" y "All About Eve", que también consiguieron el mismo número de candidaturas. Pero Damien Chazelle aún puede hacer historia y convertirse, a sus 32 años, en el más joven en lograr el Oscar al mejor director. A comienzos de mes, el realizador, que ya llamó la atención por "Whiplash", recibió el premio del sindicato de directores, que lo sitúa como claro favorito.
En los Oscar suele ser habitual que quien se alce como mejor director se lleve también la estatuilla reina de mejor película. En los 88 años de historia de los galardones, sólo diez musicales lo han conseguido. El último, en 2003, fue "Chicago", y para el anterior, "Oliver", hay que remontarse a 1969. Además, el premio del sindicato de productores (DGA) también allana el camino para el filme que protagonizan Emma Stone y Ryan Gosling.
"Escribí esta película hace seis años, en una época muy diferente en la que el mundo parecía un lugar esperanzador", contó Chazelle en aquella entrega de premios. Por eso, desea que "La La Land" ejerza también en cierto modo de catalizadora de la esperanza. No obstante, la película también tiene sus detractores, que la tildan de banal y critican la habilidad de Stone y Gosling a la hora de cantar y bailar.
Aunque "La La Land" parece tener varios premios asegurados, los Oscar no serían lo mismo si no hubiera espacio para las sorpresas. Al fin y al cabo, en la categoría reina hay otras ocho aspirantes, entre ellas dramas como "Manchester frente al mar", "Fences" y, sobre todo, el conmovedor drama social "Luz de luna", sobre el paso a la edad adulta de un joven negro y homosexual cuya madre es drogadicta.
Y es que tras los polémicos #OscarSoWhite de las dos últimas elecciones, en las que no se nominó a ningún actor negro, este año las estrellas y temas afroamericanos se disputan el protagonismo con "La La Land". Diversidad es el lema, aunque otras minorías, como la latina, están este año apenas representadas, salvo la nominación del mexicano Rodrigo Prieto por la fotografía de "Silence" y dos cortometrajes: el español "Timecode" y el hispano-alemán "Watani: My Homeland".
Tres actrices negras se disputan este año el Oscar a la mejor actriz de reparto: Viola Davis por "Fences", Octavia Spencer en la piel de una matemática de la NASA por "Talentos ocultos" y Naomi Harris como madre drogadicta en "Luz de luna". Denzel Washington, por su parte, aspira a dos Oscar por "Fences", como protagonista y productor, aunque el favorito a mejor actor es Casey Affleck por "Manchester junto al mar".
Entre las actrices, la que tiene más posibilidades de llevarse su primer Oscar es Emma Stone, pero la francesa Isabelle Huppert podría dar la sorpresa por su interpretación de una mujer violada en "Elle". Entre las aspirantes figura también, un año más, Meryl Streep. Pero pese a sus tres Oscar y 20 nominaciones -esta última por encarnar a la excéntrica y pésima cantante de ópera Florence Foster Jenkins-, Trump la considera "sobrevalorada".
Por otro lado, el Oscar de Animación cuenta este año con dos títulos de la factoría Disney: "Moana", que bebe de la tradición de "Hércules", y "Zootopia", un canto a la diversidad en tiempos de Donald Trump. Y el de habla no inglesa podría volver a Alemania diez años después de "La vida de los otros" gracias a la aplaudida tragicomedia "Toni Erdmann", que se enfrenta, entre otros, a la iraní "The Salesman", de Asghar Farhadi.
Este, mientras tanto, ya ha dado la primera nota política renunciando a acudir a la ceremonia -lo mismo que la protagonista del film- en protesta por la política migratoria de Trump. Sin embargo Farhadi estará representado por dos personalidades con iraní-estadounidense.
Esto podría llevar a pensar que #OscarsSoWhite es una cosa del pasado erradicada por manifestaciones del público y cambios en la membresía de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas que incluyen 683 nuevos rostros invitados a unírsele, con un énfasis en la diversidad. La directora Amma Asante, parte de los nuevos miembros, dijo que es "bueno" que "más gente que se ve como yo haya sido nominada".
Pero en realidad las nominaciones son el resultado de una confluencia de factores que no siguen una narrativa simple, sin mencionar el hecho de que la diversidad no se limita solo a blancos y negros. "Un año no compensa más de 80 años de falta de representación de gente negra en la industria del cine", dijo April Reign. La intención de la creadorea del hashtag #OscarsSoWhite fuera solo sobre nominados negros, o siquiera sobre raza. La idea era poner el foco en todas las comunidades infrarrepresentadas en el cine.
Y aunque se han publicitado mucho los amplios esfuerzos de la academia, David Poland, editor de MovieCityNews.com, estima que al final fueron menos de 50 los nuevos miembros negros y solo 30 las mujeres incorporadas. (La academia no publica información específica sobre su membresía). Poland y otros cuestionaron la idea de que las nominaciones de este año sean el resultado de esos cambios.
"La diversidad de los nominados son 100 por ciento el resultado de las películas que se estrenaron este año", dijo Poland. "Es maravilloso que estas películas fueron reconocidas esta temporada, pero no porque fueran «de color», sino porque son excelentes películas. En realidad es insultante para las películas que sean sobre gente de color o hecha por gente de color decir que figuraron por un tema de raza".
Mezclar las protestas con los elogios es un arma de doble filo para muchos, especialmente para los involucrados en las películas. Una cosa es reconocer la correlación, otra asumir causalidades. "Espero que no sea una moda", dijo Viola Davis. "Espero que no sea algo basado en un hashtag. Se basa en la estructura natural de lo que es Estados Unidos y de lo que Estados Unidos quiere ver".
Asimismo, como señala el director nominado por "Luz de luna" Barry Jenkins, muchas de las películas responsables de la diversidad este año se estaban produciendo antes de #OscarsSoWhite.
"La mayoría de estos filmes empezaron hace varios años, cuatro, cinco años, no como una respuesta a lo que ocurrió el año pasado sino como una respuesta a la falta de estas voces", dijo Jenkins. "No tengo la menor duda de que el próximo año sea una mujer, una persona negra, un latino, un gay o lo que sea, si no hay una mayor repartición de esta estructura de poder, nada va a cambiar", afirmó Peck. "Volveremos una y otra vez a esta conversación mientras nadie pueda decir que estos son cambios definitivos".
Más allá de conflictos y reivindicaciones, la realidad es que la gran noche de la industria del tiene la singularidad de mezclar el glamour extremo y el compromiso social. Están la gala "Global Green", una asociación que promueve valores como la defensa del planeta, la fiesta "Women in Film", a la que Brie Larson ha invitado a las mujeres cineastas. También organizan fiestas las grandes agencias de artistas. Sin embargo, United Talent Agency (UTA) este año ha cambió la fiesta por la protesta "United Voices". Su objetivo es llamar la atención contra la política migratoria de Donald Trump y lo recaudado lo donará a organizaciones ciudadanas y en defensa de los refugiados.
En el otro extremo, el menú para 1.500 estrellas del Governors Ball, la fiesta posterior a la gala, incluye algunas perlas de gastronomía que cotizan como joyas. Casi siete kilos de trufas que pueden costar alrededor de 2.000 dólares el kilo, salmón salvaje o carísima carne de Wagyu figuran en la lista de la compra del chef austríaco Wolfgang Puck. Y quienes se queden sin estatuilla, podrán al menos deleitarse con un Oscar de chocolate cubierto de oro comestible.