Jaime Abut, quien preside el Mozarteum Argentino Filial Rosario desde sus comienzos, anunció a Escenario su retiro de la función generando fundadas dudas sobre la continuidad de las actividades de la institución. El Mozarteum rosarino desarrolla una actividad que deslumbra cuando se releen los programas de los espectáculos programados a lo largo de sus treinta años de sostenida labor. El intenso trabajo realizado hizo posible que parte de la elite de la música académica del mundo llegara al escenario del Auditorio Fundación Héctor I. Astengo.
Durante la entrevista, el directivo corroboró las palabras que pronunció en ocasión de presentarse el último concierto de la Temporada 2012, ocasión en la que anunció su retiro de la presidencia del Mozarteum.
—Muchas veces anticipó su renuncia ¿Esta vez es la definitiva?
—Es verdad; yo venía anunciando que me retiraba después de 30 años de actividad. Prácticamente no quedó gente a mi alrededor con la cual se pueda plantear la continuidad de la institución. Al llegar a este punto, uno se da cuenta que no se ha podido formar un equipo. Esta actividad no es fáci y requiere una dedicación muy intensa, y hay a veces que también hay que aportar dinero. Y son cifras importantes.
—No son pocos los que lo han señalado a usted como el que no permitió que se formaran equipos a su alrededor.
—Si usted se reúne con gente que asuma las responsabilidades, que entienda que hay que jugársela; que formar parte de la institución es más que estar en la foto y que las opiniones hay que darlas antes y no después, usted formó un equipo. Si falta esa actitud entre los que lo rodean, uno debe llenar el vacío. Tal vez yo me haya equivocado en asumirlo todo, pero de lo contrario, el Mozarteum hace tiempo que estaría cerrado, porque hace rato que tenemos dificultades. En estos 30 años yo he cometido errores: lo asumo; pero no he tenido posibilidad de compartir las decisiones. Esto es muy bravo.
—¿Usted está diciendo que no hay continuidad para el Mozarteum de Rosario?
—Yo llegué hasta aquí. Hablé con algunas personas que yo creo que podrían continuar. Sé que han tenido contactos con las autoridades del Mozarteum Argentino pero, hasta ahora, no tengo respuestas. Lo único que escuché es que iban a hacer una temporada mucho más reducida. Me parece bien pero ¿qué programa, qué presupuesto, a qué precio el abono? La realidad es que hasta ahora no hay nada. Yo no quiero meterme más, ni opinar. Si no hacen nada, que no lo hagan. Yo no quiero entrometerme. El Mozarteum, tal como está a la vista, no tiene temporada 2013.
—¿Entonces, de la competencia sana y enriquecedora entre las dos grandes instituciones dedicadas a los conciertos en nuestra ciudad —el Mozarteum y El Círculo— podemos decir que la ganó la Asociación Cultural El Círculo?
—Yo creo que ganó El Círculo en la medida que ha demostrado que tiene un grupo humano que ha trabajado y sigue trabajando intensamente, apoyando la tarea de Guido Martínez Carbonell. Pero El Círculo es dueño del teatro y tiene otros ingresos, además del los abonos: el alquiler de la sala es un ingreso importante. Debo destacar que nosotros nunca tuvimos apoyo oficial: ni provincial, ni municipal. Le tocará a El Círculo tomar la posta, pero fuimos nosotros quienes iniciamos las temporadas de abonos —que no existían en la ciudad— y la planificación de cada una de ellas con uno o dos años de antelación, cosa que tampoco existía en la ciudad. Ocurre que los números estelares se deben contratar con años de antelación. Estamos en el hemisferio sur y los números, en su totalidad, vienen del hemisferio norte. Una temporada ya está perdida, porque cuando nosotros empezamos ellos terminan, y números como Martha Argerich o Daniel Barenboim no se contratan para el año que viene; y las grandes orquestas internacionales se contratan con dos o tres años de antelación, como mínimo.
—¿Cuál es su mayor satisfacción luego de estos años de intensa actividad al frente del Mozarteum Rosario?
—Instalamos a Rosario en el mapa, no de la Argentina ni en el de la región, sino en el del mundo. Rosario ya empezó a ser parte del mundo y los representantes de los artistas nos incluían a nosotros como parte de ese mundo; los artistas descubrían Rosario por venir a actuar en el Mozarteum, y muchos de ellos quedaron sinceramente impresionados por la calidez del público local. Había números que se presentaban sólo en Buenos Aires y en Rosario. Eso es un gran logro de estos intensos años de actividad. Es nuestro haber.
Una cadena de visitantes ilustres. A modo de catálogo incompleto citamos algunos de artistas que integraron las programaciones del Mozarteum como las sinfónicas de Birmingham, con Simon Rattle y la de Pittsburgh, con Lorin Maazel; la Sinfonía Varsovia, con Penderecki y la Staatskapelle de Berlín, con Daniel Barenboim. Un lugar prominente fue ocupado por los pianistas Martha Argerich y Nelson Freire, y por el bailarín Rudolph Nureyev que inauguró las actividades del Mozarteum.