Un guardia de un pueblito de Irlanda deberá resolver un importante caso de narcotráfico con un experimentado agente del FBI. El policía campechano y poco ortodoxo se verá obligado a consensuar su misión con un puritano oficial estadounidense en un contrapunto divertido, que será el motor de "El guardia". El filme, ópera prima del director John Michael McDonagh, se estrena mañana en Rosario y es una de las apuestas más entretenida de los estrenos de la semana.
"El guardia" llega a las salas con un interesante respaldo en lo que respecta a festivales. Viene de integrar la selección oficial de los festivales de cine de Sundance, de Berlín, de Tribeca y de Los Angeles, con excelentes críticas. Y obtuvo la nominación al Globo de Oro a mejor actor para Brendan Gleeson, la pieza clave de esta historia.
Gleeson cuenta con una amplia experiencia cinematográfica. Es uno de los pocos privilegiados que se dio el gusto de trabajar a las órdenes de Steven Spielberg ("Inteligencia artificial"); Martin Scorsese ("Pandillas de Nueva York"); Anthony Minghella ("Regreso a Cold Montain") y Robert Zemeckis ("Beouwolf"), entre otros grandes, como Neil Jordan y Danny Boyle.
Sin embargo, y aunque también integró el elenco de la saga de Harry Potter, su carta de presentación sigue siendo su entrañable personaje en "Escondidos en Brujas", junto a Colin Farrell.
"No escribí el personaje para Brendan Gleeson", explica el director y guionista McDonagh, "pero quedó claro que, si él se hubiese negado a hacerlo, el papel hubiera sido interpretado de una manera totalmente diferente. Si hubiese sido un actor más joven, no hubiera tenido esa sensación de melancolía. También quedó claro que, si Brendan lo hubiese rechazado, todo podría haber llegado a su fin", confesó.
El sargento Gerry Boyle (Gleeson) es un excéntrico policía pueblerino, dueño de una conflictiva y grosera personalidad y un corrosivo sentido del humor. Como veterano agente del condado Galway, Boyle es un rebelde con su propio código ético; él ha visto suficiente de este mundo como para saber que no puede esperar mucho más de él y tiene demasiado tiempo libre para pensar en ello.
Cuando uno de sus colegas desaparece y su pequeño pueblo se transforma en el sitio clave de una importante investigación acerca del tráfico de drogas, Boyle se ve obligado a, por lo menos, fingir cierto interés para tratar con el parco agente de FBI Wendell Everett (Don Cheadle), asignado para cubrir el caso. Acostumbrado a manejar el territorio a su gusto durante muchos años, Boyle no se impresiona en absoluto cuando el FBI llega al lugar.
El agente Everett ha llevado una privilegiada vida estadounidense, con los más altos niveles de educación formal. Consumido por su búsqueda de la justicia, no tiene otro interés en el distrito irlandés de Connemara, que no sea utilizarlo como telón de fondo para resolver el caso. Everett desestima a los lugareños, especialmente al sargento Boyle, a quien menosprecia considerándolo un policía provinciano con una visión del mundo limitada y poco seria. Por su parte, Boyle ve a Everett como el clásico policía perfecto que, sin embargo no posee el menor entendimiento de cómo funciona el mundo real.
Entre ambos surgirá un cruce disparado hacia la comedia, pero que servirá para observar dos maneras distintas de enfocar la búsqueda de la verdad y la justicia, y a la vez dos formas de ver el mundo.
Western. Para el director, el filme "es un western", y aclara que "el lejano oeste, para el caso,es el oeste de Irlanda, donde un aislado pueblo fronterizo está vigilado por un individuo excéntrico con una madre moribunda, una afición por las prostitutas y un intenso sentido del absurdo", describió.
Absolutamente enamorado de su película, el realizador dijo que quien tenga la oportunidad de presenciar esta producción se encontrará con "un personaje central original, con una resentida, melancólica perspectiva, tres villanos impredecibles y un desconcertado compañero que no tiene la menor idea de qué demonios está ocurriendo".
Y agregó: "También tenemos acción en una extraña, inusual locación: Connemara, cuyos paisajes aportan de por sí una suerte de épica grandeza. En síntesis, tenemos los ingredientes para un filme visualmente estético, poético; con ciertas reminiscencias míticas y un oscuro sentido del humor, emparentado con la clásica tradición de John Ford".
"El guardia" fue escrito y rodado en el transcurso de 12 meses, aunque el personaje de Gerry Boyle fue madurando durante 10 años en la mente del director. "Es genial poder escribir un papel que puede hacer o decir lo que sea. Sólo tienes que pensar qué es lo peor que alguien podría decir en esta situación y eso es lo que él dice", destacó.
"Creo que está llegando al límite de sus fuerzas y por eso está dispuesto a decir lo que sea, en cualquier momento. A eso mismo había llegado yo en la industria del cine; estaba tan molesto y enojado que expresé todo eso de una forma sublimada. Así que, si alguien se pregunta si yo he conocido a un policía como Gerry Boyle, la respuesta es que: ¡yo soy Gerry Boyle!", concluyó el realizador.