El trovador Jorge Fandermole, nombre fundamental de la canción popular argentina, concretó el sábado pasado su primer gran concierto llenando el teatro porteño Coliseo para la deliciosa presentación de su flamante álbum doble "Fander".
El trovador Jorge Fandermole, nombre fundamental de la canción popular argentina, concretó el sábado pasado su primer gran concierto llenando el teatro porteño Coliseo para la deliciosa presentación de su flamante álbum doble "Fander".
Tras un extenso camino de más de tres décadas, desde que asomó como uno de los autores que nutría a Juan Carlos Baglietto en tiempos de la denominada Trova Rosarina, y después de nueve años sin novedad discográfica, el artista tuvo una noche de celebración propia y también para los 1.500 seguidores que ocuparon la sala.
Y de los indisimulables nervios del inicio a los cuatro festivos bises que coronaron la velada rumbo a la medianoche, el músico trazó un recorrido que bien puede servir de referencia para entender la totalidad de su luminoso andar.
La parábola no obedece únicamente a que el disco dos de "Fander" se nutra de nuevas versiones de canciones que integraron los ya inhallables vinilos "Pájaros de fin de invierno" (1983), "Tierra, sangre y agua" (1985), "Primer toque" (1988) y "Mitologías" (1989), sino a un concepto desplegado con un alto compromiso estético.
Con la apoyatura sonora de sus compañeros de ruta desde hace una década, Marcelo Stenta en guitarra y Fernando Silva en bajo, contrabajo y violoncello, dupla a la que se agregó el curtido percusionista Juancho Perone, hubo una bella convivencia entre viejas y nuevas piezas.
Así, tres temas nuevos como "Alunados", "Mala hora" y "La Luna y Juan" (dedicado a Luna Monti y Juan Quintero), convivieron con "Puerto Pirata" y con "Río Marrón", que arrancó aplausos en medio de la interpretación.
Ya con el piano de Carlos "Negro" Aguirre (también responsable del sello Shagrada Medra por donde publica Jorge), llegaron "Yarará" y el candombe de "Aquí está la marcha".
Esa formación extendida prosiguió para recuperar la desgarradoramente amorosa "Lía" (antes llamada "Canción de amor de las bestias"), el "Tema del vino" y la "Canción de navegantes".
Seguro para asumir que lo propio tiene afluentes, herencias y resonancias, la coherencia sonora se tornó más claramente folclórica de la mano de "La luminosa" (con letra de Raúl Carnota), "Carcará" y "Coplas para la tejedora".
Con esa huella, pero desde una atmósfera litoraleña y con el aporte del acordeonista Julio Ramírez, se sucedieron "El viejo y el río", "Imagen de pueblo", "Chamarrón de proa" y "Agua dulce", todas canciones de río que tributan a cultores de esa temática como Chacho Müller, Aníbal Sampayo y Miguel "Zurdo" Martínez.
Los bises sirvieron para extender la comunión emocionada por sentir que "uno de los nuestros" fue capaz de alcanzar la cartelera grande sin traicionarse. Ese fue el momento de "Navega", "el motor de todas las cosas" como definió a "Ay, deseo", el solicitado clásico "Oración del remanso" y, reabriendo el telón ante el pedido del público, otra conocida gema: "Sueñero".
Lejos de cualquier artificio y hacedor de una obra honda, consecuente e inspiradora, alguien como Fandermole que no entiende al arte como una carrera, igual logró concretar una gran presentación porteña para, de alguna manera, demostrar que a veces ganan los buenos.
En Rosario
Jorge Fandermole presentará su disco “Fander” el sábado 9 de agosto en el teatro Príncipe de Asturias del Parque de España.