Mickey Rourke se reinventó a sí mismo a partir de "El luchador". El actor, al
filo de los 60 años, remontó una carrera que venía en caída libre. Gracias al filme de Darren
Aronofsky, que se quedó con el León de Oro en Venecia y que se estrena mañana en los cines
rosarinos, Rourke logró arañar el Oscar y se quedó con la mayoría de los galardones en los que fue
candidato por su papel de Randy "The Ram" Robinson, un personaje de la lucha libre que se resiste a
retirarse.
En la década del 80, Randy (Ram, El Carnero) era uno de los mejores luchadores
profesionales. Veinte años después, actúa para los fanáticos de la lucha libre en escuelas
secundarias. Abandonado por su hija y relacionado con una bailarina de strip tease, enfermo y a
punto de perderlo todo, se empeña en remontar la decadencia.
Para el personaje Rourke entrenó duro y debió subir 14 kilos de músculos. "No
fue precisamente un paseo por el parque", recordó.
Recompensa. Pero el esfuerzo tuvo su recompensa. Los Bafta ingleses y los Globos
de Oro daban a Rourke el perfil del ganador del Oscar al mejor actor. Pero no pudo ser y fue
finalmente para Sean Penn. Sin embargo la aproximación a las ligas mayores de Hollywood no estuvo
mal para un actor que permaneció relegado a roles menores varios años y un pasado con una serie de
calamidades personales.
Los paralelismos entre la vida privada de Rourke y el personaje no son menores.
"Hubo parte de mí que dijo: «¿Sabes qué? Quiero retomar mi carrera y tener una oportunidad de
demostrar lo que debería haber hecho hace 15 años». Darren (Aronofsky) es el hombre que lo va a
conseguir". Así lo confesó el actor y era lo correcto.
Por ese trabajo recibió distinciones por todo el mundo desde Londres hasta
California, incluidos el Premio al Espíritu Independiente y el Golden Globe, entre otros.
Rourke no era un improvisado cuando llegó en 1986 a "Nueve semanas y media". Ya
había rodado con Michael Cimino y Lawrence Kasdan, con quienes comenzó a trepar desde los últimos
puestos de los créditos. La buena racha continuó con Francis Ford Coppola, en "La ley de la calle".
Alan Parker lo llamó en 1987 para protagonizar "Corazón satánico", junto a Robert De Niro. Una
remake en la cual a pesar de la presencia de De Niro, es Rourke quien la salva y se destaca como un
torturado investigador privado. Pero fue Adrian Lyne quien lo proyectó al séptimo cielo de
Hollywood con "Nueve semanas y media", junto a Kim Bassinger.
Continuó al tope de los créditos hasta 1989, cuando rodó "Orquídea salvaje", y
su romance con su coprotagonista, Carré Otis, terminó a los golpes y de paso recibió su "Razzie" a
la peor interpretación.
Excesos.Años más tarde Cimino fue en su rescate y lo puso al frente de "Horas
desesperadas". Pero la vida desprolija hizo estragos, tantos como los golpes que recibió Rourke. Es
que en la realidad fue boxeador profesional con el alias de "El Marielito" entre 1991 y 1995, lo
que lo obligó a someterse luego a operaciones de cirugía estética.
Nuevas generaciones de directores, como Frank Miller y Robert Rodríguez, lo
redescubrieron y así llegó a "Sin City", y Darren Aronofsky lo puso al frente de "Réquiem por un
sueño".
El Oscar fue el límite, pero el Rourke recargado, ese que se mostró con diente
de oro, traje rufianesco y botas texanas, tiene planes. Cuando llega, o cuando vuelve, a la fama no
hay que dejarla pasar.