—¿Por eligieron específicamente por esta obra?
Juan Rodó: ambos compartimos el amor por la obra, tanto Raúl como yo, y en este caso, yo como impulsor del proyecto, hace 18 años que quiero hacer la obra desde que la conocí y me parecía que era necesario y que la gente que gozara del espectáculo iba a agradecer que la hayamos traído porque es una obra que encierra una temática actual que es el tema de la lucha del bien y del mal dentro y fuera del ser humano, como una de esas realidades que el hombre y el mundo tienen que soportar y la prevalencia de uno sobre otro. Acá está simbolizado en un científico que experimenta consigo mismo una fórmula para eliminar el mal del ser humano pero consigue lo inverso al desarrollarlo. Pero ese cuento en realidad es reflejo de lo que pasa en el mundo de hoy.
RL: es uno de los clásicos del musical, con una temática y personajes muy interesantes, y con una puesta que tal vez difiere un poco de la de Broadway pero que tiene ese contenido necesario para mantener en vilo a una platea, tiene suspenso, un final dramático. Y por sobre todo tiene una riqueza musical muy grande y eso para uno que ama la música es fundamental.
—¿Cuál es la relación entre los dos personajes?
JR: El personaje de Raúl es el abogado, John Atterson, el confidente del doctor Jeckyll, su amigo, el que lo cuida, lo guía, lo aconseja, ya que el doctor Jeckyll está totalmente cegado por la idea de la experimentación con unos riesgos bastante altos. El sería el que media en esta situación y lo acompaña. Creo que en esta puesta, a diferencia de la de Broadway, la presencia de Raúl le ha dado un protagonismo superior y le agrega un aspecto paternalista al personaje.
—¿En ustedes aparece Jeckyll y Hyde?
RL: Siempre hay, sobre todo en estas épocas que uno vive cosas inentendibles, o choca con muchas cosas que están metidas dentro de la sociedad y que enervan muchas veces, pero por sobre todas las cosas siempre prevalece la razón, por suerte porque si no nos convertimos también en parte de toda esa violencia. En mi caso puedo remorderme por dentro pero jamás voy a sacar esa bronca de adentro, salvo, lógicamente, cosas puntuales porque uno es un ser humano que reacciona como tal. Pero en general sé dominar bastante esos impulsos.
JR: Creo que también prevalece el costado bueno y por eso el ser humano se diferencia del animal. Hyde es el lado animal desatado sin ninguna barrera moral ni ética. Creo que eso sería lo más asociado a lo animal, lo salvaje. El tema es que sepamos que también tenemos el deseo animal dentro y lo que nos diferencia es el predominio de la razón. Me parece que es bueno ese control. Pero además una cosa es ese animal instintivo que tiene la capacidad de hacer el mal por voluntad propia. Esto en el mundo lo vemos y uno dice son los Hyde y los Jeckyll de la humanidad. Existen y hay muchos más Hyde que Jeckyll. Yo pensaba en los Jeckyll, como Gandhi, Martin Luther King, la Madre Teresa de Calcuta, esas personalidades del mundo que han hecho el bien por la humanidad. Y las otras personas, como en la novela un poco quiere reflejar la sociedad victoriana que está disfrazada detrás de esa careta de falsedad, hay mucha gente que aparenta ser buena y por dentro no lo es. Y creo que lo vemos muy a diario a eso.
—¿Quiénes son hoy los Jeckyll y los Hyde?
RL: Creo que no alcanzarían varios tomos para enumerarlos y sintetizar un poco todo lo que uno está viviendo. Y lo peor es que muchas veces uno la tiene cerca a esa gente. Eso ha creado desavenencias en una familia o un matrimonio. Creo que eso es lo que lamentablemente nos tocaría a quienes tienen otra forma de pensar, tratar de enmendar, unir a las personas, de alguna forma zafar de esa violencia latente que hay entre personas que quizás son amigos y por equis circunstancia se abren porque cada uno piensa de una forma y no acepta el diálogo o que el otro piense distinto. Hay un montón de cosas que tal vez en menor medida en el caso de "Jeckyll and Hyde" que va más a la violencia física y destructiva, pero que a su vez destruye también el hecho de no ser comprendidos, de no comprendernos el uno con el otro.
JR: Hay una frase de la obra que dice Emma, la prometida de Jeckyll, que dice siempre sabíamos que un precio por esto había que pagar. El precio por avanzar hacia un experimento, hacia algo nuevo. Creo que el planteo de la obra es eso, la decisión de ir por el lado bueno o por el lado malo siempre está en el ser humano y siempre uno tiene la capacidad de decidir y la libertad para hacerlo. El planteo más interesante sería empezar por cada uno de nosotros ser responsables en cada decisión que uno tome, siempre si hay dos caminos, uno tiene que elegir la del mayor bien común o personal.
—La violencia está extendida...
RL: Eso ha existido desde los albores de la humanidad, pero al grado que ha llegado hoy... Siempre se han peleado por territorios, pero ahora se reacciona por cualquier estupidez. Yo no puedo entender como un ser humano que ama, se une con una mujer por amor, que tiene hijos en un momento puede llegar a destruir esa vida. Siempre hubo dos bandos, un azul y un colorado, dos hinchas de fútbol, donde hay dos comunidades deportivas que es tremendo, y eso es otro síntoma de la desavenencia que existe entre la gente.
—¿Esa distancia que parece insalvable es equiparable a esa grieta que supuestamente en la sociedad?
RL: Supuestamente no, yo creo que está instalada y que es imposible de revertir hasta ahora. Eso es lamentable. Creo que por ideologías, por política, lo que sea, no debe existir porque hay una cosa que se llama diálogo. No todos tenemos que pensar exactamente igual al otro, tenemos nuestro propio pensamiento, nuestra forma de vida, de encarar distintas ideas. Eso es que hemos perdido. Argentina sigue siendo un país abierto a la ayuda, a muchas cosas, pero hay ciertas cosas que nos separan.
JR: La obra tiene una frase muy linda y dice que hay una fina línea entre un hombre bueno y un hombre malo. Es una fina línea. Realmente no hay un abismo. Y el riesgo de cruzar esa línea es de milímetros. Creo que el ser humano la ha cruzado y la cruza constantemente y me parece que lo que menos se piensa es en el bien común. Me parece que sería mucho más fácil en vez de haber tantos partidos políticos que hubiese personas que tiran para el mismo lado para sacar al país. Qué fácil sería que cambiara una cabeza y que cambiara el mundo.
—Inclusive en el ámbito de la cultura se habló de artistas militantes y no militantes...
RL: No deberíamos dejarnos pasar por encima por otras cosas que no sea luchar, porque estamos haciendo lo que amamos que es el teatro, la música. Y que luchemos por que por más que sea un gran artista porque el otro piensa distinto ya es enemigo. Eso es complejo. No hay que dejar que la política te absorba sobre todo si no sos político. Si lo sos, fenómeno. Nosotros tenemos una misión que es la de estar con la gente, llevarle un mensaje de amor, de alegría, pero para la gente. Entonces no podemos tergiversar ese don que Dios nos ha dado con cosas que nos separen.
JR: Pensar que todos tenemos que ser iguales y con la misma cabeza es una estupidez. Todos somos distintos. Raúl, con mis amigos, a pesar de tener ideas diferentes, podemos discutir y que quede en una discusión ideológica y no algo personal. Y eso sucedió mucho este tiempo y me parece tremendo.
RL: Con respecto al fútbol primero pedí a mis amigos que no hablemos de fútbol. Pero depende de la forma. Hay gente que es muy agresiva.
—Ya viene con experiencia de haber vivido esas pasiones en Rosario, donde usted era socio de Newell's...
RL: Fui socio, viví en Montevideo y España, pero para evitar que medio Rosario me odie y medio me quiera, opté por hacerme de Boca así me odia todo el país.
—Raúl, usted tiene cierta cercanía con el presidente Macri. ¿Eso le trajo problemas con sus compañeros?
RL: No, en absoluto. En realidad yo no soy militante de nada. Yo respeté mucho a Alfonsín, a Illia por sobre todas las cosas. Yo estoy de parte de aquellos que son normales para ejercer la política, cuando piensan en el país y no en apoderarse o empoderarse de una política y querer hacer de ella lo que se les antoja. Creo que tenemos que pensar en todos.
—Tanto Fausto como Dorian Grey y Jeckyll en un momento encuentran su costado perverso. La diferencia es que Fausto y Grey buscan la inmortalidad. ¿Qué busca Jeckyll?
JR: Busca conseguir una sociedad noble y un ser humano ideal, desprovisto de mal, no inmortal sino una sociedad buena. En la historia se plantea que él quiere rescatar a su padre de la locura y en la locura encierra también que el mal lo está consumiendo, y que si él elimina el mal elimina toda posibilidad de que el hombre quede fuera de sí. Y la otra es que cuando esto no sucede, Jeckyll va peleando contra Hyde tratando de destruirlo y lo que se ve es una transformación paralela y es que Jeckyll se va debilitando y perdiendo territorio. En una escena se ve la lucha del hombre bueno por derrotar al mal y se ve como doblegado. Eso me parece emocionante, es la lucha del hombre bueno contra el malo y aunque está destruido igual sigue luchando hasta el último momento.