“Soy mejor que antes. No todos tenemos la oportunidad de hacer personajes que nos aporten algo a nuestra vida personal”, sorprende Juan Pablo Geretto. El actor rosarino se refiere a Reymond, el personaje con síndrome de autismo que compone junto a Fabián Vena en “Rain Man”, que en los 80 protagonizaron Tom Cruise y Dustin Hoffman. El intérprete, que grabó en Rosario la promoción de la tarjeta de beneficios de La Capital, confesó que esta obra dirigida por Alejandra Ciurlanti hace foco en que en “cada individualidad hay un mundo por descubrir y compartir, un desafío a la aceptación, a la convivencia”. La pieza se verá el 18 y 19 de agosto en el teatro Astengo.
—¿Desde dónde encaraste la singularidad del personaje?
—Era difícil la decisión sobre la manera de encarar el personaje. Lo hicimos desde lo que no sabíamos más que desde lo que sabíamos. Nunca vamos a saber la formación del cerebro de un autista. Tienen otra estructura, hay una falta de conexión entre el hemisferio izquierdo y el derecho. Es más fácil entender por qué un asesino asesina que porqué un autista se desarrolla como se desarrolla. Sí lo tomamos desde el punto de vista de las cosas que entendemos. Sabiendo que era un personaje que tocaba cuestiones sensibles para mucha gente, con el respeto y el amor con que encaro cualquier otro personaje, se encaró este. Desde la dirección y la producción estaba esta línea de trabajo respetuosa y diciendo también que estamos haciendo una obra de teatro y esto no tiene que coincidir con la realidad. Hay licencias teatrales que uno se toma.
—¿Cuál es el tema que trata más allá de la anécdota de dos hermanos que se encuentran contra su voluntad?
—Me parece que en un mundo que tiende a masificar y nosotros a seguir esa línea, esto es como el rescate de la individualidad como un valor absoluto, y que en cada individualidad hay un mundo por descubrir y compartir, un desafío a la aceptación, a la convivencia, al amor todo el tiempo. Además en una relación compleja como puede ser la la de dos hermanos, donde uno tiene que quererlos, y están ahí, y uno no sabe porqué, no es un amigo, tampoco es un padre. Es un vínculo muy particular el vínculo de hermanos. nMe parece que se trata del rescate de la individualidad como un valor, poque cada uno es diferente al otro. Siempre tendemos a que la gente se dapte a nuestra forma de ver las cosas o nos juntamos con gente más o menos igual. Y esto es como que te voy a quere aunque seas opuesto a mí. Hay lugares que conectamos siempre por más que parezca que vamos por lugares diferentes.
—¿A nivel personal te identificaste con algo?
—El personaje tiene una honestidad casi brutal, es como una montaña y vos estás con tu raquetita y las pelotitas tratando de mover esa montaña. Creo que yo soy absolutamente todo lo contrario, el que me adapto, el que sonríe, el que trata de caer bien, el que trata de que me quieran, y este es todo lo contrario. Y es muy relajado descansar ahí. Es muy como uno quisiera ser. Por ser todo lo contrario uno entiende lo que está pasando y las consecuencias que paga por eso. Desde mi lugar también uno sufre, se cansa, termina pagando otras consecuencias y él no.
—Además para un actor hacer un personaje opuesto a sí mismo debe ser estimulante...
—Sin dudas, y me fui dando cuenta a medida que lo iba haciendo. Te mentiría si dijera que lo intelectualicé mucho. Fue más orgánico que otra cosa. Después me encontré con todo esto. Es un personaje que se te mete bastante en la vida cotidiana y que está mucho más presente que cualquier otro. Mis personajes por sus características y por la forma de encararlos son como más exteriores; muestren sus sentimientos, pero son como más coraza y hacia afuera. Esto era más como bajar la guardia y hacia adentro. Entonces estoy pagando ese precio de bajar la guardia, porque lo dejé entrar, porque bajé la guardia, porque soy un poquito más sincero desde que este personaje me permitió disfrutarlo. Soy mejor que antes ahora. No todos tenemos la oportunidad de hacer personajes que nos aporten algo a nuestra vida personal.
—¿Qué te aportó concretamente para ser mejor persona?
—Honestidad, me aportó mucha honestidad. Me hizo menos atento al otro cuando el otro en realidad no se si lo está pidiendo. Bajar un poquito la adaptación constante y ser un poco más egoísta en algún punto. Esta en uno el trabajo de reconocer que lo que le pasa le puede llegar a hacer bien hasta soportar la crisis, el caos y avanzar. Y me meto, me duele, es incómodo, me rompe un poco las pelotas, pero me tengo que meter porque vale la pena ir a ese lugar, meterme en un mundo que no es absolutamente mio o algo que maneje.
—Además fue tu primer personaje protagónico masculino...
—Después de mil años, para los que no me conocieron antes de Solo como una perra, es así. Igual es un poco mentiroso, es como que tiene pantalón y camisa pero esta encarado más desde un ángel o un niño que desde un hombre. El género no es central, y creo nunca lo fue. La verdad que yo tampoco lo veo así en mis personajes. Siempre estuvo claro. A veces escucho a alguien del público que dice “¡qué hijo de puta!”, no dicen “qué hija de puta”. Hay un punto que se ve perfectamente el hombre. Ahora tengo un pantalón y una camisa, pero tener una pollera y una peluca no lo hacía más femenino. Simplemente era un rol a interpretar en estos últimos años. En este caso el personaje de Raymond también es así. Es un personaje que viene, toca y cambia a los demás. Es más como “Las alas del deseo” que como un autista que tiene un hermano.