Víctor Heredia hace canciones de trazo grueso en lo social y de trazo fino en lo
sensible. Y "Ciudadano", el disco nuevo que llega a 40 años de su debut en las bateas, no hace más
que ratificar esa línea de trabajo y de vida. "Si yo me dejo llevar por esta decadencia y me
mimetizo como artista en esta degradación y devastación cultural, me suicido", graficó el autor de
"Aquellos soldaditos de plomo" y "Sobreviviendo".
—Hay una canción que se llama "Ciudadano" y esa existencia no es casual,
creo que hay una sensación de angustia y de histeria en la Capital Federal que es llamativa. Hay
gente que está muy alienada.
—Responde a distintas cuestiones, en principio a esta cosa de vértigo que
propone la Capital Federal que hace que uno sienta, sinceramente, que los días comienzan y terminan
al minuto. Empezás un día y de golpe te estás acostando, ¿y qué pasó en el medio? Es dramático eso.
Y después está todo lo otro, la alienación, los tipos que laburan como autómatas, que no tienen ni
siquiera tiempo para ver a los hijos, la inseguridad y toda esta locura.
—¿La inclinación poética que tiene el disco es deliberada?
—Es deliberada y es una respuesta. Es que yo percibo, como mucha otra
gente, una degradación del lenguaje que parte de la procacidad de los medios de comunicación, sobre
todo en los grandes medios abiertos al público. Y también se ve en la subestimación de la capacidad
intelectual y de análisis, en la subestimación ideológica, partidista, política, social, etcétera.
Nos tratan como si fuéramos niños de primero inferior y pretenden que con ese vocabulario nos
movamos, desde la procacidad hasta la estupidez.
—¿Hay complicidades en esta degradación?
—Y sí, fijate qué tipos de programas ve la gente, qué es lo que se aplaude
y qué suma rating. Esta degradación del idioma, de la lengua, de la palabra es muy fuerte. La
respuesta es mejorarlo desde el laburo de uno, ése es mi aporte.
—¿Esto es coyuntural o es una herencia del menemismo?
—Entiendo que viene desde el menemismo, sí. Y esta suerte de democracia
que hemos construido adolece del eje sustancial que es la cultura, o sea, un proyecto cultural que
enaltezca este espacio democrático en el que todos vivimos. Pero no sólo por el placer de la
cultura, la lectura, el buen cine, la buena música, sino porque desde allí un país se puede
reconstruir. Desde allí el individuo va a tener una herramienta extraordinaria para hacer sus
análisis y debatir.
—En tu nueva canción "Azules" hablás de aquellos "tremendos años de
sobrevivir", ¿en qué difiere de tu clásico "Sobreviviendo"?
—Eso lo escribo desde el cansancio de una generación que vio postergada
todas sus posibilidades por la censura, las desapariciones forzadas, las detenciones, los grupos de
tareas, los secuestros. Entonces, ahora existe la posibilidad de tener un espacio adecuado en el
que, para mí, el gobierno de Néstor Kirchner fue sustancial en los últimos años para cuestiones,
como la justicia, los derechos humanos, la memoria. Digo, está todo bien con nuestra generación,
pero ¿y el resto?
—¿En ese resto se incluye algo más que la cultura?
—Sí, se incluye un proyecto cultural verdadero, pero además un proyecto
educativo verdadero, una mirada sincera sobre los propios errores, porque muchos errores fueron por
tratar de modificar un país que se nos estaba yendo de las manos.
—Las temáticas sociales, testimoniales y comprometidas fueron el fuerte de
tu carrera, pero ¿qué pasa cuando la gente mira para otro lado?
—Confío en el producto, es lo único que me queda, confío en mi intuición.
El otro día me planteaba lo mismo mi hija Laura, que es productora de televisión y diseñadora de
mis discos. Cuando escuchó el material me dijo: «Bueno, papá, y ¿quién va a entender esto?». Me lo
decía desde el lado marketinero, comercial, me decía: «¿Por qué hacés un disco así ahora, si los
chicos hablan todos cinco palabras?». Y le dije que si yo me dejo llevar por esto y me mimetizo
como artista en esta degradación y devastación cultural, en esta decadencia, me suicido. No me
daría ningún tipo de felicidad y placer lo que hago, estaría tratando de imitar para que me
comprendan.
_¿Qué se hace entonces?
—Lo único que hay que hacer es plantar una cabecera de playa. En otro
lugar, por pequeña que fuera, y tratar de hacer que presten atención.
—De lo contrario sería una entrega.
—Totalmente, se puede traicionar de muchas maneras, y esta sería una.
—Al revés de los cantantes románticos. Dicen que el amor es eterno y que
no están obligados a mudar el discurso. ¿Escribir mirando el contexto social es una carga o un
desafío apasionante?
—El cantante romántico no miró nunca ni mirará al costado. Pero yo no me
obligo a mirar, digo lo que digo porque desde que tengo uso de razón miro a mi alrededor. No puedo
hablar de otra cosa más de la que veo. Uno no se propone mirar alrededor, miro y cuento lo que veo.
Hay tipos que van a ver un partido de fútbol y después se la pasan hablando de lo bien que estaba
la mina que tenían al lado. Así son los cantantes románticos, van a ver un partido de fútbol y lo
único que ven son las tetas de las minas que están abajo.