"El humor es esta extraña alquimia que armamos los seres humanos para poder
mirar cosas que pueden haber sido trágicas o muy dramáticas y de las cuales sin embargo podemos
reírnos un tiempo después". El humor es el renovado enfoque de "Sobre el amor y otros cuentos sobre
el amor", el unipersonal que presentará Norma Aleandro mañana, a las 22, en el teatro El Círculo.
La actriz, que rodará en Rosario "Cuestión de principios", bajo la dirección de Rodrigo Grande,
dijo que trabaja con el mismo entusiasmo tanto si se trata de la ópera prima de un joven director
como de un realizador consagrado.
—El unipersonal tiene algunos años ¿cómo se modificó en ese tiempo?
—Cambió mucho. En este momento es un espectáculo bien de humor, con textos
del Siglo de Oro español y latinoamericanos. Se fue volcando cada más hacia el humor. Son textos de
Baltazar del Alcázar, un poeta de 1530; hay cosas de Lope de Vega, de Vargas Llosa, de García
Márquez y textos míos.
—El amor no siempre es desgarramiento, entonces...
—Con humor es una buena manera de encarar el amor. El humor es esta
extraña alquimia que armamos los seres humanos para poder mirar cosas que pueden haber sido
trágicas o muy dramáticas y que sin embargo podemos reírnos de ellas un tiempo después.
—Acaba de terminar "Música de espera", otra ópera prima, en ese caso con
Hernán Goldfrid...
—Sí, la hicimos con Natalia Oreiro y Diego Peretti. Y también rodé "Andrés
no puede dormir la siesta", de Daniel Bustamante, la anterior que también filmé en Santa Fe, es
estupenda. Es un director que va a dar mucho que hablar. También estará en "El paco", de Diego
Rafecas, que toma el tema de la adicción, de una forma bastante fuerte.
—¿Un operaprimista se anima a decirle que haga o no haga algo en el
set?
—Es que nadie habla así, por lo menos conmigo, ni lo hicieron directores
que tuvieron tanto recorrido como un Mignogna o cualquiera de ellos. Cambiábamos ideas y después
nos poníamos de acuerdo y nos divertíamos haciéndolo, que es de lo que se trata. Pero la idea del
director dictador no existe ya. Y el que se proponga eso... yo con esa gente no trabajo.
—¿Cómo fue su experiencia al trabajar con directores consagrados a nivel
internacional?
—Yo trabajé con James Ivory el año pasado, en una película en la que
también estaba Anthony Hopkins, con quien habíamos hecho otra hace once años. Es un gran director y
lo que decía es bien interesante: "Yo lo que hago es elegir bien el elenco. Cuando hago bien el
cast no tengo nada que decirles. Los actores van a saber lo que tienen que hacer". Después de
cambian algunas ideas, pero son ideas muy generales sobre el estilo de la escena. La construcción
del personaje la va haciendo el actor y si no tiene ideas para mostrarle al director no hay
personaje.
—¿Coincide en que hay un nuevo cine argentino?
—Pienso que sí, pero nuevo en el sentido que es distinto a todos, o que
rompe reglas, porque cada uno tiene su forma de filmar. Y eso es lo bueno. No se armaron grupos
cerrados, ni dogmas absurdos, sino que realmente cada uno filma a su manera y con su estilo. Creo
que a partir primero de la escuela de Antín, más el Incaa, hay más escuelas, tanto gratuitas como
pagas.
—¿Tiene proyectos para el resto del año?
—Tengo más películas para el año que viene. Para Europa dos películas y
otro para teatro, pero si hago teatro en Buenos Aires no podré aunque no lo puedo contar todavía
porque está medio en pañales. Por suerte hay bastante trabajo, que en este momento del mundo no es
ninguna tontería. Es algo que abarca a todas las clases sociales, a todas las personas, y va mucho
más allá de las intenciones individuales de cada uno. Se trata de qué hace el mundo con esto y qué
hace cada gobierno con esto.