Por Rodolfo Montes
Un nuevo desafío. Karol Sevilla, con tan solo 22 años, viene de un éxito como “Soy Luna” y ahora va por todo con la serie “Siempre fui yo”.
Con La Capital. Karol Sevilla dialogó en Buenos Aires con este diario.
Con su pequeña humanidad que no supera por mucho el metro y medio de altura, Karol Sevilla, sin embargo, construyó una carrera artística gigante. Y a gran velocidad. Su punto de popularidad más relevante lo obtuvo en 2016 con la serie infantil “Soy Luna”. Ya desde 2008, y antes de cumplir 10 años de vida, había tenido participación televisiva como actriz en producciones de gran masividad como la telenovela mexicana “Querida enemiga”. Luego de su mega éxito “Soy Luna”, se aplicó como cantante, produjo decenas de temas, y relegó en parte la actuación. Sin embargo, la post pandemia la encuentra protagonizando otra vez una serie con Disney; “Siempre fui yo”, una producción colombiana donde se cuentan las aventuras de Lupe, y en la que Karol Sevilla está acompañada por Pipe Bueno y Christian Tappan. La serie ya está disponible en Disney +.
En un paso por Buenos Aires, la mexicana de 22 años que vivió casi cuatro años en la Argentina, habló en exclusiva con La Capital sobre su carrera, la post pandemia, y en especial, el nuevo desafío que ya está disponible para el público: “Siempre fui yo”.
—¿Cómo fue transitar la pandemia y ahora su salida con un nuevo gran proyecto?
—La pandemia fue difícil para todos, fue un stop para nuestras carreras y para nuestros sueños. Yo lo agradecí, me permitió pensar qué quería hacer; estaba un poco mareada, sí quería actuar, cantar o bailar. Y entonces indagué dentro de mí, me pregunté qué quería hacer. ¿Estudiar en la universidad?, ¿despedirme de la actuación y del medio para dedicarme a una vida “normal”?
—¿No terminabas de aceptar que tu vida ya iba por el lado artístico?
—En parte por un deseo propio, o por una promesa que yo les hice a mis papás de que iba a terminar la universidad. Pero luego me di cuenta de que no; que con la pandemia empezaba a componer música, y a encontrar mi firma, aquello de lo que quiero hablar. Entonces dejé de actuar y me dediqué a cantar, hice mi tour como solista y me fue muy bien con eso. Hasta que llegó la propuesta de este personaje; y dije “sí, quiero volver a actuar”.
—¿ Es la propuesta que deja atrás a “Soy Luna” y te coloca en otro registro actoral?
— Me sacó de la zona de confort, se trata de un personaje que es todo lo contrario a lo hecho hasta ahora. Una chica seria, seca, que no sonríe casi nunca.
—¿Te obligó a indagar técnicas de actuación que por ahí no habías transitado hasta ahora?
—Cuando tomo la decisión, me encanta tirarme con todo. Lógicamente me estudié mi personaje y también los demás personajes que se involucran con ella. Para mí es como un ritual, una preparación completa donde imagino todo el sistema de relaciones de los personajes; yo leo todo muchas veces, me involucro en la comprensión profunda de cada detalle. Cuando comencé a trabajar con el director, aclaramos que yo ya no era “Soy Luna”, no tenía 15 años, tenía 22. “Vamos a tratar de que se comporte como una joven de 22”, me dijo el director.
—El fin de la niña, la llegada de la mujer...
—Sin dudas, ser mujer se trata de una responsabilidad muy grande. Mi personaje Lupe es una chica muy independiente, vive con su madre en México, va sola a todos los lugares que tenga que ir, y tampoco cuenta con mucho apoyo del lado del padre. Este personaje es muy mi rollo y a la vez dice lo que tiene que decir. Lupe es una chica muy moderna, va a generar identificación, pero a la vez no le gustan las cosas malas.
—¿Es políticamente correcta?
— Muy correcta, cualquier elemento que no le parece bien, ve algún error, lo advierte. Y tiene miedo a enamorarse, posiblemente, porque ha sufrido mucho. Le han roto el corazón muchas veces, y evita involucrarse. Al final, se termina sacando el escudo protector, y acepta que tiene que vivir, aprender y llorar para saber qué le depara el destino. Porque la vida debe seguir.
—¿En ese vivir, aprender, amar, qué rol juega la figura del padre de Lupe?
—Creamos una historia en el sentido de que Lupe nunca sintió el amor del padre. “Nunca me preguntaste si yo quería cantar”, le reclama Lupe a su padre.
—Cuando el padre ya no está, ¿ahí aparece el interés de Lupe?
—Es que ella no lo va a llorar, permanece la pregunta ¿por qué?, no estuvo con ella desde niña. Y no puede perdonar al padre porque somos egocéntricos, rencorosos, y eso la hace investigar, pero está el amor, tantas cosas para decir, que nunca se las dice en la cara. Es que van a encontrar a una Lupe que está conteniéndose, pero a la vez gritando “me está pasando esto”.
—¿Cómo es la relación de una artista mexicana con los otros públicos de Sudamérica, también de habla hispana?
—Sé que mi nombre está muy presente en el público, en el corazón de las familias y las casas. Hoy mis redes sociales son mi voz, y consigo empatizar con el público, crecemos juntos. Me cuentan sus vidas, me ven como a una amiga, me consultan.
—¿Sos consejera de tus fans?
—Soy cuidadosa en opinar, pero yo considero que es precioso que me vean como una amiga y no como la artista que está allá arriba, y que hasta parece inalcanzable. Me gusta que me vean como una mujer que lucha por sus sueños, que viene desde abajo. Soy una voz, una amiga y también un oído para las chicas que pasan esa etapa tan difícil de crecer y ser mujer.
Por Matías Petisce